Conocemos casi siempre a los personajes históricos y sus grandes gestas militares, pero pocas veces nos adentramos en los pequeños detalles del día a día, de esas cuestiones alejadas de lo épico. El mariscal francés Michel Ney, Duque de Elchingen (uno de los 18 mariscales nombrados por Napoléon Bonaparte), quedó a cargo del mando de Galicia cuando, junto a su compañero el mariscal Soult, vencieron a los ingleses en la batalla de Elviña de La Coruña en 1809 (en esa batalla murió el general inglés Moore, cuya cripta se halla en unos jardines públicos de esa ciudad coruñesa).
Faltarían pocos meses para que los franceses fuesen finalmente expulsados de territorio español pero, mientras tanto, los invasores mantenían sus plazas e intentaban administrarlas. Ney estableció en La Coruña su cuartel general, dedicando su tiempo a la gestión y mando sobre las autoridades civiles. Acerca de esos menesteres, se me ocurrió leer unas actas de las Casas Consistoriales de La Coruña de 1800, y encontré cosas muy curiosas. A modo de ejemplo saqué dos extractos:
–En el primero, de 18 de marzo de 1809, reinando en España José Napoleón Primero, el mariscal francés Michel Ney ordena un reparto de pan y vino entre los pobres de la ciudad, en honor a «nuestro» rey francés.
–En el segundo, de 11 de febrero de 1809, el propio ayuntamiento acuerda servir opíparamente la mesa del duque, con una ternera de calidad y buen vino y aceite, todas las semanas.
El duque, según se desprende de su biografía, era un gran militar, a la vez generoso, y muy querido por sus compañeros de armas. Pero, como mariscal de Napoelón cinco años después de la campaña española, pierde la guerra de Waterloo contra el inglés Wellintong; lo juzgan por alta traición y es fusilado. Se negó a taparse los ojos, y él mismo dio la orden al pelotón de disparar a su corazón.
Bibliografía: La Coruña Vista Desde sus Libros de Actas (José María Fernández Carmaño)
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