Siendo niños éramos agradecidos con los que nos
llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no
agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcetines
con nuestros pies?
La única simplicidad que vale la pena de
conservar es la del corazón, la simplicidad que
acepta y goza.
La iglesia nos pide que al entrar en ella nos
quitemos el sombrero, no la cabeza.
Lo más increíble de los milagros es que ocurren.
Las vidas de los ricos son en el fondo tan
aburridas y monótonas, sencillamente porque ellos
pueden escoger lo que ha de sucederles. Están
aburridos porque son omnipotentes... La cosa que
mantiene la vida romántica y llena de ardientes
posibilidades es la existencia de esas grandes
limitaciones vulgares que nos obligan a todos a
enfrentarnos a las cosas que no nos gustan o que no
esperamos.
Mientras las cosas son realmente esperanzadoras,
la esperanza es un nuevo halago vulgar: sólo cuando
todo es desesperado la esperanza empieza a ser
completamente una fuerza.
Loco no es el que ha perdido la razón, sino el
que lo ha perdido todo, todo, menos la razón.
La aventura podrá ser loca, pero el aventurero
ha de ser cuerdo.
El optimista cree en los demás y el pesimista
sólo cree en sí mismo.
En todo aquello que vale la pena de tener,
incluso en el placer, hay un punto de dolor o de
tedio que ha de ser sobrevivido para que el placer
pueda revivir y resistir.
El lugar donde nacen los niños y mueren los
hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es
una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo
yo la importancia de la familia.
Admiramos las cosas por motivos, pero las amamos
sin motivos.
¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo
tanto tengo dentro de mí todos los demonios.
Siempre se ha creído que existe algo que se
llama destino, pero siempre se ha creído también que
hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica
al hombre es el equilibrio de esa contradicción.
Todos los educadores son absolutamente
dogmáticos y autoritarios. No puede existir la
educación libre, porque si dejáis a un niño libre no
le educaréis.
Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es
la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la
esquina.