De las distintas administraciones postales con emisiones alusivas a la Antártida, la República Argentina suele tener el continente blanco como una de las temáticas recurrentes por todo cuanto este territorio significa para la integridad territorial en los confines del mundo austral.
En numerosas ocasiones la corbeta URUGUAY la hemos visto en las reseñas filatélicas y en los libros de historia sobre el continente blanco, sus oficiales y marinería supieron suplir con creces las carencias y las dificultades que se les presentaron a lo largo de los años y las duras condiciones de navegación de aquella región. Construida en Inglaterra (astilleros de Laird Bros, Birkenhead) llegó a la Argentina en 1874, integrándose en la Escuadra de Sarmiento. En 1877 fue sede de la Escuela Naval y actualmente está anclada en Puerto Madero (Buenos Aires) donde funciona como museo. En 1878, debido a las crecientes tensiones territoriales con Chile, fue incorporada a la Expedición del Atlántico Sur con el objetivo de afianzar la soberanía sobre la Patagonia, la misma estaba comandada por el Comodoro Luis Py y la corbeta regresó a Buenos Aires en 1879, de ella salieron también los primeros oficiales íntegramente formados en el país.
Sin embargo, la URUGUAY entró en la historia polar con la gesta acontecida a mediados de 1903 cuando el mundo se inquietó por la suerte corrida por la expedición del científico sueco Otto Nordenskjold [iban dos suecos, dos noruegos y el alférez argentino José Maria Sobral] el navío encargado de recogerles era el “Antarctic” que debía trasladarlos tras su invernada en la isla Snow Hill [cerca de la Península de Graham] entonces la Armada Argentina (A.R.A.) decide enviar a la corbeta Uruguay en misión de búsqueda y rescate de los científicos. La nave tenía que enfrentarse a las difíciles condiciones de la navegación austral, para ello se reforzó su estructura y se modificó su arboladura, zarpando el 8 de octubre de 1903 al mando del Teniente de Navío Julián Irízar [actualmente el Rompehielos ARA Almirante Irízar es el que se encarga de realizar las periódicas derrotas a la Antártida y transporta la mayoría del correo que general los coleccionistas de todo el mundo hacia o desde la Antártida Argentina] y el 8 de noviembre eran localizados en Snow Hill, tras los preparativos se inició el viaje de retorno el día 11 de noviembre. La singladura fue muy dura, los tormentosos vientos sometieron a la corbeta a los más terribles momentos de su historia: ésta perdió el palo mayor y el trinquete, a pesar de las dificultades lograron llegar a Buenos Aires el 2 de diciembre de 1903 siendo recibidos por más de 100.000 personas que se agolparon en los muelles bonaerenses para darles la bienvenida. Tras las oportunas reparaciones continuó prestando servicios en la Antártida y era la encargada de reaprovisionar la Oficina Radiopostal y el Observatorio de las islas Orcadas, reafirmando al mismo tiempo la soberanía argentina en la zona austral.
En 1926, tras 52 años de servicio, fue retirada y durante mucho años estuvo desarbolada, convertida en polvorín flotante, en Río Santiago hasta 1954 cuando fue reacondicionada como Buque Museo de la Escuela Naval, aunque de manera extraordinaria, realizó un viaje especial en 1960, al cumplir los 80 años el alférez Sobral, en la ceremonia se le honró, al viejo lobo de mar, con la medalla antártica y la nave viajó a la ciudad de La Plata donde, emocionado, dio su último adiós a la corbeta que 57 años antes les había rescatado del continente helado.
El 6 de junio de 1967 fue declarada Museo Histórico Nacional y, desde entonces, está anclada en el gran puerto bonaerense y hoy es la nave más vieja que aún permanece a flote en la República Argentina. Su eslora es de 46.36 metros y desplazaba 550 toneladas movidas por máquinas de vapor que generaban 475 caballos de fuerza. Tenía una tripulación permanente de 14 oficiales y 100 tripulantes.
La hojita bloque que le dedicó el correo argentino tenía un valor facial de 1.50$ y, en la parte del sello, aparecía la flamante corbeta con sus velas al viento con un fondo centrado en cartografía austral. En las diferentes ilustraciones que la complementan, al margen de planos y útiles navales, encontramos al Teniente de Navío Julián Irízar (1903), jefes y oficiales que partieron en busca del “Antarctic” y en la parte superior dibujos del vapor General Brown, Corbeta La Argentina, Fragatas Presidente Sarmiento y Libertad. Con todo ello podremos buscar numerosas formas de integrar esta bella hojita en cualquier colección de temática naval, veleros, cartografía, polar o por los “mostachos” pues de todos los rostros filatelizados, sólo un hombre (suponemos que era periodista, va vestido de civil) aparece sin bigote. Una excelente pieza que enaltece el trabajo de sus creadores y el correo argentino que en más de un siglo de viajes hacia los límites del sur ha escrito algunas de las gestas más sobresalientes en la exploración de la Antártida.
Por ejemplo, hace 35 años realizaron una marcha terrestre de 2.900 kilómetros partiendo de la Base General Belgrano y llegando al punto más austral del mundo el 10 de diciembre de 1965. Los militares Jorge Edgardo Leal, Gustavo Adolfo Giró, Ricardo Bautista Ceppi, Roberto Humberto Carrión, Julio César Ortiz, Jorge Raúl Rodríguez, Adolfo Oscar Moreno, Ramón Oscar Alfonso y Domingo Zacarías [era el responsable de las radiocomunicaciones de la expedición] lograron para su país la gesta de ser el primero que, partiendo del Mar de Wedell, llegaba al Polo Sur por esta vía, la tercera nación que lo hacía por tierra y la cuarta expedición que logró vencer a los elementos naturales, entre ellos los 40º bajo cero y los 3000 metros de altura en el desierto blanco. Aquella gesta se filatelizó al año siguiente con la emisión de un sello de 10 pesos denominado Operación 90º Polo Sur, en donde Eduardo Miliavaca, dibujante, mostraba la ruta seguida por los intrépidos viajeros desde la Base de Ejército General Belgrano que había sido recogida también en una emisión realizada el año anterior al cumplirse el X aniversario de su apertura y en donde podíamos ver algunos de los militares destacados en la base realizando actividades cotidianas y al fondo la gran antena para las imprescindibles radiocomunicaciones, ese hilo invisible que mantiene en contacto a militares y científicos con el mundo exterior en las largas y difíciles invernadas antárticas.
Dando un rápido repaso podemos señalar que hay más de un centenar de estampillas argentinas que hacen directa referencia a la Antártida. Si ampliamos a hombres, navíos, marcas, etc., entonces el coleccionista puede, tranquilamente, montar una polifacética colección sobre el continente blanco en donde sólo sus sueños y conocimientos serán los límites a sus particular museo sobre la Antártida. Por suerte son materiales asequibles para la mayoría de los bolsillos y relativamente fáciles de conseguir por aquello del idioma, gran cantidad de coleccionistas argentinos con los que podemos contactar para que nos busquen nuestras piezas faltantes e intercambiar documentación sobre la Antártida. ¡Que la disfrute!
www.correoargentino.com.ar
ventafilatelia@correoargentino.com.ar
filatelia@correoargentino.com.ar
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es
Se felicita al autor por su interesante artículo sobre la CORBETA ARA «URUGUAY»