GEOGRAFÍA - PAÍSES: Finlandia - 2ª parte

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Finlandia - 2ª parte


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Historia

os primeros habitantes de Finlandia fueron los lapones. La primera alusión a los fineses procede de Tácito, quien mencionó a varios grupos de cazadores y pescadores, procedentes de Lituania y Estonia, que mantuvieron relaciones comerciales con los vikingos de Suecia, a los que también se enfrentaron. La influencia sueca sobre territorio finlandés se remonta al siglo XII. Erik el Santo encabezó una cruzada que llevó el cristianismo a Finlandia, territorio objeto de disputa entre daneses y suecos y luego entre éstos y Rusia.

En 1362 se creó una aristocracia autóctona que hizo frente al poder central, afirmándose mediante la posesión de tierras, en un gesto simultáneo al que tenía lugar en Dinamarca. La unión de Kalmar, que unió bajo la misma corona a Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia, fue efímera a causa de las dificultades para administrar un territorio tan extenso. El establecimiento de la Reforma luterana (1520) fue el principal acontecimiento de la primera etapa de la época moderna. Su impulsor y organizador fue el obispo Mikael Agricola, autor asimismo de la divulgación en lengua finesa de textos bíblicos y luteranos.

En 1550 se fundó el ducado de Helsinki, durante el reinado de Gustavo I Vasa, ducado que le fue concedido a Juan III, quien aspiró a la creación de un imperio finobáltico independiente, proyecto que no llegó a realizarse. El siglo XVI vio la reanudación de los conflictos entre suecos y rusos. El gran ducado de Finlandia fue suprimido en tiempos de Carlos IV (1607-1611). Gustavo II Adolfo aprovechó la potencia militar sueca al centralizar la administración. Este período beneficioso prosiguió con Cristina de Suecia (1632-1654): en lo económico, Finlandia se orientó al comercio con Inglaterra y los Países Bajos, principales clientes del alquitrán y pez fineses.

El siglo XVIII fue una etapa crítica, a causa del declive sueco, que dejó a Finlandia a merced de las aspiraciones expansionistas del zar Pedro el Grande. En 1721 se firmó la Paz de Nystad, después que la devastación del país por parte de las tropas rusas diezmara la población. Una parte de la aristocracia se alió con el invasor, mientras el campesinado, enfurecido por esta traición, promovía revueltas negándose a aceptar una independencia que enmascaraba la sumisión a Rusia. En 1805 Suecia declaró la guerra a Francia y más tarde, Gustavo IV Adolfo se negó a formar una alianza con el zar Alejandro para enfrentarse a Inglaterra, de lo que resultó la invasión del país en 1808. Un año después, derrotada Suecia, Finlandia y las islas Aland pasaron a ser de dominio ruso (Tratado de Hamina) lo que, sin embargo, no impidió un cierto grado de autonomía para el territorio. El acta de garantías de Alejandro I reconocía privilegios para Finlandia, al tiempo que se otorgaba a sí mismo el título de gran duque.

En1811 se le devolvieron las provincias orientales y se instaló la capital en Helsinki. Las ideas nacionalistas se propagaron durante el primer cuarto del siglo XIX, dividiendo a los habitantes de Finlandia en fennomanos --partidarios de la primacía del finés-- y en suecomanos. Sin embargo, la rusificación no había concluido y Finlandia se encontró nuevamente sometida al gobierno imperial, que impuso el ruso como idioma de la Administración (1891). Durante el siglo XIX la economía progresó, apoyándose en la industria papelera y textil; esta expansión económica fue aprovechada para difundir la resistencia nacionalista. En 1904 Rusia no pudo hacer frente al movimiento revolucionario dentro de sus fronteras, lo que le obligó a liberalizar las relaciones con Finlandia, dotándola de una constitución con un parlamento unicameral. Sin embargo, en 1907 fueron suprimidas estas libertades a fin de frenar el ascenso socialista que había quedado recogido en las elecciones.

Entre 1914 y 1917, Finlandia fue objeto de una dura represión. Tras recuperar su autonomía, el país quedó polarizado en dos tendencias, en favor una del movimiento socialista --favorable a la revolución rusa y agrupados en la llamada «guardia roja»-- y los conservadores --partidarios de la independencia, agrupados en las «guardias cívicas». El 6 de diciembre de 1917 se proclamó la independencia. Trotsky, que había reconocido oficialmente la nueva situación, apoyó la insurrección bolchevique de 1918, derrotada por la acción conjunta de las guardias cívicas y un contingente de apoyo alemán. Los conservadores ofrecieron la corona al hijo de Guillermo II. Después de la derrota alemana, en 1919, se votó una constitución republicana que instituía el sufragio universal con representación proporcional. La elección del presidente se realizaba por sufragio indirecto. En 1920 la U.R.S.S. reconoció la nueva república; gobernó el partido agrario, promotor de mejoras para el campesinado. Los «blancos» consolidaron su influencia en gobiernos conservadores.

En 1939, un nuevo enfrentamiento con los rusos significó la pérdida de Carelia y parte de Laponia. Para combatir a Rusia, Finlandia aceptó aliarse con la Alemania hitleriana, participando en la invasión y el sitio de Stalingrado en 1941. El gobierno del presidente Ryti cayó después de la ofensiva soviética (1944) y ocupó la presidencia el mariscal Mannerheim, quien firmó el armisticio en septiembre de 1944. Se perdieron el distrito minero de Petsamo y Carelia, firmándose la paz con los aliados en 1947. La posguerra convirtió las relaciones con la U.R.S.S. en asunto preferente. Se firmaron acuerdos comerciales y se restablecieron las relaciones políticas, con visitas mutuas de los respectivos dirigentes. A partir de la Segunda Guerra Mundial, la política finlandesa estuvo dividida entre la estabilidad de la presidencia --J.K. Paasikivi (1946-1956) y Kekkonem (1956-1981)-- y la volubilidad de los gobiernos, obligados a formar coaliciones a menudo de breve duración.

El presidente Urho K. Kekkonem gobernó durante tres mandatos consecutivos, prorrogándolos de manera extraordinaria hasta 1973. Kekkonem protagonizó un período de prosperidad y normalización política. Mauno Koivisto, socialdemócrata, le sucedió en 1982, al ser designado por el colegio electoral correspondiente, y fue reelegido en 1988. En febrero de 1994 Martti Ahtisaari se impuso en las elecciones presidenciales. Finlandia ingresó en la Unión Europea en enero de 1995 tras un proceso negociador que culminó en 1994.

Instituciones

Finlandia es una república parlamentaria. El presidente de la República ostenta la jefatura del Estado, siendo elegido para un período de 6 años por un colegio de 300 electores escogidos en elecciones políticas generales. El presidente es responsable directo de la política exterior y comparte las tareas ejecutivas con el primer ministro y el Consejo de Estado. El poder Legislativo corresponde al Parlamento (cámara de 200 miembros elegidos por sufragio universal para un período de 4 años).

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