La justicia sobre la fuerza, es la impotencia,
la fuerza sin justicia es tiranía.
Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni
la falta de contradicción es indicio de verdad.
Cuando leemos demasiado deprisa o demasiado
despacio, no entendemos nada.
La moral es la ciencia por excelencia; es el
arte de vivir bien y de ser dichoso.
La naturaleza tiene perfecciones para demostrar
que es imagen de Dios e imperfecciones para probar
que sólo es una imagen.
No vivimos nunca, sino que esperamos vivir; y
disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable
que no lo seamos nunca.
A fuerza de hablar de amor, uno llega a
enamorarse. Nada tan fácil. Esta es la pasión más
natural del hombre.
La desgracia descubre al alma luces que la
prosperidad no llega a percibir.
He hecho esta carta más larga de lo usual porque
no tengo tiempo para hacer una más corta.
Los mejores libros son aquellos que quienes los
leen creen que también ellos pudieron haberlos
escrito.
Una de las principales enfermedades del hombre
es su inquieta curiosidad por conocer lo que no
puede llegar a saber.
El arte de persuadir consiste tanto en el de
agradar como en el de convencer; ya que los hombres
se gobiernan más por el capricho que por la razón.
Si no actúas como piensas, vas a terminar
pensando como actúas.
Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no
existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que
existe. Porque si después no hay nada, evidentemente
nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna;
pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar
cuenta de mi actitud de rechazo.
Vale más saber alguna cosa de todo, que saberlo
todo de una sola cosa.
El primer efecto del amor es inspirar un gran
respeto; se siente veneración por quien se ama.
Sólo conozco dos tipos de personas razonables:
las que aman a Dios de todo corazón porque le
conocen, y las que le buscan de todo corazón porque
no le conocen.
El corazón tiene razones que la razón ignora.
El hombre está dispuesto siempre a negar todo
aquello que no comprende.
La grandeza de un hombre está en saber reconocer
su propia pequeñez.
¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si
pierde su alma?
Cuando no se ama demasiado no se ama lo
suficiente.