El genio en la tierra es Dios que
se da. Cada vez que aparece una obra maestra, es una
distribución de la Divinidad que se hace a los
hombres. La obra maestra es una especie de milagro.
Salvar la civilización es salvar
la vida de un pueblo.
La instrucción primaria
obligatoria es el derecho del niño.
La primera igualdad es la
equidad.
El que niega el progreso es un
impío; el que niega el progreso niega la
providencia, pues providencia y progreso son la
misma cosa, y el progreso no es más que uno de los
nombres humanos del Dios Eterno.
Lo bello vale tanto como lo útil.
La pena de muerte es signo
peculiar de la barbarie.
El pudor es la epidermis del
alma.
El futuro tiene muchos nombres.
Para los débiles es lo inalcanzable. Para los
temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la
oportunidad.
Los cuarenta son la edad madura de la juventud;
los cincuenta la juventud de la edad madura.
La suprema felicidad de la vida es saber que
eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar
de ti mismo.
La risa es el sol que ahuyenta el invierno del
rostro humano.
Los que padecéis porque amáis: amad más todavía;
morir de amor es vivir.
¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la
luz que le alumbra y le calienta.
La libertad de amar no es menos sagrada que la
libertad de pensar. Lo que hoy se llama adulterio,
antaño se llamó herejía.
Es extraña la ligereza con que los malvados
creen que todo les saldrá bien.
La melancolía es la felicidad de estar triste.
La libertad es, en la filosofía, la razón; en el
arte, la inspiración; en la política, el derecho.
No olvidemos jamás que lo bueno no se alcanza
nunca sino por medio de lo mejor.
Los ojos no pueden ver bien a Dios, sino a
través de lágrimas.
Cuanto más pequeño es el corazón, más odio
alberga.
A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos
les falta es voluntad.