CROACIA:  450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE SIGET

En muchas ocasiones pequeños hechos son los que acaban alineando la historia del hombre. Por supuesto, para ello se necesita algo más que el ególatra “yo” actual que, al parecer, adorna la parte más alta de todo bípedo en esta Europa que nos tocó vivir ¿o esa sensación sólo afecta a la región en la que en estos momentos vivo?

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Aquí sacas a los gigantes y cabezudos y las calles se llenan de bullicio; los vuelves a encerrar en su cobertizo y esto parece un poblado mexicano en plena soleada: ni una mosca por la calle. Evidentemente, si esta es la cotidianidad ¿cómo quieren llegar a la mítica Ítaca? Algunos, incluso, a pesar de su analfabetismo –voluntario- quieren sentar cátedra narrando unos hechos y unos actos que sólo son reales en su alienante mente, pero volvamos a esos pequeños hechos como podría ser Salamina o la Batalla de Siget que aconteció en épocas más cercanas a nosotros y que pusieron una pica en Flandes para desmoronar todo un imperio. Hoy los volvemos a tener, los subvencionamos y viven una época de euforia gracias al bienestar que las sociedades europeas fueron fraguando gracias a un par de generaciones que fomentaron el ahorro y con su esfuerzo llenaron las arcas. Ahora, a la que te descuidas, te miran con cara de pocos amigos cuando afirmas que tu pensión no es una regalía del gobierno de turno, sino todo lo contrario: el cumplimiento de una contrato por el cual el ESTADO se compromete a pagarte [una parte de lo que entregaste durante tu larga vida laboral, en mi caso cada mes veía como un tercio se evaporaba porque iba directamente a la Hacienda Pública donde la sanidad y el retiro eran los capítulos en diferido] de acuerdo a lo que te iban detrayendo, mes tras mes, año tras año: de dádiva, evidentemente, nada de nada, pero volvamos a Siget.

Fue un hecho histórico ¿interesa a alguien la historia después de ver cómo cuatro energúmenos la maltratan en la piel de toro?, que protagonizaron un pequeño número de croatas y húngaros en el verano de 1566 cuando se enfrentaron, con inusitada decisión, al todopoderosos ejército turco que encabezaba Suleimán el Magnífico (1494-1566), sus tropas de 100.000 hombres y 300 cañones iniciaron la campaña para, atravesando Hungría, llegar a Viena y borrar toda resistencia pero… en ese idílico camino estaba una pequeña ciudad o fortaleza de gran importancia estratégica, era Siget.

En ese pequeño enclave apenas había 2500 hombres dispuestos a todo, liderados por Nikola Subic Zrinski (1508-1566) que también dio su vida en la histórica batalla aunque pasó a convertirse en héroe nacional (uno de sus descendientes, Petar Zrinski trató de independizarse del reino húngaro, aunque tras descubrirse sus intenciones, fue decapitado junto a otro de sus colegas de aventuras independentistas, era el 30 de enero de 1671, a Leopoldo I no le tembló la mano; habían incumplido la ley y esta se cumplió como estaba previsto; las dinastías Zrinski y Frankopan, las más poderosas de esas tierras croatas pasaban a la historia. Un miembro de esta familia en el XV era de ascendencia española pues Cristo Frankopan (1450-1567) era hijo de Bernard, a la sazón, gobernador de Croacia y de Luisa de Aragón. Las lápidas de esta poderosa familia pueden visitarse en el pequeño pueblecito cercano a Cakovec (Iglesia de Santa Elena), Nikola previamente había rechazado la oferta que le hizo el sultán que le prometió hacerlo Gobernador de Croacia si traicionaba al emperador austriaco, su señor.

En esas circunstancias, verano de 1566, Nikola y su modesta guarnición defendieron el mundo cristiano frente a la gran muchedumbre turca, nunca le llegaron los refuerzos prometidos por Maximiliano y ellos supieron resistir el asedio durante el mes de agosto. Durante la estoica defensa prevalecieron unos principios –ni mejores ni peores, pero principios- que acabaron desmoralizando a la gran marabunta oriental; fue así como a principios de septiembre Suleiman muere y el hecho hará que el Gran Visir Mehmed Pasha Sokolovic lance el ataque final el 7 de septiembre, Nikola Subic Zrinski ordenó a los pocos que aún sobrevivían abrirse paso a toda costa frente al enemigo, una empresa inútil, pero allá que se lanzaron.

Técnicamente fue una batalla impecable: el número contra la decidida defensa por la fe, el campo de batalla quedó cubierto con más de 30.000 soldados turcos y poco menos de 2500 croatas y húngaros… La gesta de Siget se propagó por toda Europa, su eco se hizo “viral” como dicen hoy y comenzó el principio del fin de la supremacía militar turca cuyos restos llegarían hasta la I Guerra Mundial para resurgir a finales del siglo XX cuando volvió a aparecer la cruda realidad de la dureza de los conflictos bélicos anclados en odios ancestrales en toda la gran península balcánica.

La conmemoración filatélica por parte del correo croata llegó el 5 de septiembre de 2016 cuando se emitió una hojita de 4,50 y 6,50 kunas que muestran el escudo heráldico de Siget y la carga de Zrisnki según un cuadro de Bertalan Székely que se conserva en el Museo Deri (Hungria). La emisión se realizó de manera conjunta con Hungría, impresión en offset multicolor y 35.000 ejemplares de tirada.

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

 

 

 

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