LITERATURA PROSISTA - LA LITERATURA EN EL SIGLO XIX: El Romanticismo - 10ª parte

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Literatura prosista

LA LITERATURA EN EL SIGLO XIX

El Romanticismo - 10ª parte


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Principales dramaturgos

Francisco Martínez de la Rosa

Introducción biográfica

ació en Granada (1787-1862). Pertenecía a una familia de comerciantes acomodados y estudió en la Universidad de Granada, donde fue catedrático en 1808. Durante la guerra de Independencia, fue comisario de la Junta granadina y formó parte de la fracción más liberal en las Cortes de Cádiz.

Francisco Martínez de la Rosa

Con la restauración del absolutismo fue condenado a la cárcel (pasó seis años en el Peñón de la Gomera). En 1820 fue liberado y tuvo una destacada intervención política durante el trienio liberal, al término del cual tuvo que exiliarse a París. Allí permaneció entre 1823 y 1831, y escribió sus principales obras de tipo romántico. Regresó a España y fue presidente del Gobierno durante la regencia de María Cristina, con posiciones ya más moderadas y conciliadoras (por lo que fue llamado "Rosita la Pastelera"). Volvió a emigrar al caer María Cristina, y años después ocupó varios cargos diplomáticos. Fue director de la Real Academia Española de la Lengua.

Obra

Martínez de la Rosa tenía una formación neoclásica y sus primeros trabajos estaban todavía dentro de esta corriente literaria; sus obras propiamente románticas proceden de su exilio parisiense y de su contacto con la literatura francesa.

Su importancia literaria reside sobre todo en su obra dramática. En una línea de continuación del Neoclasicismo están las comedias Lo que puede un empleo (estrenada en Cádiz en 1810), La niña en la casa y la madre en la máscara (1821), Los celos infundados (1833) y La boda y el duelo (1839). Todas ellas pueden calificarse de "comedias moratinianas". Y en la misma línea neoclásica se hallan, asimismo, sus primeras tragedias heroicas: La viuda de Padilla (1812), Moraima (1918) y la versión que hizo del Edipo (1829).

Sus dos obras más famosas, y en las que se observan los caracteres del teatro romántico (temas y ambiente medievales, color local, espectacularidad, importancia de la libertad), son los dramas Abén Humeya (1830) y La conjuración de Venecia (publicada en París y estrenada en Madrid, en 1834).

En 1833 publicó sus Poesías, que están más en la tradición neoclásica que en la corriente romántica, al igual que las ideas expresadas en su Poética (1822) y en sus Apuntes sobre el drama histórico.

Es autor, además, de una novela histórica (Isabel de Solís, 1837), de algunas obras de tipo político (El espíritu del siglo, 1835) y de una biografía (Hernán Pérez del Pulgar, 1834).

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