11 DE DICIEMBRE
La gran y extraordinaria aventura de un nuevo viaje, comienza. Suena el despertador a la hora de cada día; nada del otro mundo, algo consustancial a mi existencia, nada extraordinaria, puesto que ha sido una constante desde que hace más de tres décadas iniciara mi actividad como docente.
Pero hoy, retirado, gozando ya del merecido descanso; tras medio siglo de trabajo, no me cansaré de explicarlo: era algo anhelado, esperado, deseado. Sobre todo desde que el sistema educativo español se fue escorando en un viaje a la nada por obra y gracia de unos políticos que sólo miran el hoy y se han olvidado del mañana [eso de los papeles para todos es la gran estafa para nuestros chicos que cuando salen al mercado laboral descubren que la vida es otra muy diferente y la sociedad de la titulitis es una de tantas estafas, vamos un “corralito” de los muchos que nos han ido gestando entre todos los servidores de la cosa pública que han decidido liquidar la realidad para convertirnos en parias y, además, sin trabajo].
Tampoco deberemos perder de vista a una sociedad infantilizada y anclada en la banalidad. Una sociedad que sólo pide derechos y se exonera de sus obligaciones. Lo peor es que [además] pretendan que esa banalidad sea la constante para todos y, sin embargo, muchos nos resistimos a “ese pan para hoy y hambre para mañana” que parece les funciona fabulosamente bien. Nos engañan como a críos y encima pretendemos tener futuro… Es cierto que la estafa social funciona mejor en unas comunidades que en otras, pero vaya, que comparando las 17 autonomías, España no es precisamente un espejo al cual mirarse, sobre todo con la impresionante cantidad de “manguis” que tenemos en todos los escalones. Hemos desmontado un sistema para montar un “chriringuito” donde, como dicen en mi pueblo, el más tonto afina pianos y así nos va.
Todavía recuerdo aquella mañana postelectoral en la que mis compañeras de profesión [esa es otra consecuencia de la banalidad, los hombres prácticamente han sido barridos del mundo de la enseñanza, con lo cual los chicos pierden también un punto de referencia; vaya que se nos fue la “igualdad” por la cloaca y creamos otra desigualdad. A los chicos se les exime de toda responsabilidad y son desagradablemente ofensivos cuando están haciendo cosas incorrectas y les llamas la atención] estaban exultantes porque los perdedores habían decidido dar el “golpe de timón” y formar un gobierno tripartido: una vez más me veía solo y remaba contra corriente. Les advertía que el desastre estaba por llegar: y llegó en forma de deuda [en apenas dos legislaturas el invento casi cuadruplicó la deuda heredada, aunque ahora el + ya ha superado el listón con creces y nos está rompiendo la convivencia aunque [algunos] miren para otro lado como diciendo que esto no va con ellos, cuando todos estamos en la misma nave].
A veces charlábamos y las que más celebraban aquel parto “antinatura” ahora me decían pero ¿cómo lo tenías tan claro y todas remando en contra? La respuesta, por obvia, siempre era la misma: debemos formar ciudadanos críticos, independientes, responsables y, sobre todo, con perspectivas para el futuro. Regalar las notas no nos lleva a mejorar nuestro carisma profesional sino a nuestro hundimiento como seres humanos que vivimos e interactuamos en sociedad.
Nosotros tenemos un compromiso ético con las generaciones futuras y hemos de luchar contra ese destino fatal que le han diseñado los políticos mediocres, con la resignación a ultranza, como última meta. Ese destino en donde la familia, la principal valedora de educación, parece haber desistido de su papel y entrega las criaturas a la más tierna edad a un sistema que hace aguas [sin duda porque a la sociedad eso ya le va bien y la libera de sus tensiones, cuando no de sus responsabilidades como progenitores].
Sin querer regresaba a mi niñez, a mis lecturas y siempre recordaba aquel dicho chino que aprendí siendo niño, más o menos lo recuerdo así. “Dale un pescado a un hambriento y comerá un día, enséñale a pescar y comerá toda la vida”. Ese dicho lleva más de medio siglo marcando mi día a día y es lo que en cierta medida me lleva a encontrar otras salidas a problemas cotidianos; encontrar respuestas a cosas a las que el común de los mortales no les ve salida, donde quizá, lo más importante, sea la palabra tranquilidad.
Y siempre me encontré la misma respuesta: pero es que tú eres raro. Tienes aficiones que nadie entiende, gustos que nadie se explica, veredas por las que nadie transita y luego se extrañan de lo que sucede a su alrededor. Como ahora. ¿Que te vas a China? ¿Pero cómo lo haces con la miseria que nos pagan? Yo, erre que erre. No se trata de la miseria que nos pagan [ya hasta hemos desistido de la lucha y hasta nos confiscan nuestros derechos, porque eso es lo que han hecho con los funcionarios al eliminarles las pagas de Navidad], sino cómo te administras (y aquí debo decir que no sólo se trata de economía, sino de cómo gestionas tu tiempo, tu entorno, tu día a día que, llegado el momento, te devolverá ciento por uno como nos enseña el célebre pasaje bíblico).
Pues sí, me voy a China, una vez más. Confiando también en que no será la última ante el inevitable y feliz camino andado; ante la inevitable llama que, por momentos, flaquea, como si el aire fresco de cada mañana soplase con más fuerza y, lógico reconocerlo, esta vez el viaje era como invitado de la radio que me acompaña desde que, siendo niño, comencé a escribirles y ellos a contestarme.
Por eso digo que para mí es como volver a casa, con la familia, porque los miles de kilómetros no me separan, sino que a lo largo de medio siglo nos han unido. ¡Esa es la magia de la radio! La gran aventura de la onda corta a la que los especuladores de medio mundo están acorralando y haciéndola desaparecer. Sin querer, pienso que es precisamente para que ellos puedan quedarse tan tranquilos haciendo sus grandes desastres y que luego nadie se acuerde. Ya no tenemos grandes entidades cuyos análisis estaban al día siguiente en los despachos de las embajadas de medio mundo. Nadie teme ya a la radio, como sucedía a finales del XX cuando algunos análisis llegaban a provocar incluso cambios de gobierno: era el periodismo comprometido y batallador, hoy nos hemos conformado con un periodismo chabacano y ruín que se mira el ombligo y así nos va. En España tenemos ejemplos claros, los medios se replegaron a los ineptos y ahora sólo tenemos eso que hace que la gente ya no quiera saber nada de los medios, hartos de tanto engaño, de tanta miseria moral y ética. Cabeceras centenarias arrastradas al turbio fango de la mediocridad, cuando no del tono panfletario. La radio tampoco se libra del desastre, pero ese es otro análisis que queda pendiente, sobre todo la radio de proximidad.
Evidentemente, nadie gana si no juega. Así que, una vez más, la radio lanzaba la red (el concurso) y los destinatarios (los oyentes) tenían que picar el anzuelo. En este caso participar y esperar los designios de la diosa fortuna que, muchas veces, llega cuando estás menos preparado y entonces te produce una indescriptible euforia. En esta ocasión, según me dijeron, las redacciones, convocantes del concurso, recibieron casi un cuarto de millón de respuestas. Si atendemos a ese número, veremos que no era para menos y que el concurso bien merecía la pena para los afortunados que tuvieran la opción a viajar.
Primero fue escuchar los programas, como antaño: en la onda corta, esa onda radial realmente libre y democrática que surca el éter y los oyentes tratan de “pescar” con aparatos de radio que tampoco tienen que ser centrales de comunicaciones. Para ello basta mirar la galería de fotos de los oyentes para comprobar que no todos los receptores son de “alta gama” como la sociedad de este momento califica cualquier producto que se sale del estándar. A veces nos sobran y bastan unos simples 20€ y un par de pilas para dar entrada en nuestros hogares a otros pueblos, otras gentes, que utilizan la radio como vehículo de comunicación por excelencia y en donde el oyente elige qué y cómo escucha [algo totalmente diferente en relación con las últimas tecnologías que desde que te adentras en la red estás controlado en el más amplio sentido de la palabra; pero es igual, cuando advertía de ese hecho también me miraban con malos ojos].
Tras la escucha de los programas, toca ir anotando las preguntas y, después, enviar las respuestas al emisor del mensaje: Radio Internacional de China, era el presente caso. Es cierto, Internet hoy nos acorta distancias y en el presente certamen podías escuchar y visionar una y otra vez los programas y las preguntas objeto del concurso hertziano. Podías descargarte el contenido, estudiarte las preguntas, dejar la respuesta en el “Buzón Electrónico” que, inevitablemente, no siempre te permite hacer “tus pinitos” por aquello de la limitación de espacio, así que las preguntas de libre interpretación decidí que requerían un trabajo adicional y, en esta oportunidad, en la versión de descarga electrónica, al llegar a esta pregunta, me limité a indicar en cada grupo ESTA PREGUNTA SERÁ DESARROLLADA Y ENVIADA EN UN TRABAJO APARTE. Después el trabajo resultante sería enviado vía electrónica a Beijing, había casi veinte páginas completando esas respuestas libres.
Así que, tras regresar de mi regalo personal al Pacífico Sur, tras dar paso a la jubilación, me centré en el jubileo, en hacer aquello que realmente te viene en gana y cada tarde iba a la Biblioteca para escudriñar las posibles respuestas, buscar la inspiración y componer, en definitiva, esa parte del concurso de conocimientos: “PERCIBIR CHINA-LAS PROVINCIAS DEL NOROESTE, QINGHAI, NINGXIA Y GANSU”.
Geográficamente y para ubicarnos en el mapa, las tierras más o menos próximas a Mongolia (teniendo en cuenta que aquí también incluyo la gran Mongolia Interior China) que tantas historias nos evocan y donde, el héroe por antonomasia es Gengis Khan, ese legendario guerrero mongol que, para unos, representa un mito y, para otros, el mismísimo diablo, pero [en definitiva] expandió el imperio hasta cotas insospechadas en los años en que vivió y guerreó llegando desde las costas asiáticas hasta el oeste de la actual Kiev (Ucrania).
Ante esa realidad había que comprometerse con esas seis preguntas de entrada libre que, en definitiva, me decían eran el “meollo” central del concurso. El reto, y por qué no, la posible recompensa. Consultas, lecturas y, a veces, un muro ante la escasez de información de estas remotas zonas del orbe, del enorme e inabarcable gigante país asiático, al menos desde la perspectiva de una persona nacida en una pequeña ciudad y en un pequeño país que tampoco es el más grande del mundo ni el más pequeño de Europa.
Así que ahora trato de recuperar la respuesta, ya a toro pasado (puesto que hasta el 12 de diciembre, cuando llego a Beijing supe el lugar al que iría). Los diez afortunados ganadores (en realidad en la ceremonia serían ocho, de ellos el de Mauritania se descolgaría pues no lo encontré más) quedarían tres grupos para viajar a las tres provincias: Gansu con dos (Alemania y Argentina), Qinghai también dos (Camboya y Estados Unidos) y Ningxia con tres (España, India y Senegal). Así que entre todos [teóricamente] conoceríamos aquellas inmensas y desérticas llanuras, escarpadas montañas e interminables horizontes. Karelys, durante la entrevista que ese día nos hizo a Víctor y a mi, nos informaba que allí vivían 80 millones de personas y yo pensando en la biblioteca de Valls donde sólo sacaba en claro que era una región poco poblada porque la información que encontraba era casi nula y escasamente válida tras el gran salto económico protagonizado por la sociedad china en las últimas tres décadas. Vaya, una zona prácticamente huérfana en las enciclopedias al uso en cuanto al destino que me habían reservado: Ningxia fue la gran sorpresa que en el concurso contesté así.
¿Cómo describiría el paisaje de Ningxia?
Es la provincia más pequeña de China (si exceptuamos la provincia insular de Hainan), está encajonada entre Mongolia Interior y Gansu. Se estableció por primera vez en 1928, formó parte de Gansu hasta 1950 y en 1958 se declara región autónoma para los indígenas hui, pueblo musulmán descendiente de los mercaderes de la Ruta de la Seda.
Es una zona teóricamente desértica e inhóspita pero el visitante se verá sorprendido cuando descubra la grandeza de sus lagos y la explosión de vida con la llegada de la primavera y los multicolores paisajes de sus praderas en flor, que contrastan con las mesetas desérticas y arenosas del verano o las inmensas llanuras blancas del invierno.
Ningxia es un oasis que nos hace pensar en el paraíso a pesar de su aislamiento. Algo que le confiere un plus de autenticidad en un mundo globalizado, donde las urbes modernas se parecen como dos gotas de agua.
Es precisamente esa majestuosidad y autenticidad de sus paisajes lo que la hace única y nos hace pensar en los últimos reductos casi vírgenes en algunos de los lugares más alejados de los flujos habitacionales de nuestro tiempo y de China en particular. Su lejanía es su tesoro. Su aislamiento su inapreciable manto de seda que la protege y la hace única.
* * *
Y ahora recupero el hilo inicial. La ducha, repasar los documentos, un último toque a la maleta (que se negaba a devorar todo lo que habría previsto llevar) y pitando para el tren que me llevaría al Aeropuerto de Barcelona como comienzo del largo viaje que llevaba varios días en el primer plano de mi vida, entre otras cosas, por la necesidad de obtener el visado de las autoridades chinas tras presentar los pertinentes documentos en el Consulado de la Ciudad Condal.
El 9 de diciembre retiraba el pasaporte con el visado y el 11 estaba volando con Qatar Airways, escala y transbordo en Doha, un zoco aeroportuario que me sorprendió por su ajetreo a la una de la madrugada y la grandiosidad del aeropuerto que, en cierta medida lo dota de un cierto caos… Las diferentes terminales, los autobuses que te van dejando… Aunque desde Barcelona ya está especificado claramente el trazado a seguir, que lo identifican con colores: violeta [color de bandera de la compañía aérea] para la clase PREMIUM [recogen a los VIP en una inmensa limusina], azul para los viajeros que se quedan en Doha y amarillo para los que han de realizar un cambio de vuelo.
A destacar el excelente servicio y la atención por parte de la tripulación de una de las compañías mejor consideradas del mundo en el terreno del transporte aéreo de viajeros. Incluso el “paisanaje” es ya diferente ¿o era producto del cansancio? Más tranquilo, yo diría que más ensimismado en mi propio mundo, hice del largo trayecto una experiencia poco estresante, en comparación a otros vuelos, hasta que uno se encuentra a mediodía en Beijing.