La aceptación de la opresión por parte del
oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es
un consentimiento; existe solidaridad y
participación vergonzosa entre el gobierno que hace
el mal y el pueblo que lo deja hacer.
La belleza es la frente, el amor, la corona.
Cuanto mayor es el conocimiento de un hombre,
mayor ha de ser su fe; y cuanto más se acerca a
Dios, más clara es su visión de Dios.
El recuerdo es vecino del remordimiento.
La fuerza más fuerte de todas es un corazón
inocente.
Imputar la revolución a los hombres es imputar
la marea a las olas.
Los animales son de Dios. La bestialidad es
humana.
En el hombre hay una serpiente: el intestino,
que tienta, traiciona y castiga.
Ser discutido, es ser percibido.
Los volcanes arrojan piedras, y las revoluciones
hombres.
El infortunio, el aislamiento, el abandono y la
pobreza son campos de batalla que tienen sus héroes.
No hay más que un poder: la conciencia al
servicio de la justicia; no hay más que una gloria:
el genio, el servicio de la verdad.
Todo poder es deber.
El arte, en sí mismo, no camina hacia adelante
ni hacia atrás.
El matrimonio, como los injertos, prende bien o
prende mal.
Si tenéis la fuerza, nos queda el derecho.
El deber tiene una gran similitud con la
felicidad de los demás.
Todo número es cero ante el infinito.
La indigestión es la encargada de predicar la
moral al estómago.
Tan corta como es la vida, aún la acortamos más
por el insensato desperdicio del tiempo.