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Historia y Arte
EL SIGLO XIX
Economía y sociedad - 4ª parte
La Revolución Industrial y sus fases (continuación)
Orígenes (continuación)
a temprana industrialización británica actuó como modelo para el resto del mundo, pero al tiempo su pujante y competitivo comercio significó un condicionante contra el que hubieron de luchar aquellos países que quisieron entrar en la carrera de la industrialización.
En ese sentido las ideologías políticas, la situación económica de cada país, sobre todo la capacidad renovadora de su agricultura y la existencia de una burguesía comercial y de negocios, y la capacidad de adaptación a la nueva mentalidad inversora, productiva y comercial, fueron factores determinantes para la incorporación al nuevo modelo económico y social.
Difusión del nuevo modelo industrial
Desde Inglaterra, ya en el siglo XIX, el proceso industrializador se fue extendiendo al resto de Europa primero y a Estados Unidos y Japón más tardíamente.
Francia
Francia fue el primer país que se incorporó al proceso y lo hizo, como en el caso inglés, a través del desarrollo de su industria textil y de una siderurgia que le permitió construir sus propias máquinas. Esta actitud de independencia técnica fue la base sobre la que se produjo una revolución industrial francesa propia, que tuvo su momento de mayor desarrollo durante el reinado de Napoleón III (Segundo Imperio, 1852-1870), época en la que se extendieron los ferrocarriles franceses por todo el país y en la que la metalurgia permitió la fabricación de todo tipo de máquinas que pronto comenzaron a venderse en otros países.
Bélgica
Bélgica también se incorporó tempranamente a la industrialización, pues contaba con una fuerte tradición comercial sustentada por una burguesía muy activa que no dudó en poner en explotación sus recursos carboníferos, lo que permitió el desarrollo de la siderurgia.
Alemania
O mejor aún, determinados estados alemanes, como Prusia, impulsaron la industrialización como medida política que contribuyese al proceso de unificación. Así la Unión Aduanera, creada en 1834, fue el punto de partida que hizo comprender que el ferrocarril no sólo permitía el trasiego de mercancías, sino que también era un medio que ponía en contacto a gentes y pueblos y por lo tanto favorecía el proceso político encaminado a la creación de un único estado. Así, en 1835 se construyó la primera línea férrea y 15 años más tarde, en 1850, la red alemana disponía ya de 5800 km de tendido ferroviario.