En España, para destilar alcoholes en régimen de cosecheros, tenemos previamente que solicitar el permiso de destilación y abonar la tasa correspondiente en la Hacienda pública (Agencia Tributaria – aduana o departamento de impuestos especiales). Requisito previo es tener un pote (alambique) registrado y su lugar de ubicación.
Tras la fermentación de la uva y su posterior prensado, el hollejo de la uva queda cargado de alcohol; después de bien desmenuzado, se introduce en un alambique al cual se le coloca una rejilla en el fondo, con objeto de que esta materia no toque directamente con la fuente de calor, lo cual provocaría que se quemase siendo después muy difícil de despegar.
El condensador hay que llenarlo de agua hasta el borde, y después dejar un pequeño chorro permanente para que vaya enfriando el agua que se calentará por efecto del vapor caliente que discurre por el serpentín.
Después de añadir dos cubos y medio de agua y cargado el pote, tenemos que sellar las uniones del capacete y el serpentín del condensador, nosotros utilizamos un engrudo elaborado con harina y agua. Seguidamente ya está listo para encender el fuego. Usaremos leña de carballo (roble), por ser el más adecuado para esta labor.
El pote tarda entre una y dos horas en comenzar a destilar. El tiempo que tarda en extraer todo el alcohol depende de lo húmedo que esté el bagazo y la cantidad de alcohol que contenga.
Dependiendo del grado de alcohol que deseemos obtener, podemos dejar destilar más o menos tiempo, para ello vamos midiendo el grado con un alcoholímetro de densidad. Un grado habitual para el aguardiente blanca es entre 40º y 50º.
El alcohol obtenido se filtra para eliminar impurezas y se embotella. A cada litro se le coloca una precinta para certificar que es un alcohol legal.