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Lengua
EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
La lengua escrita - 2ª parte
El intercambio personal y los textos escritos
n determinadas circunstancias también se recurre a la lengua escrita como medio de intercambio entre hablantes individuales. Por una parte, cuando la distancia entre ambos no puede salvarse de otra forma, la escritura reproduce fielmente la lengua oral.
Por otra parte, cuando interesa dejar constancia del mensaje que se envía, bien para fijar de manera estricta su sentido, bien para que pueda ser conservado, o bien para que eventualmente alcance a destinatarios a quienes inicialmente no se dirigía.
La carta personal, la tarjeta postal, el telegrama, ciertos anuncios por palabras ("Juan, vuelve a casa. Te echamos de menos"), o los avisos y notas que pueden intercambiarse miembros de cualquier grupo social, son textos de esta naturaleza. Algunos se encuentran más próximos a la lengua oral, otros a las exigencias de la lengua escrita; pueden, incluso, ser formularios, como por ejemplo una invitación de boda o una esquela funeraria.
La escritura como monólogo
Al contrario que la situación característica de la lengua oral -el diálogo-, la escrita tiene un carácter monologal: un único hablante, incapacidad de respuesta directa, escasas referencias a la situación de elocución, conversión de ésta en contexto lingüístico. Existen monólogos hablados (los de los personajes de una obra dramática; los del profesor en el aula; los de quienes, por algún desequilibrio mental, hablan solos), aunque el lugar del monólogo por excelencia es la escritura.
Un texto escrito puede asemejarse al diálogo, si su autor tiene la habilidad necesaria para hacerse preguntas y contestarlas, para plantear objeciones a su propio discurso; sin embargo, el verdadero diálogo se produce en otra parte, cuando alguien lee el texto, se lo apropia, lo subraya o anota en sus márgenes, lo aprende, lo repite o, si puede hacerlo, escribe sobre o contra él.
Socialización de la escritura
Ciertamente han existido pueblos sin escritura. Las técnicas y las costumbres, los ritos y las normas, en que descansa la organización de toda sociedad, han podido transmitirse oralmente en algunas culturas.
Pero la aparición de la escritura expresa la necesidad de conservar datos y experiencias con una estabilidad que se considera imprescindible. La organización económica (indicación de propiedades, inventarios de bienes), la institucionalización jurídica y moral (leyes, preceptos), la memoria de la colectividad (relaciones, historia), la producción ideológica (mitos y leyendas, literatura), exigen la aparición de la lengua escrita, que es el instrumento que hace todo ello posible.
La evolución y la continuidad de las sociedades, así como la incorporación efectiva de los individuos al grupo, se halla en estrecha relación con el dominio de la escritura.