GEOGRAFÍA - PAÍSES: Alemania - 3ª parte

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Geografía

PAÍSES

Alemania - 3ª parte


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Historia (continuación)

letra capitular El atentado mortal contra el archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio austrohúngaro, fue la chispa que desencadenó el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El aislamiento diplomático de Alemania, la debilidad interna de sus aliados y la intervención de E.U.A., deshicieron el estado alemán. Por otro lado, la Revolución rusa de 1917 animó a los sectores socialistas, que vieron la posibilidad de llevar a cabo la revolución social. Exiliado el káiser, el Partido Socialdemócrata se hizo con el poder. A fin de evitar la radicalización del proceso, el ejército y los sectores conservadores apoyaron al nuevo gobierno, con lo cual se marginó a los que defendían la inmediata revolución proletaria (Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht).

En 1919 se proclamó la República de Weimar, que nacía ya condenada al fracaso: a las durísimas condiciones del Tratado de Versalles se sumaba una turbulenta etapa inicial de golpes de estado comunistas y monárquicos y una grave inflación. Alemania perdió todas sus colonias, devolvió Alsacia y Lorena a Francia, diversos territorios a Polonia y Dinamarca, hubo de acceder a la ocupación de Renania y se vio obligada a pagar elevadas indemnizaciones de guerra. La difícil recuperación se vio facilitada por la ayuda de las potencias vencedoras, que retrasaron las reparaciones y acordaron la salida del Ruhr de las tropas francesas.

La crisis generalizada de 1929 significó un nuevo revés para la economía alemana. La radicalización de las posturas se plasmó en las elecciones de 1930, en que nacionalsocialistas y comunistas experimentaron un notable avance. En los años siguientes la popularidad del nacionalsocialismo fue aumentando; en 1933 Hindenburg designó como canciller a Hitler. Rápidamente, los nazis se hicieron con el poder. En marzo, el Partido Nacionalsocialista ganó las elecciones parlamentarias; el mismo mes se proclamó el Tercer Reich, al tiempo que se desataba una implacable persecución contra judíos y comunistas. El nuevo régimen, de carácter totalitario, se fundamentó en la exaltación de la raza alemana como superior. Se instauró un modelo autárquico que dio un vigoroso impulso a la economía, al tiempo que se iniciaba un intenso programa de obras públicas. La sangrienta depuración realizada en las filas del partido (noche de los cuchillos largos, 30 junio 1934) y la muerte de Hindenburg, convirtieron a Hitler en jefe del estado. A partir de entonces Alemania se preparó para la guerra: la autarquía, la concentración industrial, la rápida militarización y una población fanatizada conducían inexorablemente a ella. En poco tiempo, Hitler rechazó las condiciones del Tratado de Versalles: se negó a efectuar más reparaciones de guerra e instaló tropas en la zona desmilitarizada de Renania. Paralelamente, firmó un acuerdo de cooperación con la Italia fascista (Eje Roma-Berlín) y en 1937 se constituyó el Pacto Anticomintern entre Alemania, Italia y Japón. Al año siguiente, en una operación fulminante, se produjo la anexión de Austria, a la que siguió Checoslovaquia y luego Polonia (1939). Francia e Inglaterra reaccionaron y declararon la guerra al Tercer Reich: comenzaba la Segunda Guerra Mundial.

El éxito inicial de las tropas alemanas, apoyadas por las otras potencias integrantes del Eje, se trocó en derrota a partir de la intervención de E.U.A. y la U.R.S.S. en el conflicto. La capitulación alemana (7 de mayo de 1945) significó el desmembramiento total del país, sentenciado en la Conferencia de Potsdam (julio 1945), y su reparto en cuatro zonas de ocupación administradas por los vencedores (E.U.A., Francia, Gran Bretaña y la U.R.S.S.). Los territorios de la Prusia Oriental quedaron bajo dominio de Polonia y la U.R.S.S., mientras los occidentales permanecieron bajo la tutela de E.U.A., Francia y Gran Bretaña. La antigua capital, Berlín, fue a su vez dividida en cuatro sectores (francés, británico, americano y soviético).

Los principales objetivos iniciales de los aliados eran: eliminación del ejército alemán y del militarismo; disolución de las organizaciones nazis y condena de los criminales de guerra (Proceso de Nuremberg, 1945-47); reestructuración de la educación y del poder judicial en un sentido democrático. Cada aliado se ocupó de la recuperación económica en su sector. A partir de 1945 se autorizó la formación de partidos políticos: un frente antinazi reunió a los opositores al régimen hitleriano, la mayoría exiliados. Pronto se empezó a notar la distinta influencia ideológica de las potencias vencedoras, lo que separó la zona soviética de las otras tres.

En 1949 el territorio alemán quedó definitivamente dividido en dos Estados: la zona bajo control de Francia, Inglaterra y E.U.A. constituyó la República Federal de Alemania (R.F.A.), mientras el sector soviético se convirtió en la República Democrática Alemana (R.D.A.). Berlín se mantuvo bajo el estatuto de ocupación, al margen de los dos estados, aunque en la práctica los tres sectores occidentales se incorporaron, social y económicamente, a la R.F.A., y el oriental a la R.D.A. Ésta obtuvo oficialmente de la U.R.S.S. la soberanía en 1954. Al año siguiente lo hizo la R.F.A., que seguidamente ingresó en la OTAN. Al mismo tiempo, la R.D.A. firmó con la U.R.S.S. y los otros países socialistas el Pacto de Varsovia. Desde el principio se establecieron marcadas diferencias entre ambos estados, cuya separación quedó simbolizada en la construcción, por la R.D.A., del Muro de Berlín en 1961, que separaba así las partes oriental y occidental de la ciudad, y dos estados política e ideológicamente muy distantes. (Ver Alemania, República Democrática y Alemania, República Federal).

El proceso de normalización de las relaciones entre las dos Alemanias se inició en la década de los 70 con la llamada ostpolitik del canciller Willy Brandt, aunque siempre bajo la premisa del reconocimiento de la independencia mutua y el respeto a las fronteras establecidas. La política de apertura del bloque comunista iniciada por el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov (perestroika) encontró en la Alemania Oriental una fuerte oposición a su aplicación, en un momento en que las dificultades económicas del régimen comunista se hacían prácticamente insuperables. En 1989, dentro del proceso de transformación y cambios en todos los países socialistas europeos, el desmoronamiento del régimen de la R.D.A. se hizo inevitable. El 9 de noviembre se abrió el Muro de Berlín, a iniciativa de las mismas autoridades que habían ordenado su construcción años atrás; el 1 de diciembre se revocó la cláusula constitucional que garantizaba en la R.D.A. la exclusividad del poder al partido comunista.

Con el apoyo de la comunidad internacional (principalmente de E.U.A. y la U.R.S.S.), el proceso de reunificación se intensificó. La victoria de la Alianza Democrática en las primeras elecciones libres en la R.D.A. (18 marzo 1990) permitió optar por la vía de la unificación rápida, según la cual los cinco estados (länder) de la R.D.A. solicitaban su ingreso en la R.F.A. La unión económica y monetaria se estableció mediante un Tratado de Estado (18 de mayo). Las consecuencias internacionales se definieron en las negociaciones 2+4 (1 de octubre), donde los cuatro países que habían ocupado Alemania después de la Segunda Guerra Mundial reconocían la plena soberanía de ésta sobre su territorio, estableciendo, al mismo tiempo, su adscripción a la OTAN. El 3 de octubre de 1990 los dos estados alemanes se unificaron formalmente. El estado resultante, formado por 16 länder (10 de la R.F.A., 5 de la R.D.A. y el land de Berlín) adoptó el nombre oficial de República Federal de Alemania. El 2 de diciembre el democristiano Helmut Kohl ganó las primeras elecciones de la Alemania reunificada. El acelerado proceso de unificación comportó el desequilibrio económico del país y el empobrecimiento de los antiguos habitantes de la R.D.A. Este escenario favoreció la aparición de grupos violentos neonazis que volcaron su resentimiento contra los inmigrantes turcos (atentados de noviembre de 1992 y mayo de 1993). En 1994 Helmut Kohl logró un cuarto mandato, aunque tuvo que gobernar en coalición con los liberales.

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