Hasta que la radiodifusión pública europea no entró en ese desenfreno de las nuevas tecnologías [que no aportan una gran masa de oyentes como jocosamente vaticinaban los prebostes de los entes radiales] y la reducción de presupuestos que, en muchos casos, han llevado a esos organismos públicos a una situación realmente caricaturesca respecto al pasado inmediato [no tenemos que ir muy lejos para comprobar el desastre, basta ver lo que sucede con REE o lo que hicieron con la ERT los burócratas de Bruselas].
La BBC no fue ajena al desastre y, con ello, el faro que radiofónicamente orientaba el orbe [curiosamente tras la consolidación que asumió durante la II Guerra Mundial], podríamos decir que esos entes –incluso- contuvieron al mundo y las cosas, aunque hoy nos puedan parecer anticuadas, funcionaban. Diríamos que el sistema estaba bien engrasado y en perfecto orden hasta que los mercaderes y burócratas de la UE comenzaron a diseñarnos el futuro y a equivocarse, sobre todo cuando en el último cuarto de siglo comenzaron a ampliar –pensando únicamente- el mercado y no en los ciudadanos a los que han llevado a este desnortado siglo XXI donde parece que lo mejor de cada casa está destinado a engrosar las filas de políticos ineptos que, amparados en la inmunidad, hacen lo que les da la real gana y nos dejan la factura a los ciudadanos de a pie. De ahí que tengamos la sensación de encontrarnos en un páramo del que es difícil escapar y apenas te ofrece variedad en el mosaico radial a poco que tengas tiempo para comprobarlo. Incluso, programáticamente hablando, la estolidez llega a atontar a los pesados mosquitos del recién estrenado verano, pero volvamos a la BBC y la isla.
En los años sesenta, en plena Guerra Fría, la BBC era una de las más prestigiosas emisoras del orbe. Una escuela de pluralidad y fiabilidad. Si lo decía la BBC eso era realmente así; lejos quedaban los escándalos que ha vivido la institución que en la última década del XX comenzó a padecer el terrible problema de los recortes presupuestarios y ello hizo que acabara resintiéndose y sus excelentes profesionales jubilados o enrolados en otras cadenas cuyo objetivo no es la educación de las masas sino la más descarada alienación [especialmente las televisivas, ya hay mucha gente que incluso ignora que existe la radio]. La independencia informativa quedó realmente tocada tras el desembarque de los políticos que no tienen ni la más remota idea pero que sí son excelentes profesionales de las consignas políticas. ¡Así nos va!
En las islas británicas corría el año 1964, un grupo de ingenieros partieron para un largo viaje marítimo que los llevaría, a bordo de un navío que regularmente hacía la ruta, de Southampton hasta la isla en el Atlántico Sur: su misión era buscar el emplazamiento ideal para instalar una estación retransmisora. Los informes que elaboraron fueron altamente positivos teniendo en cuenta la privilegiada ubicación insular en el centro del mismo océano. Se escogió una pequeña meseta volcánica en la zona costera norte, se denominaba English Bay; poco después inician los movimientos de tierras en el valle de Butt Crater, procediéndose a montar el centro transmisor que estaría operativo apenas dos años después, un gran depósito diesel sería el encargado de suministrar la energía necesaria para poder colocar la señal en el éter.
En la zona denominada Two Boats se levantaría el edificio para que el personal desplazado tuviera unas mínimas condiciones de habitabilidad. Los viajes de los barcos fueron constantes, prácticamente todo se tuvo que hacer llegar desde el Reino Unido (generalmente antes de la última etapa, los barcos recalaban en Tenerife y finalizaban sus derrotas en África del Sur tras hacer escala en Santa Helena y Tristan da Cunha) y los plazos fueron cumpliéndose de manera inexorable hasta que el sábado 3 de julio de 1966 saltaba a las ondas el primer programa de la BBC a través de la ARS [Atlantic Relay Station – Ascensión Island], escuchado y reportado por oyentes del continente africano y el Cono Sur: un nuevo radiopaís era posible a través de la onda corta gracias a las instalaciones en esta isla que conserva el nombre con el que la bautizaron nuestros vecinos portugueses. Los seis sellos muestran los siguientes motivos.
El facial de 20p al técnico en la sala de control, su trabajo también consistía en la presentación y administración de las instalaciones; la imagen se basa en una fotografía de los primeros tiempos de uso, lamentablemente no localicé el nombre pero recuerdo hace años una página en donde se hacía la recopilación de todo el persona que estuvo allí destinado, aunque ahora no he logrado encontrar esos datos. Los programas se enviaban desde el Reino Unido hasta English Bay donde se retransmitían a veces en tiempo real, los espacios atemporales se preparaban y grababan en los estudios londinenses y, vía marítima, eran enviados hasta la isla [digamos de paso que tras la privatización del Royal Mail, el correo británico protagonizó anécdotas dignas del libro Guinnes. La estulticia no tiene patrón y se da incluso en las organizaciones más punteras; algunas veces toneladas de correo llegaron, por error, a la capital de Paraguay y más de una Navidad los isleños se quedaron sin sus regalos por errores de este tipo]. La identificación local era una simple cassette que se grabó en el estudio que hoy aparece filatelizado. Un rudimentario, pero efectivo sistema, mediante un sencillo proceso utilizaba los radioenlaces necesarios para poner en el aire el programa correspondiente, fue tan práctico que se mantuvo durante casi tres lustros, nada menos que hasta 1979. Evidentemente, no eran tiempos en los que imperaba la obsolescencia programada y ese año la estación se automatizaba en parte y entraba en servicio el sistema de control remoto que se encargaba de colocar la señal en el campo de antenas levantado en English Bay, el edificio original permanece pero readaptado para otros usos.
El valor de 25p nos ofrece una vista externa del BBC KLINKA KLUB y al fondo algunos de los mástiles del campo de antenas próximo. Fue el lugar que durante mucho tiempo se utilizó por el personal desplazado y sus familias como punto de encuentro, como club social. El nombre escogido deriva de los grandes depósitos de rocas volcánicas de la isla. Esta especie de refugio, en el argot administrativo británico, se levantó cerca de English Bay y acoge toda una colección de placas donde se indica, en síntesis, quién y qué hizo durante este medio siglo de actividad radial. La instalación es sumamente popular para las célebres BBQ [Barbacoas] que allí se preparan y sirven para romper el tedio que invade a cualquiera que esté desplazado en una zona tan aislada como Ascensión. Actualmente ese edificio sigue como club social pero utilizado por los isleños y sus familias.
El valor de 50p muestra una imagen que prácticamente ha permanecido sin cambios desde que el centro entró en servicio, una vista de la Estación de English Bay. Originalmente inició su operatividad en 1966 con cuatro potentes transmisores Marconi de 250 kW para onda corta y una veintena de mástiles que se emplean para enviar los programas a África y América del Sur como zonas primarias de recepción. La instalación sufrió una reconstrucción a mediados de los ochenta y le añadieron dos transmisores más y cuatro nuevas antenas junto a un sistema de recepción para poder hacer llegar directamente la señal por satélite desde Londres; ello significó el cierre del edificio de recepción ubicado en Butt Crater y una segunda reconstrucción-adaptación para las nuevas tecnologías llegaría en el año 2007 [pero no por ello el número de oyentes supera a los 300 millones que se estimaba en los años setenta/ochenta, las mejores estadísticas actuales difícilmente superan los 200 millones, con lo que personalmente considero que lo gratis sale caro y las transmisiones satelitales apenas aportan oyentes por las complicaciones que ello genera, parece como si viviéramos en una sociedad empeñada en hacer difícil lo fácil: un receptor de 100 euros permite escuchar emisoras de todo el mundo sin moverte de casa o caminando por la montaña, sólo necesitas unas pilas que son fáciles de localizar en cualquier comercio, incluso en el medio rural].
El de 55p ofrece una vista del actual centro transmisor que fue remodelado en el 2007, cuatro habitaciones permiten ahora una estación retransmisora prácticamente automatizada, apenas un pequeño equipo de mantenimiento permanece en la isla y rutinariamente comprueban el correcto mantenimiento de transmisores y antenas. La estación de la ARS difunde los programas de onda corta que gozan de una gran popularidad en el continente africano, los idiomas que utiliza son el inglés, francés y hausa [pero el centro retransmisor también pone en el aire programas de otros países así que el abanico de servicios aumenta considerablemente].
Para el valor de 65p se ha escogido el campo de turbinas eólicas que se montó en el 2007, se aprovecha la privilegiada ubicación para generar energía limpia y generosa que se acumula en cinco generadores de 330 kW que ofrecen el 25% de la electricidad que necesita la isla, evidentemente la mayor parte la consume la ARS in situ.
Para el facial más alto, 1.60 Libras se muestra una vista de las oficinas del centro emisor que es operado y mantenido por la multinacional Babcock International. En la imagen aparece la enseña británica que sólo se emplea cuando llegan los visitantes de la BBC a la isla [recordemos que también se utiliza para los vuelos que parten de uno de los aeropuertos militares cerca de Londres y que hacen escala aquí camino de Mount Pleasant en las islas Malvinas –Falkland para los británicos- son vuelos mucho más operativos en el verano austral y para dar servicio a los que quieren hacer un crucero antártico, el BAT –Territorio Antártico Británico o sus filiales- suele preparar a veces expediciones de unas cuantas decenas de personas pero de alto poder adquisitivo para estos viajes realmente inolvidables].
Humorísticamente se afirma que el director de la multinacional, posiblemente, tiene una de las mejores vistas sobre al Atlántico, puede contemplar la gran apertura hacia el Atlántico Sur y, tranquilamente, admirar las acrobacias de los delfines y el espectáculo que ofrece el mar abierto. Citar, finalmente, que uno de los transmisores fue requisado por el ejército durante la Guerra de las Malvinas contra Argentina y se utilizó para los programas de Radio Atlántico del Sur que cada día lanzaba al éter programas especiales preparados por las fuerzas armadas británicas y destinados a los militares argentinos que se estacionaron en las islas con el evidente deseo de influir en su estado de ánimo y tratar de que las cosas no fueran a mayores… hasta que llegaron los navíos de la Marina Británica y el desastre no se hizo esperar.
La emisión fue diseñada por Robin Carter, se imprimió en minipliegos de diez ejemplares por la francesa Cartor Security Printing en litografía estocástica en formato horizontal y comenzaron a circular el 3 de julio de 2016, justo el día del medio siglo de existencia. El presente trabajo se ha basado en el texto de Robert Hammond que nos facilitaron desde Gran Bretaña.