En esta ocasión las referencias radiales las encontré en una obra que es toda una experiencia de uno de los muchos corresponsales de guerra españoles y que en su día hizo correr ríos de tinta sobre ese mundo, a veces sórdido, a veces de “mentirijilla” porque te “venden” una novela que te crees verosímil y en realidad era todo un montaje. En definitiva, una obra que nos habla de ese endiablado mundo donde al parecer algunos se procuran “su peculiar sesión de adrenalina” sin importar el cómo y el cuándo. Los corresponsales de guerra, como los reporteros gráficos en los conflictos, no dejan de contribuir con su peculiar tributo de sangre a una de las profesiones más difíciles (al menos cuando estás en “territorio comanche” en palabras del autor) y, sobre todo, cuando es un conflicto larvado siglos atrás y grabado en el ADN de la gente que odia prácticamente desde que nace.
Territorio Comanche de Arturo Pérez-Reverte, Random House Mondadori, Barcelona 2000, 135 páginas. En ellas nos narra la peripecia vital del autor (novelada evidentemente) por aquellas tierras balcánicas donde se desató, con encarnizada y cruda realidad, la flaca, en toda su magnitud y volvió a teñir el suelo europeo de esa violencia enquistada que no nos hace, precisamente, la vida fácil porque unas generaciones tratan de domeñar a las que llegan en el difícil arte de complicarles la existencia con soflamas políticas y sueños de bienestar que, en realidad, nunca llegan y a lo sumo, como diría Winston Churchill: sólo tenemos sangre, sudor y lágrimas. En fin, ya sabemos que hay gente para todo, incendiarios que se les llena la boca de consignas absurdas y enturbian el devenir de los pueblos. ¿Hasta cuándo tanta idiocia colectiva?
Este texto, novelado, es estremecedor. En sus páginas nos narra con toda crudeza aquel conflicto en donde ese medio libre y volador llamado radio en onda corta y que tan mal la están dejando en estos inicios de centuria en donde una década se ha llevado lo más granado de la radiodifusión internacional [o al menos en la mayoría de los países occidentales los “listos de turno” han conseguido callar las voces de periodistas e investigadores de primera mediante el resultado de endeudar (primero) a los gobiernos y después hacerles el “harakiri” que nos ha convertido en unos paganos a perpetuidad si nadie lo remedia] y de paso, lo que más cita, el medio natural del entonces corresponsal de guerra: LA TELEVISIÓN, donde nos encontraremos alguna que otra anécdota que nos recuerda que, a pesar de los conflictos, los hombres siguen siendo humanos [casi he estado a punto de escribir los hombres y las mujeres, cuando en realidad, en nuestro idioma, no se requiere tal “ingeniería lingüística” por mucho que nos lo quieran meter con calzador, la estulticia ya nos ha colado el gol con “el género” y otras zarandajas], así que vamos al grano y, directamente, al meollo de lo que dice sobre radio y televisión.. Como siempre, entre corchetes, va la página en la que está inserto el texto que nos interesa.
“Enloquecido por el miedo y la desesperación. Según el Sony ICF de onda corta y la BBC, en un pueblo vecino la Armija había descubierto una fosa con cincuenta y dos cadáveres de musulmanes maniatados”. [17]
“Le fastidiaba que Barlés o cualquier otro se le metiera en cuadro mientras grababa niños muertos entre ruinas, aunque a veces, cuando ya no podía más, dejaba la cámara en el suelo y también se ponía a remover escombros; pero sólo cuando tenía suficiente imagen para minuto y medio en el Telediario.
…-Quiero ese puente… Esa era la razón de que permanecieran allí en lugar de largarse como todo el mundo, a pesar de lo tarde que era: menos de tres horas para la segunda edición del Telediario y aún había de por medio cincuenta minutos de viaje por malas carreteras hasta el punto de emisión..
…Márquez lo hacía situarse para las entradillas en lugares difíciles, donde cuesta concentrarse mientras uno habla ante el micrófono porque está más atento a lo que puede llegar que a lo que dice.” [22/23]
“El problema de la tele es que no puede contarse la guerra desde el hotel, sino que es preciso ir allí donde ocurren las cosas. Uno llega, se pone ante la Betacam con plano medio y el aire a su derecha y empieza a largar.” [24]
“Horas después aquellas imágenes iban a dar la vuelta al mundo, y TVE las estuvo utilizando casi un año como reclamo publicitario de sus servicios informativos; pero en aquel momento, a Márquez y a Barlés los servicios informativos les importaban un carajo.” [36]
“-Ya no queda guerra –decía, partiéndose de risa al recordar.
También Christiane Amanpour recordaba aquel episodio entre whisky y whisky, a la luz de las velas en Sarajevo mientras la artillería serbia sacudía afuera y Paul Marchand intentaba, sin éxito, llevársela a la cama. Marchand era un independiente que trabajaba para varias radios francesas.” [38/39]
“… las colas del pan y todo eso, y el promedio venía a ser de un periodista muerto o herido cada seis días; le habían dado hasta a Martin Bell, de la BBC, mientras su cámara lo filmaba en directo, y eso era como ir a Roma y darle candela al Sumo Pontífice en plena audiencia papal.” [44]
“…herían y evacuaban con tanta rapidez que no daba tiempo a saber sus nombres; como aquel productor de la ABC a quien, viniendo del aeropuerto, un francotirador le metió la bala explosiva en los riñones, justo entre la T y la V de la gran TV que lucía en la trasera de la furgoneta y lo dejó listo de papeles cuando aún no llevaba veinte minutos en la ciudad.” [46]
“De cualquier modo ese alguien, a la espera de una carta o una noticia, tal vez pendiente de la radio –intensos combates en Bosnia Central- ignoraba aún que el objeto de sus pensamientos era un trozo de carne pudriéndose al sol en la carretera…” [48/49]
“Todavía era preciso viajar hasta el punto de edición, una casa rodeada de sacos terreros con un grupo electrógeno y una parábola en el techo, donde trabajaban Pierre Peyrot y la gente de EBU. Aún así, la transmisión se interrumpía a veces por un fallo en las líneas, un defecto en la señal de envío, un apagón del grupo… Barry era un tipo fuerte, siempre de buen humor, que hablaba a través del teléfono por satélite con su mujer filipina en una curiosa mezcla de angloespañol, y antes de colgar le decía te quiero… Los de EBU eran un equipo mercenario muy bueno en su trabajo, que daba servicio de transmisión por satélite a las televisiones integradas en la red de Eurovisión.” [57/58]
“Manucher contaba chistes iraníes incomprensibles, y Arianne, la corresponsal de France Inter que a veces se parecía a Carolina de Mónaco, le chuleaba a Barlés paquetes enteros de kleenex porque se le habían terminado las compresas.” [58]
“Bastaba un retraso de cinco minutos, una descoordinación de satélite, para que la información se quedara vieja y no valiese una puñetera mierda.” [59]
“Los hoteles elegidos como cuartel general por los reporteros contienen un mundo singular y pintoresco: equipos de televisión entrando y saliendo, cables que cruzan el vestíbulo y las escaleras, baterías cargándose en cualquier enchufe, parábolas de teléfonos y equipos de transmisiones por todas partes, el bar sometido a expolio sistemático, apagones, velas en las habitaciones, camareros, soldados, proxenetas, furcias, traficantes, taxistas, espías, confidentes, policías, intérpretes, dólares, mercado negro, fotógrafos sentados en el vestíbulo, tipos con la Sony pegada a la oreja escuchando France Inter o la BBC…” [60]
“En Bucarest iba cada día a la televisión local a transmitir el material grabado para los telediarios, y cada vez entraba y salía arrastrándose por el suelo, porque todo el mundo le disparaba. Nunca le habían pegado tiros antes, pero se aficionó tanto a aquellos que cuando no tenía crónica iba de todas formas con tabaco y whisky para los técnicos rumanos, que lo adoraban y terminaron queriendo casarlo con una montadora –de vídeo- muy guapa.” [68]
“María la portuguesa, que era corresponsal de radio y cantaba fados y espirituales negros cuando se mamaba; Pinto, reportero estrella de la RTP a pesar de que estaba loco como una cabra…
María la portuguesa le pidió permiso a Fernando Múgica para lavarse en su habitación del Holiday Inn, y después se quedó dormida en la cama, completamente desnuda y boca arriba. Tenía unas tetas estupendas, así que, al encontrársela allí, Múgica fue en busca de Barlés y pasaron la tarde sentados los dos frente a la cama, tomando copas y charlando mientras contemplaban el paisaje.” [80]
“De todos modos, como decía el corresponsal de EFE Enrique Martínez entre chupada y chupada a su vieja pipa, regalo de Arafat en Beirut, Jorge [Melgarejo] era reportero de la Radio Vaticana en castellano; así que, en su caso, los milagros tenían poco mérito: iban a cargo de la empresa.” [81]
“Solía llevar en los bolsillos del chaleco –linterna, bloc, bolígrafos, un mapa, acreditaciones de los tres bandos y la ONU, pasaporte, dólares, marcos, aspirinas, navaja suiza, fósforos protegidos en un condón, potabilizadora, grabador, botiquín de emergencia, Pharmatón Complex, tira de goma para torniquetes, radio Sony ICF/SW.” [86]
“Aquella misma Jadranka, el amor platónico del pequeño Rado, estaba ahora en el Nissan, anotando las noticias que escuchaba por la radio, y levantó la cabeza para mirar a Barlés, preocupada, cuando éste abrió la puerta del coche.” [104]
“Quince minutos hasta Cerno Polje y casi una hora hasta el punto de emisión, si todo va bien. Peyrot les haría un hueco en el satélite, y transmitiendo en bruto llegarían a tiempo para el Telediario.” [134]
Y se acabó lo que se daba. Esto es lo que dio de sí una novela que se lee fácilmente (salvo cuando te encuentras con topónimos impronunciables) y de una tacada. Vamos que te engancha y eso no es frecuente en la literatura de nuestro tiempo donde, los más, mezclan churras y merinas y acabas más “zumbao” que los corresponsales de guerra de los que habla Pérez-Reverte si no estás atento a lo que te están largando…
Seguimos con otros textos, pero esto ya queda para después del verano, si Dios no lo remedia y todavía hay gente que aguante mis tostones relacionados con la radio en la literatura. Toca cenar y salir pitando al dulce y reparador sueño antes de que vuelvan los mosquitos que me tenían frito… Ya puedes poner repelentes, al final apareces como si vinieras de pasar la viruela. Las tormentas de estos días, con grandes destrozos en el agro de la zona, parece que nos dan un respiro contra estos insaciables insectos.