A veces, contemplando los estampados y fascinante geometría de algunas formas vegetales, pienso que tanta belleza sólo puede haber sido creada por un pintor de otra dimensión o, para los más creyentes, por una mano divina que enloqueció al dirigir sus trazos sobre el lienzo virgen de nuestro planeta azul. Sus figuras imposibles nos sorprenden cada día a muchos mortales que nos detenemos a investigar sobre el mundo que nos rodea. Ese mundo, nuestro mundo, es una nave increíble, tecnológicamente perfecta, viajando diminuta y solitaria en el espacio vacío, pero transportando a millones de seres humanos, vivos, aunque una gran mayoría de ellos inconscientes de su propia existencia, ensimismados en otros universos más pueriles y limitados, los creados por sus propias ansias de vivir y disfrutar lo inmediato, lo tangible.
Un filósofo chino llamado Confucio dijo una vez: «¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir». Esa es la realidad, nos alimentamos porque tenemos que vivir, pero necesitamos flores para motivar nuestra existencia. Muchos sólo se alimentan, no compran flores o ni siquiera meditan de para qué las necesitan.
Disculpad mi letanía filosófica, a veces (los que me conocen ya lo saben) me extiendo, tal vez innecesariamente, sobre cuestiones que a muchos les trae sin cuidado. Quería hablar de mi lirio tigre, de nombre científico Lilium lancifolium, y debió ser su extraña belleza lo que me distrajo varios párrafos.
Pero, mi lirio es una buena disculpa para hablar de la historia de dos familias botánicas (Liliáceas e Iridáceas) que, aunque con algunas diferencias morfológicas, son comunmente llamados lirios. El lirio Lilium, como el de mi foto, (también llamado azucena) es cosmopolita. Se considera que su origen primitivo es el área de los Balcanes, pero pronto se diversificó por todo el mundo, hallándose Liliums en regiones tan distantes como Asia, la India, Estados Unidos, Centro América, Norte de Europa y Rusia, Los Alpes o los Pirineos.
El lirio también es la flor de Iris (otra familia igualmente conocida como lirios o Iridáceas); Iris es la diosa de la mitología griega personificación del arco celeste del mismo nombre, mensajera entre lo divino y lo humano, representada como una joven virgen de alas doradas y una túnica de múltiples colores, portando un jarrón con agua del río Estigia con la que hace dormir a todos aquellos que perjuran. El lirio, como la diosa, escenifica más colores que cualquier otra flor.
La mitología griega se alimentó del lirio, cuando hacia el año 1580 a.C. se hallaron las imágenes de estas majestuosas flores en la villa de Cnossos, en Creta. Aunque, se data la descripción del lirio varios miles de años atrás, cuando en la tierra de los faraones representaba el poder divino de los dioses, muy especialmente del dios Horus que, según la tradición, fue el ser supremo que dio origen a la civilización egipcia. Los egipcios no sólo adornaban los palacios reales con lirios, pues también formaba parte del ornamento funerario que ayudaba a los muertos a alcanzar la otra orilla. En las paredes del templo de Amón, en Karnak, se puede observar un auténtico jardín botánico donde se halla representado el lirio. Esas imágenes son consideradas como el herbario más antiguo del mundo.
El arte y la mitología también se entrelazan en la representación y simbolismo del lirio. Así, artistas de la categoría de Tintoretto o Rubens recrearon el nacimiento de la Vía Láctea según las leyendas de los dioses grecorromanos (los romanos copiaron a los dioses griegos y simplemente le cambiaron los nombres). Las pinturas escenifican la leyenda en la que la diosa Hera amamanta a Heracles (Hércules), hijo bastardo de su esposo Zeus con la mortal Alcmena, y que había sido puesto en su pecho por Hermes (mensajero de los dioses) cuando dormía, con objeto de que la leche de la diosa lo hiciera inmortal. Hera se despertó y rechazó violentamente al niño de su pecho, derramando algunas gotas de leche; algunas de esas gotas salpicaron el cielo formando la Vía Láctea, mientras que otras cayeron a la Tierra y de ellas emergieron los lirios.
Otros artistas universales, como Claude Monet, también buscaron su inspiración en el lirio. El pintor, que vivió en Giverny (Francia) durante más de 40 años, seleccionó él mismo las más bellas flores para su jardín, y las que gozaban de más protagonismo eran los lirios. Hoy en día se puede visitar la casa y el hermoso jardín, donde Monet pasaba horas y horas de su vida acondicionándolo. Él decía «Todo mi dinero se va detrás de mi jardín», pero también confesaba: «Estoy maravillado».
El origen mítico del lirio se convirtió con el tiempo en símbolo de pureza, majestuosidad y nobleza, pasando a formar parte de la heráldica. Los nobles lo asumieron como símbolo de poder, honor y soberanía. Así, el lirio amarillo se convirtió en la flor de Lis, una de las cuatro figuras más representadas en la heráldica, junto con la cruz, el águila y el león, consistente en tres pétalos de un lirio que apuntan hacia el cielo; con esa forma aparece como emblema en escudos, banderas o blasones de un linaje, y su uso como tal emblema real se remonta al siglo XII con el reinado de Luis VII de Francia, que lo incorporó a su escudo. Posteriormente también lo tomaron otras dinastías y familias nobiliarias europeas, incluso la casa inglesa de Lancaster. La casa real española exhibe la flor de Lis en el escudo de armas. No obstante el símbolo ya existía como tal en el año 575 a.C., según demuestra una figura similar que se halla en la Puerta de Istar en Mesopotamia, una construcción ordenada por Nabucodonosor II.
La literatura también recoge muchas referencias a la flor de Lis; cabe citar a Alejandro Dumas y su novela «Los tres Mosqueteros», donde señala que esta flor era marcada en la espalda de las adúlteras y prostitutas. El propio D’Artagnan, en un momento de intimidad con Milady de Winter, la espía del Cardenal Richelieu, descubre que ella tiene una flor de Lis grabada a fuego en su hombro. A pesar del uso de esta figura para ese fin poco noble, la señal también representaba el honor de los caballeros del monarca francés.
La flor de Lis también es símbolo de la alquimia y la masonería. En la actualidad la exhiben igualmente movimientos como los Scouts. Los tres pétalos definen los tres principios: Dios, Patria y hogar; y las tres virtudes: Lealtad, Pureza y Abnegación. Todos ellos engloban la promesa Scout.
Numerosa bibliografía sobre el lirio daría para un extenso libro, pero al ser éste un simple artículo lo dejaremos aquí. Simplemente añadir una curiosidad: cuando la princesa heredera Victoria de Suecia se casó con el empresario Daniel Westling en junio de 2010, para esa boda fueron exportados desde Colombia la nada despreciable cifra de diez mil lirios.
Y para finalizar, recread vuestra vista con este vídeo, donde lirios y otras plantas nos muestran toda su belleza a cámara lenta: