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Literatura prosista
LA LITERATURA EN EL SIGLO XIX
El Realismo - 5ª parte
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El teatro
a evolución del teatro en la segunda mitad del siglo XIX presenta diferentes líneas dramáticas, que en muchos casos convivieron y se enfrentaron; podrían reunirse las obras teatrales hasta finales del siglo (y aún a comienzos del XX) en tres grandes grupos: continuación del romanticismo, realismo y teatro popular.
Periodo posromántico
Algunos dramaturgos intentaron sostener el éxito que había conseguido el teatro romántico. Este posromanticismo teatral intentó la creación de "géneros" nuevos (en la mayoría de los casos se trataba de una simple cuestión del nombre dado a las obras) a partir de algunos aspectos del drama romántico.
Durante los años 1840 a 1860, aproximadamente, se escribe y estrena un tipo de obras que no son ni románticas ni realistas, sino que pretenden realizar una síntesis de lo romántico con elementos de la realidad contemporánea. La obra de Tomás Rodríguez Rubí (1817-1890) es la más representativa de esta orientación: escribió dramas románticos, históricos, comedias de costumbres, dramas sentimentales, etc., y fue seguido por un gran número de escritores (como Eulogio Florentino Sanz o Luís Mariano de Larra, hijo del gran escritor romántico). La derivación más importante, aunque no sea la de mayor calidad, de este teatro falsamente romántico y falsamente realista, es la obra de José Echegaray.
Periodo realista
Constituye la parte más importante del teatro de la segunda mitad del siglo XIX. Está formado por obras y dramaturgos de desigual calidad e importancia que, la mayoría de las veces, sólo tienen en común el deseo de llevar al escenario la realidad contemporánea.
De las obras posrománticas, que intentaron una primera aproximación a la realidad, iba a surgir la llamada "alta comedia". Un precursor de esta línea dramática fue Ventura de la Vega, mientras que los dos escritores más destacados fueron Adelardo López de Ayala y Manuel Tamayo y Baus. La alta comedia está protagonizada por personajes de la alta burguesía. En general, en estas obras aparecen pocos personajes que se mueven en interiores de casas acomodadas.
El mundo "doméstico", las buenas formas y la ausencia de toda exageración caracterizan a la alta comedia. La defensa de los valores familiares y morales de la clase acomodada, mezclada con un cierto sentimentalismo, constituye la ideología que sustenta a este teatro. Los valores negativos de esta ideología están representados por el cálculo positivista: el libertino y el hombre de negocios calculador serán los personajes negativos que se someten a crítica.
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