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Salud
LA SALUD MENTAL EN EL MUNDO
Prevención y manejo de la enfermedad mental - 2ª parte
Fuente: OMS
¿Cuándo deben comenzar las intervenciones de prevención de los trastornos mentales?
as visitas de enfermeras y de agentes comunitarios a las madres embarazadas y después del nacimiento, a fin de prevenir un cuidado no adecuado del niño, el abuso, problemas psicológicos y conductuales en los niños y la depresión postnatal en las madres, han probado ser extremadamente eficaces si son sostenidas (Olds et al,. 1988).
Enseñar a las madres el monitoreo temprano del crecimiento y el desarrollo de bebes de bajo peso, junto con adecuados consejos a las madres, puede prevenir un desarrollo intelectual disminuido (Programa de Salud y Desarrollo Infantil, 1990). Los programas de estimulación temprana dan la posibilidad a las madres de prevenir el desarrollo lento frecuentemente observado en infantes a pre-término y mejorar el crecimiento y la conducta de esos niños (OMS, 1998). Esos programas pueden también reducir el número de días en el hospital (Field et al., 1986) y resultar en ahorros económicos. También se ha encontrado que los suplementos nutricionales son útiles para prevenir el daño neuropsiquiátrico. Por ejemplo, el suplemento de yodo en el agua o la sal (tal como lo recomienda la OMS, 1996; 2001) puede ayudar a prevenir el cretinismo y otros trastornos por deficiencia de yodo (Sood et al., 1997; Mubbashar, 1999). Más aún, puede tener un efecto positivo en el nivel de inteligencia de poblaciones aparentemente sanas que residen en áreas con deficiencia de yodo (Bleichrodt y Born, 1994).
Las estrategias preventivas son útiles durante la infancia y la adolescencia
Las intervenciones preventivas reducen la depresión y los sentimientos de desesperanza, agresión y conductas delictivas, así como el uso del tabaco, alcohol y drogas y esto de manera sostenida (Schweinhart y Weikart, 1992; OMS, 1993; Bruene-Butler et al., 1997; Shochet et al., 2001). Se ha mostrado que la capacitación de maestros y padres mejora la detección de problemas y facilita las intervenciones indicadas.
“Más vale prevenir que curar”
Intervenciones psicosociales, como la terapia cognitiva-conductual y las intervenciones de grupo con base familiar para niños de alto riesgo previenen el desarrollo de trastornos de ansiedad (Dadds et al., 1997) y reducen los síntomas depresivos y los problemas de conducta (Jaycox et al., 1994). La depresión en la adolescencia tiene un alto riesgo de recurrencia en las edades adultas y está también asociada con el riesgo de desarrollar problemas de la personalidad o de conducta. Es posible prevenir la mayoría de suicidios e intentos de suicidio entre los escolares mediante un amplio programa escolar de prevención, que incluya modificaciones apropiadas de la política escolar, capacitación de los maestros, educación de los padres, manejo del estrés y una serie de aptitudes para la vida junto con la introducción de una célula de crisis en cada escuela (Zenere y Lazarus, 1997).
¿Cómo puede la prevención ayudar a adultos y ancianos?
Existe considerable evidencia que estrategias preventivas mejoran el funcionamiento marital, la vida de relación y ocupacional. Es posible disminuir disfunciones en la comunicación de la pareja, dificultades en la vida sexual, el divorcio y el abuso infantil en parejas jóvenes mediante la educación y el desarrollo de habilidades (Renick et al., 1992; Cowan y Cowan, 1992). Los programas dirigidos a aumentar la capacidad de afrontar la viudez y el duelo reducirían los síntomas depresivos y facilitarían una mejor adaptación (Vachon et al., 1980). Análogamente, los estudios han demostrado que la capacitación en el manejo del estrés en el ámbito ocupacional para personal en riesgo (v.g. enfermeras, conductores de autobuses, maestros y trabajadores manuales) puede ser muy útil. También se ha visto que trabajadores que retornaron al trabajo depués de haber recibido apoyo, afrontaron mejor las situaciones, tuvieron menos síntomas depresivos y lograron conseguir mejores trabajos (Vinokur et al., 1992). El retorno al trabajo así como la pérdida del empleo pueden causar depresión, ansiedad y muchos otros problemas tales como alcoholismo, estrés en la vida de pareja y abuso infantil, e, incluso, pueden llevar al suicidio.
Se ha encontrado que el consejo del médico y otras formas breves de intervención son efectivos en la reducción del abuso de alcohol (Babor y Grant, 1992). Intervenciones breves han sido ensayadas para reducir el uso del cigarrillo (Kottke et al., 1988). Las estrategias para prevenir el abuso de alcohol y otras sustancias por medio de campañas masivas, incluyendo el uso de etiquetas advirtiendo acerca de los riesgos de alcohol, han sido exitosas para aumentar la toma de conciencia del problema (MacKinnon et al., 2000). Igualmente, intervenciones comunitarias destinadas a las mujeres que incluyen coaliciones comunitarias, grupos de trabajo y de apoyo ayudan a reducir el hábito de fumar (Secker-Walker et al., 2000).
El uso del casco protector cuando se monta en bicicleta reduce sustancialmente el riesgo de traumatismos cerebrales que pueden causar discapacidad neurológica y mental (Cameron et al., 1994). Programas breves cognitivo-conductuales para las víctimas de accidentes automovilísticos o laborales (Fecteau y Nicki, 1999; Bryant et al., 1998) son beneficiosos en la prevención y el manejo del estrés postraumático.