Ante nosotros otras dos bellas estampillas que nos devuelven a tiempos pretéritos de nuestra infancia [todavía hay gente que cree que el agua llega a las casas de manera natural, pero los que peinamos canas retenemos aquella infancia feliz ante el ritual de ir a la fuente con el cántaro, el botijo o el cubo: excelentes recipientes de arcilla los primeros y de latón el último] en que la fuente cercana a casa era un lugar para el juego y donde tranquilamente te refrescabas el gaznate o te servía, en los tórridos veranos andaluces, para refrescarte o zambullirte, que de todo había en aquellos juegos y acaloramientos (por cierto esa fuente “jameña” que me devuelve a mi niñez ha sido fechada –otra reinterpretación de la historia- en los noventa, o sea: yo no la podía haber utilizado en mi infancia).
Evidentemente, se me acaba escapando un ¡Insensatos! ¿A dónde se quiere ir con la reescritura de la historia? Si te engañan en una cosa tan nimia, ya podemos imaginar lo que hacen con todo lo demás y, lo peor, parece que esa manía de poner año a todo la he visto incluso en algún que otro castillo [casi milenario] donde han colocado una piedra fechada con el año 1992 y el nombre del Castillo Templario… Eso sí, hay que señalar que apenas quedan piedras y poco se ha reconstruido, pero el moderno estólido ya colocó, sin que se le cayera la cara de vergüenza, su piedra y el año, para escarnio del visitante y vergüenza del historiador que por aquellas piedras se interesa.
En el facial de 0,34€ vemos a os criaturas llenando su cántaro (la fuente está fechada ER 1952 = Elizabeth Regina, o sea la soberana británica ya que entonces Chipre formaba parte del inmenso imperio colonial del Reino Unido) y se localiza en la ciudad de oriental de Paphos –alguna QSL de la radio estatal chipriota de esta ciudad debe andar por casa de alguna de esas noches de paciente escucha de la onda media en busca de “cosas” que habitualmente, cual lechuza, no tienes durante el día- y se conoce como Fuente Panagia.
El otro facial está dedicado a la Fuente Pegeia (0,41€ y muestra a una muchacha de la época con su cántaro a las espaldas, sonriente y feliz de llevar el preciado líquido a casa [hoy tacharían a sus padres de explotadores y, previsiblemente, ante la idiocia de lo políticamente correcto, denunciados y castigados por la justicia mientras ella acabaría engrosando la lista de los cientos de jóvenes, sin norte, que la sociedad ha bautizado como “ninis” o a lo sumo le entregarán un papel que le llevará directamente al pernicioso y humillante paro].
El ir a la fuente no sólo era una socialización, sino que levantaba nuestra estima, esa que tanto denostan nuestros flamantes universitarios que no saben escribir su idioma correctamente y se ufanan de ser la generación mejor preparada de la historia. Dime de que presumes y te diré de qué careces. Ambos sellos fueron diseñados por Nicos Ierodiaconou, se imprimieron en minipliegos de ocho efectos en litografía offset por la firma Veridos Matsoukis (Grecia), la tirada de 90.000 series completas y comenzaron a circular el 8 de julio del 2016.
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JUAN FRANCO CRESPO
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