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VIVIR LA MAR
Breve historia de la navegación - 1ª parte
a historia de la navegación marítima hunde sus raíces en la más remota noche de los tiempos, aquélla en que la humanidad admiraba y temía las masas de agua que se alzaban majestuosas y desafiantes hasta el horizonte, ignorantes de la verdadera dimensión que se ocultaba más allá, y que tan evidente nos parece en nuestros días.
El desconocimiento del medio y las dificultades iniciales para explorar sin perderse en las tinieblas impulsó todo tipo de temores y creencias sobre el mar, algunas míticas, que fueron llevadas al terreno del arte y la literatura. Leyendas, divinidades, ninfas abisales, o simplemente profetas, filósofos e interpretadores de la misión y destino de nuestra especie sobre la Tierra, alimentaban en aquellos tiempos las necesidades humanas ante lo desconocido, de la misma forma que hoy determinados misterios relativos a la vida y la muerte no han sido resueltos, o no obtienen respuesta satisfactoria, dando lugar a variadas manifestaciones religiosas que intentan paliar esas ausencias, y mitigar el tormento que para los humanos significa ignorar el sentido real de su propia existencia.
Para muchos antiguos navegantes el mar acogía unas ninfas, como las sirenas en la mitología griega, que tentaban a los marinos con sus sugerentes cantos. En la ilustración: Odiseo (Ulises) atado al mástil de su barco tratando de vencer la atracción de las sirenas. (Cuadro de Leon Belly "Las sirenas" - Museo de l'Hotel Sanderin, Saint Omer, Francia)
De todos los testimonios conocidos la antigüedad clásica desborda referencias precisas, siendo los pueblos mediterráneos los que nos aportan mayor número de documentos sobre la ciencia náutica. Alrededor del año 2000 a.C. los fenicios ya construían magníficos barcos de carga a vela, desarrollando también las galeras birreme y trirreme. Dominaban la navegación por los astros, además de la costera que era el método más seguro y habitual, y desde las costas libanesas se desplazaban incluso hasta el Atlántico Norte para comerciar en lugares tan distantes como Inglaterra.
Los fenicios, considerados los mejores navegantes del Mediterráneo, ya construían hace varios milenios excelentes embarcaciones de carga a vela. En la ilustración: grabado de una nave fenicia del siglo I a.C. reproducido de un sarcófago hallado en Sidón.
Al albor de los fenicios se desarrollaron otros pueblos marineros, dentro de una actividad mercantil de introducción de las propias manufacturas, y de obtención de las materias primas necesarias para sostener estadios de civilización cada vez más elevados. Así, se desarrolló rápidamente la navegación comercial griega y etrusca, o las exploraciones en busca de mercados, como el periplo africano de los egipcios. Los romanos, aunque su flota dominó ampliamente el mediterráneo convirtiéndolo en el mar del imperio, no eran propiamente un pueblo de marinos, esa actividad la desarrollaron militarmente por motivos de expansión territorial, siendo la comercial sólo para cubrir sus necesidades. Los cartagineses, al igual que sucedió con los romanos, siguieron en su historia náutica un proceso de marcado carácter militar.