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Introducción

anto desde el punto de vista económico como del social, la Europa del Renacimiento es una continuación del mundo bajo-medieval. A pesar del crecimiento de las ciudades, la gran mayoría de la población siguió siendo rural; la aparición de un comercio cada vez más desarrollado no impidió que la actividad agrícola fuera la predominante (el ochenta por ciento de la población); y aunque muchos individuos ya no estaban sometidos al régimen feudal, los impuestos de los reyes eran casi tan gravosos como las obligaciones para con los señores.

Ahora bien, la Europa del Renacimiento vivió una serie de circunstancias como el descubrimiento de América, la Reforma Protestante o la implantación de las monarquías autoritarias, que dejaron una profunda huella en los terrenos económico y social.

La economía

Tras las malas cosechas y las terribles epidemias que asolaron Europa durante el siglo XIV y hasta comienzos del XV, se inició una recuperación demográfica que, a pesar de la alta mortalidad infantil, supuso un aumento de la población. Ese incremento trajo consigo una paralela expansión económica.

En la actividad agropecuaria se realizaron nuevas roturaciones y, sobre todo, se inició una tendencia hacia la producción especializada. El mayor desarrollo de los transportes, favorecido por el comercio, permitía el trasiego de producciones cerealísticas y ganaderas desde las tierras más idóneas para su producción hasta los mercados. Esta especialización permitió un aumento de las producciones y el consiguiente desarrollo de una vida urbana no productora de alimentos.

La industria y el comercio, siguiendo la tendencia impuesta en la etapa anterior, aumentaron sus actividades. Los pequeños talleres artesanales se fueron transformando hasta convertirse en centros de producción de mayor volumen, al tiempo que surgían empresarios industriales que encargaban el trabajo a domicilio a cambio de un sueldo.

Comercio urbano en una miniatura del siglo XV

Estos empresarios, que carecían de talleres, distribuían la materia prima por las casas de sus trabajadores y, después de elaborado el producto lo recogían, tras pagar el sueldo convenido. Este sistema, que fue un paso intermedio entre el taller artesanal y la industria manufacturera, significó el comienzo de la decadencia del artesanado y, sobre todo, fue la base de la naciente concepción capitalista de la economía.

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