La chayotera, cuyo fruto es el chayote, chayota o papa del aire, es uno de esos vegetales que por sus cualidades y sencillez de cultivo deberíamos reservarle siempre un espacio en nuestra huerta. Decir “huerta” es un símil, pues se trata de una planta trepadora y, como en mi caso particular, lo mismo se puede plantar al pie de un manzano, de una parra o de una red vertical. La planta cubrirá las superficies de hojas y tallos, y los frutos colgarán de esos soportes.
La chayota (de nombre científico Sechium edule) es una cucurbitácea, como el calabacín, y al igual que éste contiene agua y potasio (además de otros minerales importantes en el metabolismo), resultando por ello muy diurética; podemos decir que es un fruto remineralizante. También es importante el contenido en aminoácidos; existen unos 9 aminoácidos esenciales para el organismo de los cuales 7 los contiene la chayota.
Es una planta originaria de América, pero ampliamente distribuida por todo el mundo. Su cultivo es muy simple y no requiere de grandes cuidados. Se planta el fruto maduro (como si fuera la semilla) cuando haya comenzado a brotar, cuidando de dejar el brote asomando sobre la tierra pero algo inclinada para que le sea más fácil emitir raíces, y en un terreno de jardín que contenga una buena cantidad de estiércol. Conviene plantar al menos dos en cada hueco.
Si tenemos problemas de topos, que podrían consumir el tubérculo, podemos adoptar una solución muy sencilla: rodear la planta con tejas clavadas verticalmente, así el roedor no podrá traspasar esa barrera; en su defecto podemos utilizar piedras o cualquier otro material adecuado, semienterrándolas en círculo alrededor de la planta.
La planta brotará cada año, si tenemos la precaución de mantener limpio el lugar donde fue sembrada. Los productores de este fruto en grandes cantidades la renuevan cada tres años por cuestiones económicas, pero los que nos dedicamos al campo por afición o a nivel doméstico podemos disfrutar de ella muchos años sin necesidad de levantarla.
