GEOGRAFÍA - PAÍSES: Noruega - 3ª parte
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Geografía

PAÍSES

Noruega - 3ª parte


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Historia

abitada desde antes de la última glaciación, en Noruega los primeros vestigios conocidos de la presencia humana datan del quinto milenio a C. En el s. I la población se dividía entre lapones, establecidos en Finmark, y escandinavos que, procedentes de Suecia y Dinamarca, habían introducido la agricultura en la parte meridional del país. Los intercambios comerciales con Roma a principios de la era cristiana apenas dejaron huella en el pueblo noruego, por lo que la primera influencia exterior de consideración no se produjo hasta los ss. III y IV, con las invasiones germánicas.

Establecida en pequeños estados al mando de señores feudales, la poderosa clase terrateniente heredó de los germanos la escritura rúnica, las piedras con escritura jeroglífica de temática religiosa e iniciática, y el culto a los dioses germanos Odín, Loke, Freya, etc. Con la victoria sobre sus rivales del gran señor de Vestfold, Harald Haarfager, se inicia hacia el año 860 la floreciente época de dominación vikinga. La falta de terrenos cultivables, las luchas entre las diversas tribus y la experiencia naviera del pueblo noruego, que en aquellas fechas dotó a sus embarcaciones de innovaciones fundamentales para el desarrollo de la navegación, como la quilla, el mástil y la vela, impulsaron a los vikingos, también llamados normandos, a la conquista de las costas europeas circundantes, tarea en la que fueron acompañados por daneses y suecos. Comenzaron por dirigirse a los archipiélagos costeros de Escocia, tomaron rápidamente las islas Faeroe y conquistaron las Shetland, las Orcadas y la isla de Mann, estableciendo algunas colonias en Irlanda.

En estos territorios emplazaron pequeños reinos costeros y continuaron su expansión hasta Sevilla, avanzando en dirección a las costas de África. Más tarde, al mando de Erik el Rojo, llegaron hasta las costas de Groenlandia y Canadá y dominaron Islandia. Según antiguos historiadores, fueron las expediciones vikingas las primeras en llegar al continente americano y en descubrir el Vindeland, las tierras de las viñas, correspondientes al actual emplazamiento de Nueva York. Pese a que Harald I Harfager unificó los diversos estados noruegos en el año 885, el dominio vikingo pasó a manos danesas y siguió una época de dos siglos de luchas por el trono, en las que se alternaba el protectorado danés con la recuperación de la hegemonía por parte de los noruegos. Es en este período, durante el reinado de Olav II (1016-30), posteriormente san Olav, cuando se consolida el cristianismo en Noruega, que ya había sido introducido por comunidades de misioneros.

En 1164 la magnitud alcanzada por el poder eclesiástico se muestra con la coronación de Magnus V por el arzobispo Nidaros. La reforma de las leyes de sucesión que establecieron los derechos del heredero legítimo provocaron el levantamiento de Sverre, que aspiraba a la corona por pretenderse hijo bastardo de Sigurd Mund. Sverre consiguió derrotar a sus rivales, dando así lugar a un período de estabilidad en el que reinaron sus sucesores Haakon IV y Magnus VI, durante los cuales se reconquistaron las colonias de Islandia y Groenlandia. Sin embargo, la independencia y la calma política no iban a durar mucho tiempo. En 1319 se produjo la extinción de la dinastía reinante y accedió a la corona Magnus Erikson, rey de Suecia. Su hijo se casó con la princesa danesa Margarita, quien reunió en el seno de la corona noruega los tres reinos escandinavos en la denominada Unión de Kalmar.

La potencia económica de Noruega quedó mermada tras las epidemias de peste bubónica sufridas por el país a mediados del s. XV y las luchas comerciales con la Liga Hanseática, una asociación de mercaderes germánicos que colonizó las costas noruegas y monopolizó el comercio. El país quedó a expensas del gobierno de Dinamarca una vez que Suecia abandonó la Unión de Kalmar y se disolvió ésta en 1523. Los noruegos se vieron así obligados a aceptar la dominación danesa, que impuso el luteranismo y su propia lengua, así como la pérdida en favor de Suecia de Jämtland, Härjedalen y Bohuslän. El sometimiento duró desde 1536, fecha en que el rey Cristián III convirtió el país en provincia danesa, hasta 1814, cuando se firmó el Tratado de Kiel, por el que Dinamarca tuvo que ceder Noruega a la corona sueca tras las guerras napoleónicas. No obstante, durante el s. XVII se gestó una etapa de prosperidad que se consolidaría en la centuria siguiente. Renació, así, el tradicional intercambio comercial, sobre todo con Inglaterra, y se sentaron las bases del nuevo espíritu de emancipación noruego.

La dinastía sueca tuvo que aceptar la Constitución aprobada por una Asamblea Nacional y, en 1815, los noruegos firmaron el Acta de Unión, tratado mediante el cual los dos reinos permanecerían unidos en la corona sueca, pero manteniendo separadas la mayoría de las instituciones de sus respectivos gobiernos. Durante el s. XIX continuó el florecimiento económico, la flota noruega se convirtió en la tercera del mundo y el país estuvo entre los primeros de Europa en el proceso de industrialización. Progresos similares se produjeron en el campo social: en 1848 se organizó el primer movimiento obrero; en 1898 se implantó el sufragio universal y, en 1913, Noruega fue uno de los primeros países en instaurar el voto femenino. Para esta última fecha ya se había producido la independencia, lograda el 7 de junio de 1905, cuando el Storting, órgano legislativo del país, decidió entre otras cuestiones la ruptura respecto de la unión con Suecia. Oscar II dejó la corona noruega a Carlos de Dinamarca, que adoptó el nombre de Haakon VII.

La neutralidad durante la Primera Guerra Mundial no sustrajo al país de los negativos efectos económicos de la misma, aunque tuvo una menor repercusión que en otros países. Sin embargo, la Segunda Guerra afectó con dureza a Noruega, que fue invadida por las tropas hitlerianas en abril de 1940 y, tras una larga resistencia, apoyada por la monarquía en el exilio, tuvo que capitular en 1942. Al término de la contienda, Noruega abandonó su neutralidad e ingresó en la OTAN. Desde 1945 hasta 1972, el partido laborista formó sucesivos gobiernos; realizó importantes reformas sociales y perdió el poder tras la respuesta negativa de la población en el referéndum para el ingreso en el Mercado Común, lo que obligó a dimitir al presidente Trygve Brattelli. En 1989, después de las elecciones, se formó un gobierno de coalición de centro derecha presidido por Jan P. Syse.

En enero de 1991 Harald V sucedió en el trono a Olav V. En septiembre de 1993 el partido laborista se impuso en las elecciones legislativas y Gro Harlem Brundtland formó gobierno. A principios de 1994, Noruega concluyó las negociaciones para su ingreso en la Unión Europea en 1995. Pero los esfuerzos del gobierno para adecuar las exigencias noruegas al ingreso en la UE fueron en balde: en noviembre el 52,2 % de los noruegos se pronunciaron en contra del ingreso de su país en la UE. Los resultados reflejaron la tradicional vocación aislacionista noruega, cimentada en sus recursos petrolíferos. Gro Harlem Brundtland asumió el resultado de la consulta, pero aseguró que Noruega tendría ahora más dificultades para mantener la seguridad y el Estado del bienestar.

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