Antonio Ramos Espejo (Alhama de Granada, 1878 – Madrid, 1944), es sin duda el principal pionero del cine en Shanghái, a su vez la cuna del cine en China.
Tras configurarse también como uno de los principales iniciadores del cine en las Islas Filipinas, a las que acudió como soldado destinado a apaciguar las revueltas que condujeron a la toma del archipiélago por las fuerzas imperiales estadounidenses en 1898, se traslada al Shanghái cosmopolita de principios del siglo XX. Desde esta ciudad internacional pergeña un pequeño imperio de distribución y exhibición cinematográfica y de representación de artistas de vodevil que llega a tener oficinas en Sidney, Manila y las principales ciudades chinas. Es considerado “el rey del cine de Shanghái” durante dos décadas, en las que no da de lado a la producción de películas y el negocio inmobiliario.
A su retorno a España en 1927 continúa, si bien más modestamente, con las actividades que le dieron fortuna en Oriente. Levanta el cine Rialto en la principal arteria madrileña, la actual Gran Vía, y se hace con propiedades de valor en la capital española, donde morirá a mediados de la década de los 40 dejando atrás un legado que inexplicablemente el tiempo y el hombre han estado cerca de borrar.
PONENTE: Juan Ignacio Toro Escudero (Madrid, 1975) es periodista, sinólogo y cineasta. Su tesis doctoral “Del burdel al emporio cinematográfico:El papel fundamental, olvidado, principal y pionero del soldado español Antonio Ramos Espejo en el nacimiento del cine chino” está a punto de ser culminada en la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad, es investigador en la Universidad Normal del Este de China (Shanghái, China). Prepara también una novela histórica inspirada en las andanzas de Ramos Espejo y está rodando el documental “Leimasi”.
Conferenciante:
Pocos granadinos saben que un paisano suyo fundó siete grandes salas cinematográficas en Shanghai, construyó el cine Rialto de Madrid y hasta dirigió y produjo varias películas para el público chino. Se llamaba Antonio Ramos, nació en 1875 en Alhama de Granada y fue uno de los ‘últimos de Filipinas’ que prefirió quedarse allí para hacer fortuna. Lo consiguió y volvió rico a Madrid, tras vender sus salas en Shanghai, donde murió en 1944
La vida de este hombre es de película. Su nombre completo era Antonio Ramos Espejo. Quizás a ustedes les suene este nombre, pues así se llama el periodista y profesor que trabajó durante varios años en este periódico y que dirigió ‘Diario de Granada’. Antonio Ramos es el sobrino-nieto de aquel pionero del cine en Shanghai. De él hemos conocido muchos detalles de la vida de su ascendiente.
La madre de Antonio Ramos Espejo había sido maestra y él había estudiado Magisterio. Sus padres estaban en crisis económica y él se alista como voluntario para ayudar a su familia en un batallón de cazadores destinado a la guerra de Filipinas. Como sabía leer y escribir bien, algo casi insólito en aquella época, en Manila es destinado a oficinas, por lo que, según contaría él, jamás entró en combate. Durante su estancia en Manila, se le despertó su carácter negociante ya que ganó algún dinero enseñando a leer a los soldados y más tarde montando con un catalán una cervecería.
Se queda en Manila
Tras la derrota española y el regreso de los soldados a su patria, el alhameño decide quedarse allí para hacer fortuna. Fue en Manila donde conoció a través de una publicación atrasada el invento de los hermanos Lumiére. Con sus ahorros encarga un proyector y unas películas. Según Ignacio Toro, periodista e investigador cinematográfico, Ramos fue el responsable de las primeras proyecciones de cine en Filipinas y de algunas de las imágenes que se tienen de allí entre 1897 y 1898. Ramos se dedica a exhibir la película ‘La Pasión de Cristo’, de los hermanos Lumiére. Junto con los misioneros Agustinos, recorre los poblados indígenas enseñándoles la cinta. Pero no consigue el efecto económico que persigue y decide marcharse a Shanghai. «Cuando se desplazó a principios de siglo a la ya cosmopolita Shanghai, heredó el equipo del frustrado empresario cinematográfico Galen Bocca, español también, e ideó las estrategias que haría de él el auténtico pionero de la exhibición cinematográfica en el Imperio del Medio», dice Ignacio Toro.
La ciudad china que visita el granadino es una urbe populosa y con una amplia comunidad europea que, además, carece de espectáculos. «Tras alquilar el burdel Qing Liang Ge, que pasaba por Salón de Té, y reconvertirlo en sala de proyecciones invariablemente llena gracias a sus novedosas formas de mercadeo, que incluían las bandas de vagabundos acompañadas de un surtido de maturrangas reconvertidas en sugerentes danzarinas del vientre, el pronto éxito lo condujo a ampliar su cadena de distribución a otros espacios más adecuados para un público de clase media-alta, una vez obtenido su suceso y despegue entre las clases más bajas», escribe sobre él Ignacio Toro.
Las ganancias obtenidas en el burdel, le permiten abrir el gran cine de la calle Honkow y el cine Victoria, donde pone sus oficinas de la Ramos Amusement Corporation. En diez años levanta cinco cines más: el Carter, el China (con 700 asientos), el National, el Embassy y el Olimpic, este último un importante teatro donde actúan compañías de ballet y primeras estrellas como la rusa Ana Paulova. Vicente Blasco Ibáñez, en 1923, en su relato de viajes ‘La Vuelta al Mundo de un Novelista’, cuando se detiene a describir la colonia española en la Shanghai dice: «Otro, apellidado Ramos, es dueño de las mejores salas de cinematógrafo que existen en esta capital del placer».
Productor y director
Para luchar contra el escaso interés que muestran los chinos hacia las películas occidentales, y sobre todo americanas, el propio Antonio Ramos se convierte en director y más tarde en productor de sus propias películas, con el drama ‘Veneful tide’ y la comedia ‘The Foolish Policeman’.
En Shanghai el granadino se casa con la ucraniana Rosa Nazurowsky. Tienen un hijo y debido a su poderío económico (Ramos no sólo trabajaba el sector del cine, sino también el inmobiliario), se construye (el arquitecto fue el también español Abelardo Lafuente) un palacete de estilo neoárabe, de inspiración andalusí, que, a diferencia de sus cines, todavía se puede ver en Shanghai.
Cuando muere el dirigente chino Sun Yat Sen en 1925, se abre una etapa difícil para los empresarios extranjeros en China. Viene el comunismo y Antonio Ramos decide alquilar sus cines y venirse a Madrid. La considerable fortuna amasada en Shanghai le permitió construir en la capital de España el cine Rialto, que fue inagurado en 1930 y que está considerado como uno de los palacios del cine más representativos de la postguerra.
En 1932 vuelve a Shanghai para vender sus propiedades, que hasta ese momento se las habían gestionado los Agustinos Recoletos. Por cinco millones de pesetas se deshace de todos sus cines, que pasan a los llamados ‘padres del cine chino’. Zhan Schichuan y Zheng Zhengiu.
Ignacio del Toro está convencido de que esta será una de las figuras a rescatar de las sombras del olvido porque Antonio Ramos «fue el iniciador del cine en Filipinas, fundador de los primeros cinemas en China y gran mogul de la exhibición en el gigante asiático hasta los años 30, productor, director, distribuidor y propietario de las mejores salas del Shanghai más esplendoroso y de uno de los tesoros del Broadway español».
Antonio Ramos murió en Madrid en el año 1944, a los 69 años de edad.
En los años 20 del siglo pasado, Shanghái era la ciudad más importante y populosa de Asia y uno de los principales puertos del mundo. Atraídos por su fama como el «París de Oriente», hasta ella había llegado una legión de extranjeros que campaban a sus anchas por las concesiones que las potencias coloniales habían arrancado a la moribunda Dinastía Qing (1644-1912) tras las Guerras del Opio. De hecho, esta droga fue el producto más importado durante el primer tercio del siglo XX en la efervescente y exótica Shanghái, plagada de empresarios, aventureros, misioneros, espías, traficantes, criminales y prostitutas.
Controlando los negocios gracias a la debilidad de la Primera República del doctor Sun Yat-sen, los extranjeros eran dueños y señores de este puerto franco pese a estar claramente en minoría. De sus dos millones de habitantes, unos 20.000 eran japoneses y 8.000 rusos, la mayoría refugiados «blancos» que habían huido tras la revolución comunista. Por parte europea había 900 franceses, que residían en las suntuosas mansiones que aún perduran en su famosa concesión, y solo una veintena de españoles, la mayoría misioneros supervivientes del «Desastre del 98» en Filipinas.
Entre el puñado de empresarios procedentes de la excolonia figuraba Antonio Ramos Espejo, a quien una revista de la época bautizó como «el emperador español del cine chino» por abrir la primera sala de proyecciones de este país y tener a mediados de los años 20 media docena de teatros donde se exhibían películas.
Foto de la inauguración del cine Rialto en Madrid en 1930 (ABC).
Para el año 1896 las primeras imágenes fueron mostradas en China por parte de unos operadores franceses de producciones Lumiere. Dada la alta expectación generada, comenzaron a expandirse las producciones de mano de las distintas producciones extranjeras (Lumiere, Pathé y Edison). En principio, el espectáculo visual estuvo destinado a las clases más pudientes de la ciudad, concretándose en la urbe cosmopolita de Shanghai. Dentro de la ciudad, los salones de té y los teatros tradicionales sumaban a su oferta de números de ópera, teatro, acrobacia… la nueva atracción de occidente. Durante los primeros años de exhibición la proyección de películas venían de mano de proyectores extranjeros, que deambulaban por los distintos locales mostrando sus obras, no existiendo un local fijo de exhibición. Sería Antonio Ramos Espejo, nacido en Alhama de Granada en 1875, el que empezó a exhibir en Shanghai películas de forma comercial en un local fijo en lo que fueron los inicios del cine chino, ofreciendo una programación variada y especializada en el cine.
Antonio Ramos Espejo
Este español que llegó a China desde Filipinas en 1903 revolucionó el sector cinematográfico chino, llevándolo a las clases más populares y convirtiéndolo en un ocio asequible a los bolsillos.
Inicios del cine chino: Antonio Ramos Espejo, un granadino en Shanghai
Sus primeros pasos le llevaron a alquilar un local céntrico para sus proyecciones, que bajo la apariencia de un salón de té escondía un prostíbulo. Desde sus comienzos la estrategia de este pionero de la exhibición fue rebajar el precio de las entradas y, desarrollar una publicidad directa, vistiendo a unos vagabundos procedentes de la India, que con ropas llamativas captaban la atención de los viandantes mientras tocaban música y unas señoritas llamativas bailaban. Con esta doble estrategia se mostró la intención de persuadir a un público popular al fenómeno cinematográfico, que pronto se aseguró un hueco en China.
En el verano de 1908 Antonio Ramos Espejo creó el primer local chino especializado en la proyección de películas, donde pudo contemplarse la proyección del documental Funeral de Emperatriz Cixi y Emperador Guangxu, con una alta expectación y notable éxito comercial para el local. En ese mismo año inauguró la sala de exhibición Hangkou Motion Picture Garden con una capacidad para 250 espectadores. A partir de la adquisición y condicionamiento de las primeras salas de exhibición pronto fue creando nuevas salas. Establecido su éxito comercial erigió cines con estilo teatral, ésta vez sí, destinado a un público burgués, que de otro modo nunca hubiera ido a una de sus salas. El cine Victoria, el Carter, el China, el National, el Embassy y el Olimpic son consecuencia del gran éxito que obtuvo Antonio Ramos en cuestión de una década, todo ello vertebrado por su sociedad Ramos Amusement Corporation.
Cine EmbassyA lo largo de la década de 1920 Antonio Ramos se introduciría en el mundo de la producción de películas. Sin embargo, con la muerte de Sun Yat-Sen en 1925, se abrió una etapa difícil para los empresarios extranjeros en China que van dejando gradualmente sus propiedades en manos de empresarios locales. Esta situación podemos apreciarla en la vida de Antonio Ramos, puesto que decide volver a España, inaugurando en 1930 la sala de cines Rialto en Madrid con el dinero ganado durante sus años de éxito en China. Unos años después regresó a Shanghai para vender sus propiedades a dos grandes figuras del cine chino como serán Zhang Sichuan y Zheng Sheng-qiu.
Antonio Ramos murió en Madrid en 1944 a la edad de 69 años, dejando a sus espaldas una vida dedicada al cine. Desde sus primeras experiencias en Filipinas, su éxito en China y su posterior consolidación en Madrid, transcurrieron cuatro décadas de auténtica revolución cinematográfica donde ocupa un papel a destacar.
Fotografía: Cine Embassy. EFE/Archivo.
Qué pasada! Super interesante! Acabo de estar 15 días en China y al leer esto y ver que lo ha preparado un viejo compañero de instituto me parece alucinante.
Juan Ignacio mucha suerte!