“El individuo leal a sus convicciones es mostrado como un retrógrado peligroso”.
[Juan Manuel de Prada]
¿La Onda Media o la Onda Corta? Ese el tema de centenares de páginas escritas desde que la primera emisión radial transoceánica tuviera lugar y rompiera el silencio [por cierto hace algo más de tres lustros, si mal no recuerdo, visioné una película boliviana de tema radial que me divirtió un montón creo que tenía por título El día que se rompió el silencio; si la localizan ¡Disfrútenla! Yo lo hice, quizá la disfruté más porque acababa de regresar del altiplano].
A pesar de los agoreros, la OM sigue siendo útil, libre, penetrante y voladora. Aunque parezca increíble la radio pública en todo el continente europeo está siendo acosada hasta la saciedad y los políticos, burócratas y advenedizos de una sociedad que vive anquilosada por la inacción observa el fenómeno como si no fuera con ella. Como resultado, se han desmontado verdaderos emporios que fortalecieron los derechos de los bípedos y ampliaron sus libertades hasta cotas insospechadas no sólo en el continente, sino en todo el orbe y es entonces cuando surge la pregunta ¿por qué la acosan?
¿Quizá porque el prestigio molesta a otros continentes? ¿Porque la radio que abre, “ojos, oídos y mente” molesta a los mediocres políticos de nuestro tiempo que están recortando hasta cotas insospechadas los servicios públicos? ¿Porque vale más la ignorancia de las masas que el conocimiento de los que se atreven a desafiar a los nuevos “trileros” de la cosa pública? Sinceramente, a estas alturas de la vida, uno se pregunta qué hemos hecho mal para merecer tanto desprecio y nos quieran aniquilar toda la historia de una manera tan chabacana y ruin.
Otros nos venden el “opio de las nuevas tecnologías”, las comunicaciones satelitales, la inmediatez de Internet, como si con eso se educara a las masas, como si con eso se viviera en el paraíso; convengamos, aquí y ahora, que en todo caso las adormece hasta límites insospechados, sobre todo en las aldeanas estaciones de radiodifusión en la frecuencia modulada donde la calidad brilla por su ausencia y las realmente influyentes se cuentan con los dedos de una mano a pesar de que los virreyes de pueblos, ciudades, provincias o regiones enteras sean los que, como el típico señorito andaluz de mi infancia, montado en su caballo, distribuyera la miseria, quién trabaja y quién se queda a dos velas.
Sí, es cierto, incluso podríamos colegir que si no falla, la FM digital es lo mejor… Pero yo no me lo creí en su momento ni me lo creo ahora, sobre todo cuando uno comprueba, sospechosamente, que los fallos de sonido o desconexión [una palabra tan usada por la práctica totalidad del espectro político catalán] afectan, siempre a la misma emisora nacional [por cierto, una palabra que en Cataluña tiene otro cariz y dice lo contrario que en el resto de España por obra y gracia de una clase política que se inventó una nación y se subió a una nube, la del esperpento] y en la OM, por suerte, hay algunas frecuencias que, a partir del atardecer, permiten que los oyentes del “extrarradio peninsular” ¿o debemos decir periféricos?, puedan acceder a otras estaciones vetadas en el triángulo del nordeste y, tengan, que duda cabe, otro punto de referencia en estos momentos de tensiones políticas que no auguran nada bueno, aunque nuestro pasado inmediato parezca no importar a nadie.
Nos habían dicho que la radio pública tenía que rebajar sus presupuestos y RNE se quedó como un bacalao tras ser guisado y consumido: en la raspa [curiosamente, la radio pública de ayuntamientos, comarcas, diputaciones, provincias o regiones, creció de una manera exponencial y la supuesta reorientación de la radio pública española, de toda la vida, se replegaba ante la asfixia a la que la someten sus administradores que, atados de pies y manos por unos políticos despilfarradores, no saben cómo obtener recursos para seguir en el aire, pero ellos [los políticos siguen montados en su nube] aumentan el gasto público, cual Houdini y como dirían Los Morancos: y no pasa na.
Después entraríamos en la consideración de la utilidad pública de esa radio transfronteriza que, con el ocaso, permitía prácticamente cubrir todo el continente. Pregúntense sus señorías cuánto costaba poner en el aire, en su tiempo, el popular y celebrado espacio que realizaba María Matilde Almendros “De España y para los españoles” o la no menos célebre identificación de ¡Aquí Radio Andorra!, que me permitía tener noticias de esta región pirenáica cuando navegaba a centenares de kilómetros de casa. En su momento se alegó que las antenas, gigantescas, producían no sé cuántas enfermedades y hoy las compañías [verdaderos oligopolios o cárteles de la telefonía, incluso se pueden permitir el lujo de expropiar tu terraza y destrozar tu entorno más inmediato alegando el bien común] se forran con el beneplácito de los políticos que les permitieron esquilmar, impunemente, el bolsillo del ciudadano e invadir el bien público del espacio hertziano para adormecer a las masas con siniestra facilidad. ¿Recordamos aquella magistral película de En nombre de la rosa? ¿Será ese el más próximo de nuestros destinos como civilización, la ignorancia en masa?
La OM/OC puede que sea costosa por el sistema analógico que está siendo abatido sin oposición, pero si tenemos en cuenta la audiencia potencial a la que dan servicio, colegiríamos que, en realidad, es relativamente económica para el bolsillo del contribuyente y, por lo tanto, un bien a proteger porque realiza una tarea cohesionadora que no permite la FM [sí, dispone de centenares de puntos emisores que han de estar activos las 24 horas los 365 días del año que, en ocasiones, ya sale al mercado con una tecnología obsoleta y con equipos mucho más frágiles y, a la larga más costosos, que los tradicionales de la OM/OC analógica. ¡Ah! El problema es que la digitalización no es posible y el gobierno de turno no puede darle el simple clic y hacer desaparecer la señal que molesta del éter.
Otra cosa sorprendente, aunque no extraña para el que esto escribe, es el uso de la onda media y onda corta en épocas de crisis políticas o naturales. Por ejemplo, muchos países tienen frecuencias de emergencia para los huracanes, tifones, monzones o ciclones en la OM aunque al ritmo que vamos, cuando esos elementos naturales han destrozado las infraestructuras ¿habría alguien con su modestito receptor de bolsillo a pilas listo para seguir las instrucciones de las autoridades del momento para poder seguir las informaciones sobre las emergencias?
Una cosa que me cautivó estando en aguas australes, cuando tomé un ferry con el que realicé casi una semana de navegación por aquellas poco mansas aguas, el capitán me invitó al Puesto de Mando donde estaban encendidos, evidentemente, todos los medios de comunicación. Ante mi sorpresa, también un viejo transmisor/receptor de comunicaciones que conocía de mi paso por la Armada, ante la pregunta por qué lo tenía encendido, la respuesta no admitía paliativos: por seguridad. Es el único que, en caso de emergencia, nunca me ha fallado en el enlace con la costera, todos los demás medios cayeron, pero nunca, el emisor de OC en fonía, me dejó sin conexión con las autoridades navales.
Ojalá nuestros políticos en Europa piensen más en el ciudadano [aunque creo que es mucho pedir al comprobar el cierre de tantas emisoras públicas de varios países este 31.12.2015] y nos permitan tener/mantener, al menos, unos cinco postes emisores en la OM para poder cubrir, holgadamente, cada país [dependiendo del tamaño con una antena ya bastaría con uno solo, como en su momento ocurría con la potente RTL-Luxemburgo, Europa 1-Sarre, RMC-Mónaco o RTA-Argel]. Así que es lógico mantenga la esperanza, que nunca sea tarde y efectivamente se cumplan los pronósticos del Ingeniero Alemán Jochen Huber [Radio World, diciembre 2015 que tiene razón cuando escribe en su artículo sobre el futuro de la AM: Broadcast to the Rescue, Reaching the masses with minimal cost-effort].
Entonces ¿qué intereses persiguen los que deberían de cuidar el bien común? Por cierto, en 963 kHz 1900-2000 UTC tenemos un excelente espacio en español de la RTI-CADENA INTERNACIONAL (Túnez) que me hace recordar viejos tiempos en el mágico mundo de la radio; ese pasado no tan lejano en donde la radio era una ENCICLOPEDIA ABIERTA A LA CURIOSIDAD del auditorio y una UNIVERSIDAD SIN LÍMITES. ¿Debemos rendirnos a la estulticia de quienes, teóricamente, nos representan? ¿Dejaremos que el espectro radioeléctrico nos sea esquilmado por la voracidad de las grandes compañías de telecomunicaciones de nuestro tiempo que, para más “cachondeo” no tienen, en algunos casos, ni oficina para poder dirigirnos a que solucionen nuestros cacharros que “misteriosamente” se han quedado sin señal o para lograr establecer una llamada se requieren varios intentos que son, religiosamente, facturados como si de una nueva llamada independiente se tratase y sin haberse establecido el contacto. ¡Ah! No te quejes, eso son unos céntimos, pero basta multiplicar por millones de casos al día y veremos que la estafa de estas modernas tecnologías no son precisamente inocentes.
Larga vida a la onda media. Escribamos a las emisoras y no esperemos a que llegue el aviso de los burócratas para darles el cierre. ¿Por qué Bruselas se siente tan molesta ante el ganado prestigio de determinadas emisoras? ¿Será que, realmente, lo que no quieren es la libertad de la sociedad del siglo XXI y nos manipulan con una descarada y dentífrica sonrisa?
Me ha gustado mucho!
Fantástico Juan…que verdades dices…como siempre!!! Gracias maestro. Un abrazo.
La Radio y su practica son un verdadero arte.
El arte de oír.
El arte de construir elementos telepáticos como prolongación del saber y conocer.
La Radio, el sonido de la estática, el desvanecimiento (fading), una voz lejana, Shumann, el piano, noticias… poesía, ciencia y arte.