“Los Comentarios Reales” (I-XXVII) [Inca Garcilaso de la Vega]

PRIMERA PARTE

CAPÍTULO XXVII

DEL ÁRBOL MULLI Y DEL PIMIENTO

Entre estas frutas podemos poner la del árbol llamado mulli; nace de suyo por los campos, da su fruto en racimos largos y angostos; el fruto son unos granillos redondos del tamaño del culantro seco; las hojas son menudas y siempre verdes. El grano, estando sazonado, tiene en la superficie un poco de dulce muy sabroso y muy suave; pasado de allí, lo demás es muy amargo. Hacen brebaje de aquel grano para beber; tráenlo blandamente entre las manos en agua caliente, hasta que ha dado todo el dulzor que tenía, y no han de llegar a lo amargo porque se pierde todo. Cuelan aquella agua, y la guardan tres o cuatro días hasta que llega a sazón; es muy linda de beber, muy sabrosa y muy sana para males de urina, ijada, riñones y vejiga, y mezclada con el brebaje de maíz lo mejora y lo hace más sabroso. La misma agua cocida, hasta que se espese, se convierte en miel muy linda; la misma agua, puesta al sol, con no sé qué que le añaden, se aceda y se hace muy lindo vinagre. De la leche y resina del mulli dijimos en otra parte cuán provechosa era para heridas. El cocimiento de sus hojas en agua es saludable para lavarse las piernas y el cuerpo, y para echar de sí la sarna, curar las llagas viejas; palillos hechos de las ramas tiernas son muy buenos para limpiar los dientes. Conocí el valle del Cozco adornado de innumerables árboles destos tan provechosos, y en pocos años le vi casi sin ninguno; la causa fue que se hace dellos muy lindo carbón para los braseros; y aunque al encender chispa mucho, después de encendido guarda el fuego hasta convertirse en ceniza.

Con estas frutas de los indios, pudiéramos poner el condimento que echan en todo lo que comen, sea guisado, sea cocido o asado, no lo han de comer sin el que llaman uchu, y los españoles, pimientos de las Indias, aunque allá le llaman axi, que es nombre del lenguaje de las islas de Barlovento. Los de mi tierra son tan amigos del uchu, que no comerán sin él aunque no sea sino unas yerbas crudas. Por el gusto que con él reciben en lo que comen, prohibían el comerlo en su ayuno riguroso, por que lo fuese más riguroso, como en otra parte dijimos. Es el pimiento de tres o cuatro maneras; el común es grueso, algo prolongado y sin punta; llámanle recot uchu, quiere decir pimiento grueso, a diferencia del que se sigue; cómenlo sazonado o verde, antes que acabe de tomar su color perfecto, que es colorado. Otros hay amarillos, y otros morados, aunque en España no he visto más de los colorados. Hay otros pimientos largos de un jeme poco más poco menos, delgados como el dedo meñique o merguerite; éstos tenían por más hidalgos que los pasados, y así se gastaban en la casa real y en toda la parentela; la diferencia de su nombre se me ha ido de la memoria; también le llaman uchu como al pasado, pero el adjetivo es el que me falta. Otro pimiento hay menudo y redondo, ni más ni menos que una guinda con su pezón o palillo; llámanle chinchi ullu, quema mucho más que los otros sin comparación, críase en poca cantidad, y por ende es más estimado. Las sabandijas ponzoñosas huyen del pimiento y de su planta. A un español venido de México oí decir que era muy bueno para la vista, y así comía por postre a todas sus comidas dos pimientos asados. Generalmente todos los españoles que de Indias vienen a España lo comen de ordinario, y lo quieren más que las especies de la India Oriental. Los indios lo estiman tanto, que lo tienen en más que todas las frutas que hemos dicho.

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