INYEUG: LA ISLA DEL MISTERIO (VANUATU)

La administración postal de estas islas del Pacífico no deja de sorprendernos con sus frescos y preciosos sellos. Ahora inician una serie denominada Vanuatu Enigmático que, en cierta medida, complementa las bellas series dedicadas a la oficina postal submarina y a la situada en los volcanes; nada mejor que comenzar con una isla que trajo de cabeza a los japoneses durante la II Guerra Mundial.El nombre es Inyeug, un minúsculo trozo de tierra de apenas un kilómetro de largo y algunos centenares de metros de ancho. En total Aneityum e Inyeug tienen 160 km², siendo la altura máxima de la primera y más importante 852 metros, su suelo volcánico es de una gran utilidad para fines agrícolas; en el XVIII-XIX fue una de las perlas de la región debido a su madera de sándalo. Sobre ella se levantó el aeródromo desde donde llevan a los turistas en barcazas hasta la vecina Aneityum [Atom]; es el más meridional de estas paradisíacas islas que se han convertido en el destino predilecto de australianos, neocelandeses y norteamericanos que vuelan en busca de unas clarísimas aguas turquesa y una tranquilidad que hará olvidar al visitante del ajetreado y mundanal ruido nada más bajarse del avión de la Air Vanuatu que la enlaza dos veces por semana con la capital del país [Port Vila] y Tanna. Son, junto a los tres yates que suelen llegar mensualmente y un crucero cada quincena, los únicos contactos con el mundo exterior, ello ha significado que el nombre Isla del Misterio ya no corresponda con la realidad para unos centenares de visitantes al año, atraídos por su tranquilidad y sus cristalinas aguas ideales para la práctica del submarinismo, está rodeada por una barrera de coral y playas de finísima arena blanca.

La pista sirvió como lugar de aterrizaje de los aliados, sobre todo fuerzas norteamericanas que se encargaron de su construcción a principios de los cuarenta, poco antes de que se iniciaran las hostilidades en el Pacífico Sur. El misterio vino dado porque era imposible divisarla desde el mar y los japoneses nunca lograron saber desde donde despegaban los aviones que les atacaban. Aún hoy, la isla está cuidando esa leyenda, no existe una población permanente estable, sólo la esencial para atender a los escasos visitantes que pasan una o dos noches instalados en dos cabañas, no hay comida y cada uno debe llevar sus provisiones, sólo el agua potable puede conseguirse en la isla mayor; el único objetivo de la restrictiva política de visitas es estimular la frágil economía local sin que ello rompa el medio de vida tradicional de la región.

 

Apenas medio millar de personas están asentadas en dos pequeños poblados situados en la parte sur de la isla mayor. Regularmente, cada quince días, suelen llegar los cruceristas para visitar la célebre MISTERY ISLAND, algunos se suelen alojar en el modesto servicio de huéspedes que tienen unas comodidades bien básicas: dos cabañas, una cocina elemental y comunitaria; por supuesto, el lavabo está fuera de ellas. El ambiente le hará sentirse como un Robinson del XXI. Suelen ser muy secas y calurosas, en Aneityum podrá admirar varias cataratas y algunas fuentes de agua caliente junto a una exuberante vegetación. Por supuesto, tampoco le molestarán los automóviles, hay unos pocos que los emplean para el proyecto de reforestación; un lugar ideal para los amantes de la naturaleza y las caminatas, numerosos y señalizados senderos que le serán mostrados por la chiquillería que siempre estará dispuesta a recorrer su isla con el visitante.

El archipiélago fue descubierto por el portugués Pedro Fernández de Quirós en 1606 cuando prestaba servicios a la corona española dentro de la armada de Alvaro de Mendaña que desde Perú partió en su segundo viaje hacia las islas Salomón. A finales del XVI regresó Quirós a Europa y en 1605 de nuevo estaba en Lima desde donde zarparía (puerto del Callao), a los cinco meses llegó a una isla desconocida que bautizó como Tierra del Espíritu Santo, aún se conserva el topónimo a pesar de haber caído en manos de británicos y franceses hasta que lograron la independencia.

Algunos balleneros se instalaron en 1840 en el arenoso islote de Inyeug, al sudoeste de Aneityum se localizan las pocas y elementales instalaciones hoteleras. En 1848 llegó un misionero presbiteriano, el Reverendo John Geddie (fue el primero que se instaló en lo que entonces se conocía como Nuevas Hébridas), levantó una iglesia cuyas ruinas son un mudo testimonio de un pasado nada feliz para los aborígenes: de los 3500 habitantes, apenas sobrevivieron 800, la disentería azotó de manera inmisericorde la región. Al final apenas se habían convertido un 10%, su presencia casi logró aniquilar los nativos. Entonces fue la más grande de todo el Hemisferio Sur, nada menos que un millar de fieles tenían asegurado el asiento.

Los sellos se emiten en dos versiones (hojita bloque o aisladamente para su uso en el correo internacional) ofrecen el pantalán que da la bienvenida al visitante que conduce directamente a las cabañas bajo los cocoteros en primera línea de playa, sigue un idílico paisaje con una barcaza local, el tercero muestra un yate fondeado en la bahía y el cuarto una pareja de turistas que han llegado, suponemos, en luna de miel, hasta ese aislado rincón en la remota Vanuatu; también es posible admirar algunos petroglifos totémicos, más de 80 especies de orquídeas o los restos de la iglesia presbiteriana. Entonces fue la más grande de todo el Hemisferio Sur, nada menos que un millar de fieles tenían asegurado el asiento.

La preciosa emisión fue diseñada por Denise Durkin (Nueva Zelanda) con fotos de John Nicholls (hojita y faciales de 90-100 vatus), Robert Mulligan (130 vt) y Tiffany Carroll (200 vt). Se imprimieron por la Southern Colour Print (Christchurch-Nueva Zelanda) en litografía offset con papel Tullis Russell de 103 gramos en hojas de 40 ejemplares que comenzaron a circular el 28 de marzo de 2009 en Port Vila; el matasellos de primer día muestra la barcaza tradicional que aparece en el facial más alto. También han servido como motivo para lanzar una serie de tarjetas (150 vt cada una, 600 la serie) que muestran los idílicos rincones de la isla misteriosa en este país de más de 80 islas e innumerables islotes, conocido como «islas de ceniza y coral» (Vanutatu = Nuestra Tierra en bislama) que se extiende en una superficie marina de 900.000 km², son tierras emergidas al noroeste de Nueva Caledonia.

http://www.vanuatutourism.com/

philatelic@vanuatupost.vu

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía, doctor en Historia de América.

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