De la isla de Reunión hay muchas cosas que a uno le sorprenderán. Aunque, para nuestro gusto, nada lo hará tanto como su naturaleza, impresionante y salvaje, o su clima, a pesar de su relativamente modesto tamaño. Es un lugar ideal para el naturista e idílico para el paseante si éste se encuentra en buena forma: el senderismo tiene aquí sorpresas a la vuelta de cada curva [y son miles].
Muchos años imaginando lo que podría encontrarme desde que en los ochenta me cayeran, en una feria de turismo, los primeros folletos sobre la isla. Era el viaje siempre postergado hasta el verano de 2010 cuando finalmente se concretó la escapada al “sur de Francia”. Porque eso es en realidad esta isla: Francia en todo su esplendor pero a más de 10.000 kilómetros de París.
Hoy voy a centrarme en Mafate aprovechando la información filatélica de los sobres enteros postales que ilustraran este artículo. Es un imponente circo que te sorprende nada más acceder a la atalaya que lo bordea, en mi caso el itinerario lo inicié en Saint Paul desde donde hay un microbús que te deja a pie de carretera, luego hay casi un kilómetro de sendero hasta que la naturaleza ofrece el majestuoso paisaje que se abre a nuestros pies [hay que madrugar si queremos evitar las nubes que dificultarán la contemplación].
Mafate impone y eso es algo que te marca. Es un lugar salvaje en el más amplio sentido de la palabra y no hay acceso por carretera, quizá aquí radique su encanto. Pero por sorprendente que parezca es un lugar habitado en donde podemos encontrar alojamiento espartano si deseamos pernoctar en su interior, en caso contrario bajar/subir en una jornada puede convertirse en un ejercicio agotador y poco recomendable incluso para el más experimentado de los senderistas por lo escarpado de su itinerario.
Al recóndito circo se accede por varios itinerarios, el de St. Paul-Le Maïdo es el más corto, aunque no el menos impresionante. En el momento de mi visita había obras en la carretera: cableaban la zona para dar servicio a un observatorio que estaba en construcción. Por otro lado es estrecha y curvas ¡Cómo no!, para dar y tomar. ¿Pero alguien puede pensar ver algo “diferente” en la naturaleza sin curvas? Si usted es uno de esos, pues ya lo sabe, ni se le ocurra ir a Reunión.
El circuito de Le Maïdo dicen que tiene un desnivel de 2000 metros, en determinado momento del mismo parece que estás sobre las nubes [mejor realizarlo por la mañana bien temprano para evitar las nubes y las lluvias] y el cielo es de un azul que te impresiona, el contraste te hace enmudecer.
Los senderos hechos a base de subidas y bajadas son de vértigo, cada esquina te ofrece un encuadre maravilloso en el que te extasías ante el panorama que se abre a tus ojos. Es el último refugio de los esclavos que se escaparon de las plantaciones en el XVIII, ahí viven, todavía, sin querer saber nada de la civilización [aunque ya puedes dormir en los dos núcleos más importantes de Grand-Place-les-Bas o Grand-Place-Boutique, después de unas horas de marcha eso es lo más aconsejable y apetecible]; en caso de alguna urgencia el helicóptero es el medio empleado para entrar y salir de este escabroso e impresionante circo natural que cada año recibe miles de curiosos.
Por la carretera hasta Le Maïdo se han contabilizado más de 300.000 visitas anuales aunque no todos se dan el gustazo de bajar a su interior. Desde esta zona podemos contemplar a los osados del parapente o alas delta que se enseñorean sobre las pocas playas del oeste de la isla, también recomendamos que no se pierdan un día por algún mercado popular para poder disfrutar del multicolor espectáculo en cualquier rincón de la isla.
En el ascenso desde St. Paul atravesaremos zonas boscosas de gran importancia para la isla y su peculiar microclima, en la zona de Les Hauts des Avirons se puede intentar localizar el acceso a la gruta de Grand Bénare en donde se refugió Phaonce, proclamado “roi des Marrons” [Rey de los Negros], antes de la llegada de las neveras allí se recogía hielo que se transportaba ladera abajo por los esclavos del momento. Por supuesto, el hielo sigue dándose en invierno. A lo largo de la carretera encontrará numerosos comercios o zonas de “avituallamiento”, aunque Reunión no es un destino barato para nuestros estándares se pueden encontrar alojamientos decentes y gastronomía variada a precios bastante asequibles, aunque las lentejas de Cilaos cotizaban a 30€ el kilo y cuando uno visita la isla puede entender el “por qué”. Es el componente básico de uno de sus platos típicos que hay que degustar en la misma población en donde las cosechan, para un campesino andaluz que haya tomado un “buen potaje de lentejas” no le dirán absolutamente nada pero, la experiencia de consumir ese plato considerado típico, aunque sólo sea por el puro placer de degustarlo en el lugar clave de la isla, bien merece esa deferencia.
Cuando ya dimos por finalizado este texto descubrimos una web de un viajero que este 2011 también ha estado por la región y en donde se hace eco del peculiar cartero de Mafate, lamentablemente cuando estuvimos por la zona no descubrimos esa referencia, así que queremos compartir esa otra parte de la historia postal con todos cuantos nos leen y la añadimos al final de este artículo. Señalar que este trotamundos tiene colgadas muchas más fotografías y recoge sus impresiones del viaje en su blog.
CARTERO DE MAFATE
Si me permitís dejaré de lado un momento la excursión y os contaré la historia del personaje mafatiense más conocido. El antiguo cartero de Mafate.
Se podrían contar muchas cosas de una historia de vida larga dedicada a los mafatienses. Os haré un resumen: Angelo Thiburce ejerció el difícil puesto de cartero en Mafate durante 37 años. Recorría el circo entero en 5 días, aproximadamente. Esto a los demás nos llevaría mínimo una semana y sin entrar en los pueblos apenas. Se ha calculado por la ruta que meticulosamente hacía, que en su vida laboral ha caminado 4 veces el perímetro de La Tierra sin salir de Mafate. Una de las anécdotas que se cuenta es que un día salió en televisión y cuando dijo todos los pares de botas que tenía que gastar para ejercer su función y que se los tenía que pagar él, a alguien se le caería la cara de vergüenza y le compraron tantos pares de botas que tuvo hasta su jubilación. Al final de su carrera fue condecorado con la medalla nacional del mérito. Ahora que ya está jubilado, cuando le preguntan si volvería a hacer lo mismo responde que sí sin dudar. Tiene incluso canciones dedicadas a su vida. El que quiera saber más que busque en la red o en una guía de viaje de la Reunión. Desde aquí mi homenaje, porque subir y bajar estas cuestas no es cualquier cosa.
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JUAN FRANCO CRESPO
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