“La ignorancia estimula la imaginación”
(Francisco Nieva)
Escrito en catalán por Sílvia Espinosa, Orígenes de Albertí, Editor SL, Barcelona 2014, 172 páginas, 18 Euros. Como de costumbre, la página con la referencia a la radio aparecerá recogida entre corchetes al final de cada párrafo.
Se trata de un libro íntegramente dedicado a la radio, pero en donde hay perlas que merecen la pena comentar. De entrada, demasiada pretensión para tan poca erudición; de salida, qué fácil es obtener en la actualidad el doctorado en las universidades del Noreste de España y qué poca comprobación por parte del flamante director de tesis (porque, al parecer, eso es lo que tenemos entre nuestras manos) que, a su vez, pretende centrar cátedra [no importa sea catedrático] desde la UAB.
Es evidente que, si uno no conociera el medio, el libro podría pasar con un aprobadillo justo, pero aprobadillo. Por lo tanto, creyendo que sabemos de qué estamos hablando, el ejemplar que tenemos no deja de dejarnos un amargo sabor, quizá porque esperábamos novedades, cosas nuevas que hagan comprensible el dedicarle una tesis a las mujeres de la radio. Pero, sinceramente, cuando el mérito de las féminas (en muchos casos) es el haber puesto voz a las primeras emisiones y, en algunos casos, casi desaparecer de las ondas para siempre, no creemos que (eso) sea, precisamente, lo importante para hacer historia.
En un segundo plano, estaría otro hilo conductor, el catalanismo militante o el haber lanzado un mensaje al éter en la lengua de Espriu ¿de verdad eso es ya mérito suficiente? ¡Creo que no! Aunque, quién sabe, igual hay terreno abonado para hacer la historia radial de más de cinco mil lenguas, aunque ahora mismo a nivel planetario se usen menos y sólo determinadas emisoras religiosas están lanzando al éter idiomas relativamente pequeños en su número de hablantes o en su área geográfica. Vaya, que me devuelve a los tiempos de Radio Moscú donde había una emisión que sólo escuchaban los miembros de la tribu de un locutor que llegó de uno de los “apartheid” de África del Sur y hablaba a su gente, como anticipándose al popularizado WI FI de nuestros días, gracias a la Patricio Lumumba y el internacionalismo militante de la URSS del momento.
Por otro lado queremos señalar que uno de los capítulos fuertes es la amplia bibliografía [dudamos que haya sido consultada en su totalidad, pero bueno ahí está para los que quieran entretenerse en buscar las fuentes], aunque notamos sonoras ausencias, quizá porque no son del mismo palo o la dicente simplemente ha ignorado esas otras fuentes por simple desconocimiento. Curiosamente notamos sonoras ausencias en el apartado de publicaciones periódicas, mucho más teniendo en cuenta que en los casos en los que noto su falta se entregaban una decena de ejemplares en el Depósito Legal de Barcelona [algunas de esas publicaciones las consulté cuando buscaba material sobre el Correo en el Nuevo Mundo en la Biblioteca Nacional]. Quizá, y digo quizá, puede ser porque en sus cabeceras no aparece la palabra radio. Pero ¿podemos colegir que si esa palabra no aparece en la cabecera el contenido ya no es radio? ¿Qué contienen, por ejemplo, las publicaciones de los clubes DX españoles en sus páginas? Radio en estado puro y, buscando, buscando, siempre se puede encontrar algo más. Nada de Nuevo MAF Internacional, nada de URE, nada de la Guía de la Radio, nada de CQ Radio Amateur, nada de Electrónica y Comunicaciones, etc. Incluso la mismísima hemeroteca de LA VANGUARDIA nos podría deparar alguna que otra sorpresa… En fin, que no es precisamente un trabajo, radialmente hablando, para tirar cohetes y la nueva doctora no creemos que con esta investigación aporte grandes cosas al conocimiento de los que nos siguen o bien podríamos preguntarnos ¿esa es la universidad tan prestigiosa que tanto anhelábamos?
Entremos ahora en el tajo y analicemos algunas de las cosillas que no nos dejan indiferentes:
“Bajo la dictadura franquista, la radio modificó los contenidos y recortó la libertad de emisión y creación (sic). [Prólogo del director de tesis y Catedrático de la UAB Armand Balsebre, página 12]
Personalmente entiendo como si la radio de los 60/80 que es la que pertenece a mi adolescencia/madurez en esta piel de toro, fuera algo insustancial cuando ahí tenemos parte de la historia de oro de la radiodifusión española y en donde algunas voces catalanas sobresalieron no sólo desde la radio pública [por cierto nada de nada que nos lleve a Radio Nacional de España o a Radio Peninsular, aunque claro estas emisoras ya no entrarían en el hilo conductor de la historia que se pretendía montar que prácticamente estaría centrada en la década de los treinta, pero si ese era el acotado temporal ¿qué pinta entonces la inolvidable María Matilde Almendros Carcasona, uno de los grandes activos de la radio pública española hasta su fallecimiento y con la que en alguna ocasión coincidí en los estudios de Paseo de Gracia 1 en aquellos fantásticos años de una Barcelona que deslumbraba, mucho más a los que llegábamos por primera vez a una ciudad verdaderamente cosmopolita para lo que se llevaba en aquella época de finales de los setenta].
En cuanto a poder enfrentar la radio de entonces a la de ahora, quizá tendríamos que entregamos a un tribunal “imparcial”, pero las emisoras de FM a pesar de su abundancia no son precisamente las sembradoras de “libertad, calidad programática o creatividad” [basta darse una vuelta por cualquier EGM para ver que precisamente la pluralidad de oferta radial en la FM no siempre es la que se lleva el gato al agua, aunque de entrada el catedrático nos hable de algo, que a la sazón, me parece etéreo. Pero veamos lo que opinan, ahora mismo, sobre la Televisión en Cataluña: “Siete canales de televisión entregados a un grupo próximo a ERC y CiU, la pluralidad en Cataluña es preocupante” [Carmen B. Fernández, Diari, 22.04.2014] o “Hay una enorme tensión y una falta de libertad de los que no son nacionalistas” [Diari, 29.04.2014, página 31].
Para el tema radial también basta darse una vuelta en las concesiones y en las estaciones que han sido clausuradas porque “no se someten a los gobernantes de turno” [tendríamos ejemplos varios, desde las clausuradas por razones lingüísticas –no emitir en catalán- a las que no se someten en el plano “ideológico” o la terrible “casualidad de la entrega de licencias a unos y la nula –siempre- a los díscolos por muchos méritos y apoyos que tengan. En definitiva, no más emisoras significan ni pluralidad ni calidad, a veces sucede todo lo contrario: muchas de ellas se han convertido en un pozo sin fondo que lastra los escuálidos presupuestos municipales cuando ha tocado devolver lo que tan alegremente se gastó.
La pregunta por lo tanto, para el flamante director de tesis es ¿de qué libertad habla? ¿A qué creación se refiere?
“Durante los años veinte del siglo pasado, técnicos e ingenieros que eran verdaderos fanáticos de las técnicas radiotelefónica y televisiva (sic) [Página 15].
¡Caray!, si ahora resultará que la televisión también la inventó un barcelonés! Sí, es cierto, ya había avances tecnológicos y por ejemplo en la primera Guerra Mundial ya había determinados teletipos que a uno no dejan de sorprenderle cuando los ve. Que se transmitían fotos, eso ya lo sabemos [recuerdo que en mi infancia los aportes gráficos decían Telefoto de AP, EP, EFE, FP, etc.] pero de ahí a fanáticos de las técnicas televisivas que en la Barcelona de la época estaba todo en pañales es demasiada pretensión, o al menos eso creo yo a mi modesto entender. En cualquier caso, bastaba una simple nota bibliográfíca para ese comentario y “salvar el compromiso”.
Si observamos atentamente la fotografía (aparecida el 3 de octubre de 1925) podemos ver, al lado del brazo derecho de María, el micrófono del teléfono que es muy diferente de los que se utilizaban en los años veinte en los estudios de la radio (sic)” [Página 24]
¿A qué década le asignamos el año 1925? ¿Qué nos quiere advertir la autora, Señora Espinosa con esa disertación sobre la diferencia de la telefonía en los años veinte?
“La deseada radio fue íntegramente en catalán y dispuesta a difundir los ideales y las costumbres culturales propias del país (sic), nació con el objetivo de velar por la catalanización de Cataluña y para educar y culturizar a unas clases sociales que necesitaban estas dosis de patriotismo y buenas costumbres…” [Página 64]
La verdad que al leer esto me entró un picor de aúpa, sobre todo teniendo en cuenta la entrada del director de tesis sobre la dictadura franquista y la falta de libertades, ergo adoctrinamiento ideológico… ¿Qué nos quieren decir dicente y docente con este párrafo de la página 64?
“Nos detuvieron una noche y nos llevaron a la Comisaría de la plaza Urquinaona. Había señores de la calle, había drogados (sic), había de todo. A la mañana siguiente nos sacaron”. [Página 80]
No cita la fecha, pero seguramente fue del 27 al 31 de enero, tras acceder a las instalaciones de RAC las fuerzas nacionales (en terminología actual y empleada por la dicente/docente “franquistas”, y poco antes de ser rebautizada Radio España de Barcelona. Yo pensaba que las primeras referencias al mundo de la droga las recibí con la Guerra de Vietnam y ahora resulta que ya en los años treinta, en Barcelona, había drogados… ¡Vamos bien!
“Desde el 29 de mayo de 1939 “Año de la Victoria” hasta el 31 de agosto de 1980, fecha de su jubilación oficial (texto en castellano y en cita de Juan Munsó Cabús)… Mercedes Laspra se jubiló de Radio España en 1981, con el orgullo de ser una de las locutoras más populares del Estado”. [Páginas 86/88].
Al final queda la duda en 1980 o en 1981. Es lógico pensar que teniendo en cuenta la cita, Munsó Cabús merece más confianza que la autora de la tesis, por lo tanto, nos decantamos por 1981 como la fecha correcta aunque pendiente de comprobación.
Tarjeta QSL de Juan Díaz Galcerán, fue el “alma mater” de Radio Reus, pero la autora titula la ilustración “Carnet de radioaficionado del propietario de Radio Reus… Corría el año 1933 cuando Juan Díaz Galcerán obtuvo el indicativo EAJ-11 de Radio Profesional.” [Página 96].
Con lo fácil que es identificar una QSL de una licencia de Radioaficionado, pero ni eso ha sido capaz de cotejar la flamante “doctora Espinosa”, además, confunde el indicativo asignado a una emisora como el indicativo “profesional”. La Señal de Llamada y el indicativo que se asignaba a todas las emisoras de radio del mundo en la época no son sinónimos, sino distintos, o más claro aún antónimos y nada que merezca la pena confundir. ¿Ha visto la autora a algún radioaficionado en su vida? ¿Por qué una cosa tan sencilla que con un simple clic se puede corregir se deja y tan “panchos”?
“Fueron a refugiarse a Vilanova del Camp, a once kilómetros de Reus.” [Página 99]. “El padre fue condenado a muerte y quedó internado en el barco prisión del puerto de Tarragona… Para Adelaida la radio era una evasión. Iba cada día, caminando, desde Vilanova del Camp…” [Página 100]. El Comité Local persiguió a su padre y toda su familia fue objeto de represalias…” [Página 111]
Lo siento, nunca escuché este topónimo en la provincia de Tarragona [geográficamente correspondería al Baix Camp], la autora debe aludir a Vilallonga que, en determinados momentos, también se llama Vilallonga del Camp y coincide con los kilómetros hasta la próxima ciudad de Reus. También podría tener razón porque Alcover tuvo ese nombre, pero en el lejano 1464 y duró hasta 1476, son hechos históricos bien lejanos a la contienda española pero incluso podrían darnos pistas para otras cosas, en aquella etapa histórica no sólo le quitaron el nombre a la población alcoverense, sino que rodaron cabezas por todo el contorno, en fin son otras batallas. Hubiera sido deseable, si a las tropas nacionales las adjetiviza como franquistas, que a los dos barcos que mantuvieron los republicanos en el puerto tarraconense y en donde los testimonios de los que pasaron y se atrevieron a hablar, también se les diera el mismo trato por aquello de “primus inter pares” o la represión sufrida a mano de los milicianos del Comité Local, lo deja en el aire y, si cuela, cuela. ¿No hemos quedado que cada uno es responsable de sus actos? Pues eso, los protagonistas de la historia son los que son y no aquellos que nosotros queremos imaginar y si hacemos historia [o lo pretendemos] debemos también ser exquisitamente coherentes, aunque aquí y ahora, está muy bien visto echarle la culpa de todo al otro. Cuando preguntas ¿quién es el otro?, simplemente te salen con otra evasiva, pues el otro y ¡Así nos va o así escribimos la historia! ¿O esto lo denominamos hagiografía?
“En 1946 queda apartada de la radio y pierde la posibilidad de tener una paga de jubilación… [Páginas 101/102].
Se deja entrever que por el hecho de haber sido “depurada” ya no tuvo derecho a pensión… ¿Cotizó lo mínimo que en aquella época se estipulaba? Si lo cotizó evidentemente es una canallada, si no lo hizo, tampoco podemos ir dando pensiones por el hecho de haber sido una de las primeras voces de la radio reusense, o al menos tal y como se entiende una pensión. Otra cosa son las no contributivas que se conceden “graciosamente” tras el correspondiente informe de “falta de recursos, discapacidad o carencia total de ingresos. ¿El historiador está para analizar los datos o para interpretar, a posteriori, las normativas?
“En diciembre de 1933 Radio Gerona inicia sus emisiones… [Página 125].
Varias veces lo cita, pero sin poner el día y, sin embargo, reproduce el documento de la publicación de Catalunya Ràdio donde se recoge día y hora de esa primigenia voz en el éter gerundense… Vaya, si tienes el dato y la documentación en que se sustenta, lo lógico, lo coherente, es escribirlo en lugar de dejar la incógnita abierta, además basta un clic para obtenerlo. ¿Desgana? ¿Dejadez? ¡Saber!
“Entonces entró Gerardo Esteban. Gerardo Estevan era un maleducado…Me llevaron a la plaza Urquinaona… éramos un centenar, una checa. Nos sacaron los mismos que habían ocupado la radio. [Página 128]
Vaya, al margen de una reiteración, con faltas de ortografía [recordemos que estamos en la Universidad]. Después mezclar churras y merinas, está bien que la persona mayor se equivoque, pero la autora del libro debería saber que las checas no llegaron precisamente tras la ocupación de la ciudad por el Ejército Nacional e incautación de la emisora. Son dos episodios contrapuestos que cuesta poco aclarar para el neófito. En cuanto al mundo de las checas, hoy está sobradamente documentado y, recordemos, que el flamante hombre fuerte soviético fue fusilado por Stalin nada más llegar a Moscú tras el desastre… Hoy se le rinde homenaje en el centro de interpretación (sic) que sobre la contienda existe en la zona de la célebre Batalla del Ebro… Aquí, como un día leí en el DIARI tarraconense, a un tonto le das una batuta y se cree general.
“Yo no me había distinguido políticamente, ni entonces sabía lo que era la política… [Página 130]. Los gobernantes gerundenses la consideraban afecta al régimen franquista en los años sesenta y así se inscribe en el Registro Oficial de Periodistas el 25 de octubre de 1963… Todos me conocían y la censura sabía que no hacía nada mal… Recibió la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo en 1974.” [Página 133].
En todos los casos se está refiriendo a Francina Boris, locutora de la RAC, rebajada a secretaria entre 1939-1942 en Radio España de Barcelona. Después retornaría a su tierra gerundense y continuaría la etapa radial. Curiosamente, a pesar de todo lo que se recoge en el libro, ahora se escribe de ella como si fuera una heroína e incluso el Presidente de la Generalitat del momento, mi paisano Montilla, la condecoró reconociendo su valor frente a las tropas en 1939. ¿…?
Si en el libro se recoge el material que acabo de transcribir y que era persona del régimen ¿Cómo en pleno siglo XXI se le premia por lo contrario? En fin necesitamos héroes y no dudamos en inventarlos, total nadie dirá nada, sobre todo en la época de lo “políticamente correcto” y aquella otra de “el que se mueva no sale en la foto”. ¿Qué nos podría decir el director de tesis sobre este pasaje? ¿Cómo puede escribir un prólogo y firmar lo que luego es totalmente contrario? En fin, cosas veredes querido Sancho, como diría don Quijote.
“El día antes nosotras estábamos en casa y los rojos nos cogieron y nos hicieron marchar a todos… Entonces entraron los nacionales. Nosotros marchamos y la radio quedó a merced de los que llegaran.” [Página 140]
Este pasaje corresponde al testimonio de María Tersa que (curiosamente) también se explica con claridad y a pesar de la contundencia de la afirmación, prácticamente se ignora en la historia. Pero sin duda el colofón final es el que tampoco tiene desperdicio:
“Quiero dejar constancia que todo los datos que llenan estas páginas son reales (sic). [Página 163].
¡Pues menos mal! Ante esta falta de modestia por parte de la autora uno tiene que quitarse el sombrero.