Escrito por Joaquín Mañes Postigo, Inédita Editores, Barcelona, 2009, 454 páginas. Como de costumbre, la página con la referencia a la radio aparecerá recogida entre corchetes al final de cada párrafo.
Es un libro centrado en la presencia de nuestros paisanos en el ejército francés desde el XVII (aunque la historia de los extranjeros en las fuerzas galas arranca cuatro siglos antes). Fue en 1831 cuando se funda la Legión Extranjera y en algún momento el personal estuvo compuesto por casi 1/5 parte de españoles. En estos momentos no deja de ser testimonial el número de nuestros conciudadanos en el célebre y exclusivo grupo de élite: sin duda el más efectivo de cuantos están operativos en tierras galas y que ha demostrado, con diferencia, su valor y entrega al país de acogida. Hoy apenas hay posibilidad de ingresar en sus filas y la Legión Extranjera goza de un prestigio ganado por sus hechos bélicos a través de los siglos.
El libro recoge algunas referencias a la radio, esencialmente la radio utilitaria pues no otra cosa son las comunicaciones militares por este medio y que como todos sabemos [o al menos así debería ser] nada de lo que se capte de estos servicios no destinados al público puede ser revelado [aunque aquí y ahora vemos que el respeto a ese principio de la ITU es constantemente violado por el Reino de España, sobre todo por el mundo periodístico que intercepta, graba y divulga incluso las conversaciones más privadas que surcan el éter y que sólo por eso los medios deberían de ser sancionados tal cual prevé el reglamento legal firmado por nuestro país, pero ¿podemos pedir peras al olmo con una judicatura totalmente politizada y una corrupción que parece resistirse al más especialista de los investigadores?]. Veamos esas pequeñas referencias y también otras alusivas a Internet que parece ha venido a revolucionar y globalizar la llegada de legionarios de los más insospechados rincones del orbe.
“Al aproximarse a Son La, recibieron la orden de detener su avance, pues las autoridades francesas habían entrado en negociaciones con el Vietminh. El batallón mantenía su vinculación con el mundo exterior gracias a la radio y a los lanzamientos de víveres y municiones que les efectuaban en paracaídas. En el mes de junio pudieron llegar hasta la provincia de Sam Neua, protegiendo aquella zona contra los actos de pillaje”. [211]
“Construido en el invierno de 1948-1949, constaba de catorce vagones, incluido el vagón de mando y radio, y un vagón ambulancia. La locomotora iba precedida de raíles con traviesas que iban haciendo saltar las minas…” [215]
“El capitán Cardinal resultó mortalmente herido sobre las 19.45 horas; se le evacuó al puesto de radio que estaba en el barracón principal. Sin embargo, pese a su gravedad, continuó dando órdenes.” [224]
“La radio del puesto pudo por fin pasar el mensaje a Bac Kan comunicando que habían sido objeto de un ataque en toda regla. El combate prosiguió durante toda la noche, pero la bandera francesa siguió en el mástil durante toda la jornada.” [224/225]
“Antes de que los campesinos se desplazasen por ellas, pasaba una patrulla de legionarios detrás del que portaba el detector de minas. Si pitaba se procedía a su desactivación. Cuando la ruta estaba limpia, la patrulla llamaba por radio al puesto que se encargaba de autorizar el paso de los civiles.” [239]
“Cuatro días después llegaron a Haiphong, y finalizarían su viaje en Hanoi. Fue designado como radio operador de su compañía, siempre próximo a su capitán, con quien se entendía en español, cosa que el oficinal no podía hacer con sus alemanes…” [263]
En el momento en el que lo despojaron del subfusil y su radio, sus captores no se dieron cuenta de que llevaba escondida una pistola en la espalda; ese arma, pensaba Domingo, sería su salvación en el momento en que pudiera escaparse de la formación, enorme, larguísima, de prisioneros franceses.” [265]
“La infantería española era la cenicienta, faltaba de todo. Estas carencias se extendían a los cañones y morteros. Las radios de la marca Marconi, muy pesadas y de gran tamaño, funcionaban con una dinamo a pedales; no tenían vehículos todoterreno y el mulo era todavía el medio de transporte.” [294]
“Esta columna de socorro se tuvo que batir cuerpo a cuerpo, avanzando penosamente, pero estaban resueltos a ellos, pues los pilotos de los T6 iban informando por radio de que los legionarios de Sánchez seguían resistiendo.” [329]
“Tras su estancia en el centro de instrucción fue enviado a Sidi Bel Abbés, al cuartel Viénot, para realizar un curso de radiotelegrafista… Los días en Sidi Bel Abbés pasaron rápidamente para Martino [Luis Martino Liesa]. Aprendió francés, única lengua de mando y en cuyo uso los oficiales se mostraban muy estrictos, lenguaje morse, el uso de la radio y el manejo del subfusil MAT-49, amén de recibir mil consejos, repetidos constantemente, sobre el combate de contraguerrilla… Poco después fue destinado a la 9ª Compañía mandada por el capitán belga De Brouquer. Con este cambio dejó la radio, lo que le alivió doblemente, por el peso que le suponía tener que cargar con ella [personalmente recuerdo lo duro que era ese ejercicio durante las marchas pues yo mismo cargué con una PRC-27 durante mi servicio militar, relativamente ligera, pero que se te clava en los riñones y especialmente su célebre antena de látigo que entorpece el desplazamiento] y por ser blanco claro para los fellaghas, gracias a la antena.” [340]
“La frontera con Marruecos, con su independencia recién estrenada, era vigilada por pequeños aviones de reconocimiento Mouchard, encargados de descubrir cualquier infiltración de fellaghas. Tan pronto eran descubiertos, el avión lo comunicaba por radio a las fuerzas terrestres más cercanas al área de la infiltración y hasta allí se desplazaban los legionarios, bien en camiones o, si la urgencia lo requería, en helicópteros.” [341]
“Tras los voltigeurs [sería, militarmente hablando, el papel de los cazadores en el Ejército Español] marchaban los legionarios más fuertes, con los fusiles ametralladores y el lanzagranadas, para apoyarlos con su potencia de fuego. Por último, avanzaban el radio operador y los sanitarios.” [342]
“De Gaulle ordenó que el Ejército permaneciera a la espera de las órdenes que se transmitieran a través de la radio, lo que terminó popularizando las imágenes y fotografías de los soldados legionarios y paracaidistas franceses alrededor de los transmisores de radio (sic), atentos a las novedades.” [347]. Evidentemente, yo creo que el autor debería decir “receptores de radio” puesto que del párrafo se desprende que estaban a la espera de las órdenes radiales y por ello con las orejas pegadas a la radio.
“Las fuerzas francesas fueron puestas en alerta y se enviaron; la Legión envió tres compañías del 2º REI, con un EMT (estado mayor táctico) y la 5ª compañía del primer REC. Desplegados en el edifico de la presidencia y en la Casa de la Radio [la única referencia realmente referida a la radio convencional y que conoce todo el mundo, en este caso se trata del desplazamiento a la República Centroafricana en 1996 y a la que me ofrecieron ir justo ese mismo año, entonces rechacé ese voluntariado y me dieron la opción de realizarlo en La Paz-Bolivia, un lugar mucho más tranquilo] los legionarios tuvieron que abrir fuego contra los amotinados.” [408]
“La Legión había despertado el interés de los medios de comunicación, y los primeros años del nuevo siglo y milenio comenzaron con un reportaje en TF1 sobre la vida y los hombres de la Legión, sus orígenes, la motivación para alistarse… En el año 2006 la misma cadena de televisión, y dentro del mismo programa, emitió otro reportaje sobre la selección de legionarios en la Guyana (sic) francesa para hacer el curso de monitor… El jefe del curso era un español, el adjudant-chef Antonio López Díaz, de 49 años de edad y con 23 años de servicio en la Legión Extranjera… Su presencia en los medios audiovisuales ha sido notoria, apareciendo a finales de la década de 1990 en el programa de televisión 59 minutes, en el que se hablaba de los oficiales y suboficiales que habían realizado un curso de comandos con las tropas brasileñas… Además de las emisiones de TF1, han aparecido programas en otras cadenas. Es el caso de M6, que en el año 2006 emitió el reportaje En quête d’action en el que aparece otro suboficial español…” [427/428]
“Internet ha ayudado a transformar esta institución, haciéndole perder parte de su carácter europeo para constituirse en la Legión de los cinco continentes, en una institución militar en la que conviven 136 nacionalidades… incluso cuenta con su propio portal en Internet, en el que informa sobre sus unidades en servicio y sus antecedentes. Otro portal explica el sistema y el método de reclutamiento y los requisitos que deben reunir los candidatos.” [433/434]
Y hasta aquí todo lo que dio de sí, radialmente hablando, este excelente ejemplar dedicado a la Legión Extranjera francesa y que podría servir de manual preparatorio para cualquiera que quiera intentar esa gran aventura, dura, imprevisible y desconocida. Pero eso sí, los puntos más dispares del orbe pueden ser el destino del legionario que logra superar todos los escollos, el primero: el de la selección donde prácticamente pasa el 10% de los que lo intentan [se puede intentar de nuevo a los tres meses de haber sido rechazado] y luego vuelve a perderse otro porcentaje que deserta e intenta escapar de esa dura realidad a la que son sometidos en los cuatro meses de entrenamiento inicial cuando los aíslan en determinadas granjas del territorio francés sin contacto con el mundo exterior para intentar cohesionar la diversidad de procedencias.
Un libro que, al margen del aspecto histórico, también podríamos calificarlo de clarificador sobre los españoles y de viajes por la cantidad de espacios en los que transcurre la narración. En la parte central también un buen lote de fotografías vienen a ilustrar la dura vida de estos hombres que hoy son reconocidos como uno de los grupos mejor preparados del mundo dispuestos a intervenir de manera inmediata en el más apartado rincón del orbe, a la espera siempre, de las decisiones de los políticos de turno. A poco que uno tenga interés en temas bélicos, disfrutará de esa lectura que el autor sevillano ha ido pergeñando en una sencilla redacción e infinidad de anécdotas. Casi, casi, a pesar de la seriedad del tema, me hizo recordar los célebres cuentos de Hazañas Bélicas de mi infancia.
¡Chapeau!
Como autor del libro, muy agradecido por la reseña; me ha encantado.
Un cordial saludo.