El Hombre y la Tierra
Las relaciones vitales Hombre-Tierra analizadas desde un punto de vista crítico
HOMBRE Y EQUILIBRIO
La precariedad del equilibrio - 2ª parte
La interdependencia de los seres vivos
xiste entre los seres vivos una íntima interdependencia no eludible voluntariamente; hay por tanto una dinámica recíproca, y de las relaciones entre ellas depende su estabilidad; si se debilita o destruye se desata la capacidad de mutua destrucción entre seres vivos.
Hay que recordar que, en la naturaleza, los sistemas se aseguran el alimento a través de cadenas alimentarias, donde es una exigencia que unas especies devoren a otras.
Entre los animales existen igualmente dependencias, no sólo para procurarse el alimento, sino también de cooperación mutua; muchos animales cooperan en grado elevado dentro de la manada, del rebaño o del nido; otros se relacionan como huésped y parásito.
Es una exigencia de las cadenas alimentarias que unas especies devoren a
otras
Todas estas interrelaciones, algunas muy sutiles y que pueden parecer pueriles, poseen riesgos de consecuencias imprevisibles si se perturba su equilibrio.
La perturbación de las interrelaciones entre seres vivos pueden iniciarse, simplemente, mediante la Introducción de una nueva especie, la alteración de un equilibrio químico, un deshielo por efecto de las sustancias atmosféricas de origen humano favorecedoras del efecto invernadero, etc. Las reacciones a estas perturbaciones pueden ser de carácter tan violento, que impida al sistema retornar por si mismo a un estado de habitabilidad y estabilidad.
Los puntos de "no retorno"
El hombre juega aquí su papel más importante, al imponer las condiciones en base a su posición preponderante y dominante, siendo capaz de alterar el equilibrio por el cual el ciclo ecológico se cierra sin contratiempos. Es pues evidente que existen múltiples caminos hacia puntos de "no retorno", es decir, "no reversibles". Los abusos y excesivas cargas que planteamos a los ciclos ecológicos vivientes, no pueden ser de carácter indefinido, o correremos el riesgo de que ese precario equilibrio se rompa y culmine trágicamente.
El hombre no tiene necesidad de retroceder en sus logros científicos y tecnológicos para contener la amenaza, pero está obligado a desplegar toda su potencial inteligencia y sabiduría para que sus avances le permitan a su vez estabilizarlos dentro del sistema, y por extensión mejorar en el trato a su medio ambiente. No es tarea fácil, pues las fuerzas implicadas son de magnitud superlativa; la destrucción del precario equilibrio planetario traería consigo la desaparición de la vida humana sobre la Tierra.