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Lengua
LAS LENGUAS PENINSULARES
Formación de las lenguas peninsulares - 5ª parte
Las invasiones peninsulares (continuación)
Los árabes
a segunda de las invasiones que la península Ibérica sufre en la Edad Media es de signo muy diferente a la de los pueblos germánicos.
En el año 711 entran por el estrecho de Gibraltar los árabes; en unos siete años acaban con la monarquía visigoda de Toledo y se adueñan de la Península. El árabe era un pueblo de unificación reciente y con casi ninguna relación con el mundo latino o godo. Su idioma pertenecía a una familia lingüística diferente y su cultura y formas de vida estaban muy alejadas de las de los nuevos Estados europeos.
Por tanto, una nueva situación lingüística se produce en la Península: un bilingüismo entre el árabe de los invasores y el romance de los invadidos, que comenzará a diversificarse.
El influjo léxico del árabe es importantísimo en las lenguas romances peninsulares; ningún idioma aparte del latín ha dejado tantos restos en el castellano en todos los campos: la guerra, la agricultura, el comercio, la ciencia, el trabajo, etc.
La influencia del árabe entre las lenguas
romances de la Península fue notable, dejando una huella tan importante
como la del propio latín. Páginas del Corán
La población hispano-goda quedó en su mayor parte bajo dominio árabe. Unos se islamizaron totalmente y otros continuaron manteniendo sus costumbres y su lengua: el mozárabe, dialecto romance con rasgos lingüísticos muy primitivos, que acabará desapareciendo con el paso de los siglos, bajo el peso del propio árabe y de los dialectos del norte, que se implantan cuando los reyes cristianos van conquistando tierras a los árabes.
Unos grupos reducidos de hispano-godos se refugiaron en las montañas del norte peninsular y desde allí comenzaron la lucha por recuperar las tierras en poder árabe. Nuevamente aislados, las hablas de estos pequeños núcleos evolucionaron por separado en los distintos reinos cristianos; independientes, pero con estrechas relaciones, surgen los romances peninsulares, igualmente autónomos pero con implicaciones directas.
Éste es el comienzo de la diversificación lingüística de la Península y de la distribución de los distintos dominios lingüísticos actuales; nacidos en el norte, los romances se extendieron a la vez que los reinos cristianos y se implantaron en zonas de bilingüismo árabe/mozárabe, sustituyéndolos a ambos.