Una simulación de la nave espacial Galileo volando en las proximidades de la luna de Júpiter Amaltea en 2002
El 18 de octubre 1989, el transbordador espacial Atlantis llevó a la nave Galileo al espacio para embarcarse en una misión histórica de exploración de Júpiter y sus lunas. También en estos tiempos hemos celebrado el 400 aniversario de Galileo Galilei, el hombre que descubrió las cuatro lunas de Júpiter en órbita y ayudó a revolucionar la comprensión de nuestro lugar en el universo. Para conmemorar los aniversarios, ex miembros del equipo científico del Proyecto Galileo imaginaron cómo Galileo podría resumir los resultados espectaculares de la máquina construida por los humanos de la actualidad, y que llevó su nombre a Júpiter. Esta segunda carta es un imaginario de los pensamientos de Galileo cuando la nave se acercó a Júpiter en 1995.
Galileo GalileiUna segunda carta desde algún lugar en el espacio ultraterrestre:
A la atención del grupo científico del Proyecto Galileo:
Para mis estimados colegas científicos:
La última vez que escribí, mi tocayo la nave espacial Galileo, se acercaba a ese cuerpo magnífico y celestial, Júpiter. La Internet me ha brindado la oportunidad de observar sus viajes, así como sus descubrimientos. ¡Qué maravillas ha revelado esa máquina extraordinaria! Si bien sería casi inconcebible para mis colegas entender la física de las lunas que acompañan a Júpiter en su órbita y que observé hace casi 400 años, hoy la naturaleza de esas lunas reveladas por su máquina espacial les habría dejado estupefactos. Incluso mi compatriota, Dante Alighieri, en su imaginación más febril, no podía haber previsto la complejidad que abarca los mundos.
En mi tiempo, el inglés William Gilbert demostró que la Tierra misma era como un imán gigante. Si bien se desconoce su mecanismo, los marinos durante años utilizaron ese efecto magnético del imán en sus brújulas para navegar por los mares y océanos. Sobre Júpiter se sabe también ahora que posee una cantidad extrema de fuerza magnética. Sus investigaciones han demostrado que incluso Ganímedes tiene también una fuerza magnética, y que es la única luna que tiene esa característica.
Una imagen de la superficie de Europa tomada por la nave espacial Galileo.
El ingenio espacial que detectó esa fuerza magnética continuó explorando el satélite Europa, intuyendo sus mediciones la existencia de agua helada bajo la superficie. Sobre la superficie se muestran cráteres con una cubierta de hielo, muy diferentes a los que pude observar profusamente en nuestra Luna. Esas balsas de hielo enorme, similares a icebergs de nuestros propios océanos, aporta credibilidad a la idea de que existe un vasto océano, pero a una corta distancia bajo la corteza helada.
Por supuesto, es necesario hablar de la sonda atmosférica, que en diciembre de 1995, valientemente hizo la primera medición directa de las capas exteriores de Júpiter; llegó realmente a sumergirse en ese planeta. Yo también vi como la sonda experimentó un paseo muy turbulento durante su descenso de casi un hora, realizando una medición del volumen de agua en realidad sorprendentemente mucho menor de lo que se esperaba.. Al parecer, la sonda entró en una zona desértica de Júpiter, donde el aire es muy seco. Tengo entendido que ahora se piensa que esta región no es representativa de Júpiter en su conjunto, y que los datos obtenidos de otros sondeos sugieren que la cantidad total de agua es muy superior. Curiosamente, el carbono, azufre y nitrógeno es muy abundante. ¿Podría ocurrir que los cometas hayan hecho llegar esos productos químicos a Júpiter después de su formación?
Con cada incremento de nuestro conocimiento es obvio que muchos de los fenómenos que vemos en la Tierra tienen su analogía en el cosmos. Con la paciencia de un cazador, el Galileo ha espiado lagos y fuentes de lava volcánica, en lugares incluso tan ardientes como el horno de un herrero. Me sorprendió también que se haya demostrado que los anillos de polvo alrededor de Júpiter se presentan como consecuencia de los impactos interminables de meteoritos sobre las pequeñas lunas interiores. Incluso la tenue atmósfera alrededor de Ganimedes y Calisto han sido detectadas por los sensores.
Como por arte de magia, su máquina fue capaz de “ver” el interior de la luna utilizando nuevas técnicas de detección de la gravedad. Se determinó que Europa, Io y Ganímedes tienen núcleos metálicos, y algo similar parece ocurrir con Calisto. Se tendrá que esperar a un nuevo y próximo emisario en misión al satélite Europa. Una misión conjunta entre las potencias espaciales del Antiguo y el Nuevo Mundo previsto para dentro de una década. Esta misión promete revolucionar una vez más nuestro conocimiento de Júpiter y de sus satélites, sobre la base de las glorias del pasado y abrir puertas inimaginables al futuro.
Durante casi ocho años, la nave Galileo exploró el sistema de Júpiter muy diligentemente. Entristecí cuando la nave se destruyó en septiembre de 2003 en un accidente en el propio Júpiter, me reconforta sin embargo que el conocimiento obtenido siempre va a perdurar hasta la eternidad.
¡Qué alegría que ha sido para mí observar el viaje de su nave espacial y seguir los descubrimientos y conclusiones a través de la gran Red de redes!
Mis mayores saludos y anticipadamente agradecido por las futuras misiones a las que estaré atento.
Sigo siendo su humilde servidor.
Galileo Galilei
Fuente: NASA