Algunas misivas llegan muy retrasadas, de acuerdo a lo teóricamente deseable desde que se cancelan, hasta el destinatario. ¿Dónde está el «cuco» que provoca el «desajuste»? ¿Por qué cuando hay incidencias no se le aplican a los pliegos correspondientes el cuño que certifica tal acontecimiento? ¿Por qué la correspondencia filatélica tiene que padecer la pandemia de unos empleados indeseables? ¡Fácil: los sellos exóticos llaman la atención y de ahí a su pérdida! ¿No es robo y falta de celo en la prestación del servicio? Como mucho, los puristas, dirán que es un hurto y, como tal, indemostrable y así nos va en este país de pandereta donde tratar de defender tus derechos es un acto quijotesco; los cargos y organismos interpuestos o los fiscalizadores son una simple pantomima.
Hoy nos vamos a centrar en el otrora eficaz y prestigioso ROYAL MAIL [es como el caso de la BBC en el mundo de la radiodifusión], sólo oír su nombre hace unas décadas era hablar de un prestigio y de unas prestaciones sin parangón a nivel planetario. En ambos casos, ni el poderosísimo servicio postal norteamericano les había superado en prestigio [por supuesto, como dirían en mi pueblo, la súper-millonaria VOA ni entraba en las listas de popularidad que, a veces, no se llevaban las gigantes del mundo de la radiodifusión] y como muestra una de esas piezas que dábamos por desaparecidas hace años y que de forma sorprendente llegó a destino ¡CINCO AÑOS DESPUÉS!
Las tarifas del Royal Mail a partir del 30 de abril de 2012 dan un salto cuantitativo [endurecen el coste del servicio y, como siempre, el sector público, gran usuario de los servicios postales, se convierte en financiador de las aventuras de los trileros que antes lucharon por la privatización y, tras repartirse los cuantiosos beneficios generados y/o acumulados, ahora quieren endilgar la multimillonaria factura de su nefasta gestión al erario público si quieren que se siga prestando el servicio postal universal.
Las nuevas tarifas vigentes a primeros de mayo pasan de 46 a 60 peniques (primera clase), de 36 a 50 peniques (segunda clase) [En el argot postal y para entendernos aquí en España, era lo que antiguamente teníamos como cartas e impresos, esta última categoría nos la eliminaron y hoy sólo tenemos cartas]. Como excusa para esa escalada en los costes de las tarifas, los prebostes postales británicos [¿o deberíamos decir los «caraduras»?] aluden a que allí prestan servicio seis días a la semana mientras en la parte continental europea el reparto es de lunes a viernes, o sea: laborales [si analizamos mi zona, los quijotes ibéricos ya han inventado otra fórmula, reparten tres días a la semana lunes-miércoles-viernes y se ahorran otros tres martes-jueves-sábado].
Por supuesto, suben el resto de tarifas ¡Faltaría más! La parte liberalizada hasta 100 gramos de peso pasará de 75 a 90 peniques y de 58 a 69 peniques [primera y segunda clase respectivamente]. Recordemos que en España, Juan Alpargatas [ciudadano de a pie], sólo tiene una tarifa y en estos momentos, con salarios prácticamente africanos [sólo nos faltaba la andanada de Rajoy para tratar de evitar la quiebra definitiva tras el desastre de ZP y sus cuates que nos han dejado a la puerta de otro «corralito»], esa misma correspondencia paga 0,85€ (España), 2,15€ (Europa) y 2,95€ (Resto del mundo). O lo que es igual, la diferencia tarifaria es mínima pero se acrecienta si hacemos la comparativa entre nivel de ingresos y nivel de tarifas [los prebostes de Madrid siempre dicen que nuestras tarifas son las más bajas del continente, para justificarse, pero no nos dicen lo que realmente tienen de renta el resto de «sufridos europeos»].
Como siempre nos aplican todo lo «malo» de los mercados y poca de la «buena» realidad nos afecta. Así que al dicho popular: ¡Virgencita que me quede como estoy!, que exclamara el famélico mendigo, a las puertas de la iglesia, al observar el espectáculo de los que llegaban en sus sillas de ruedas.
Ya hemos visto a dónde conducen la liberalización de los mercados y las privatizaciones de los otrora «universales» servicios públicos de correos. Nos quedamos sin los beneficios y ahora tenemos que financiarles sus multimillonarias pérdidas a estricto escote. ¿De verdad entraba todo esto en el programa de adhesión a la Unión Europea? Pues eso, que como no estaba, resulta fácil: denúnciese el TRATADO y que nos dejen como estábamos, porque para dejarnos como el perro pulgoso de Lucky Luke no necesitábamos a los «granujas» salidos de las más prestigiosas escuelas de negocios o universidades europeas y norteamericanas que pululan por los despachos de Bruselas en plan multimillonario; al menos aquí y ahora ya tenemos a los políticos de diecisiete autonomías más el peso pesado del Gobierno Central [Ah, sí, es verdad: algunos populistas siempre sacan a sus «perros» para que lancen a los cuatro vientos que Madrid nos roba y la realidad es que los únicos que han tocado los bolsillos en las nóminas han sido esos mismos que lanzan ese mensaje para analfabetos ¿analfabestias?]. De paso podríamos barrer las autonomías, diputaciones, consejos comarcales y gran cantidad de zarandajas que los políticos han creado no para hacernos la vida más fácil, todo lo contrario, para continuar exprimiendo los bolsillos. Ya va siendo hora de que cesen en ese gasto injusto e indecente montado en base a preparar a sus cachorros [los argentinos dicen K-Chorros, por aquello de la nefasta presidenta en este momento histórico. En mi pueblo dirían que éramos pocos y parió la burra y les tiene preparado otro corralito, después que no se queje si la gente intenta salvar cuatro chavos llevándoselos bien lejos].
Para regodeo, los actuales prebostes del Royal Mail afirman en su comunicado que «el anterior sistema de prestación del correo en las islas era artificialmente bajo» [a pesar de ello no costaba ni un penique al erario público y era uno de los mayores empleadores del archipiélago británico, además ingresaba beneficios a las cuentas estatales de su Graciosa Majestad] y, para justificar la escalada de precios en plena crisis, lo justifican con el elevado coste del mantenimiento de la red postal que mantiene la entrega diaria los seis días de la semana en 29 millones de direcciones. En la década precedente despidieron a 50.000 empleados. Ahora les aplican el diente a las tarifas y tratan de sacudirse el servicio postal universal «sólo para quedarse con las áreas de negocio rentables» y el resto, pues eso: que les den.
Vamos que la nota de prensa distribuida por el Royal Mail nos puede indicar de por dónde irán los tiros y el caos en el tratamiento postal universal [algunos años el correo para la isla de Ascensión ha sido fletado hasta Asunción-Paraguay; los prebostes lo justificaron, entonces, con la coincidencia-semejanza de nombres; pero hace años que uno peina canas. Estamos convencidos que fue toda una patada en el trasero de los engreídos y engominados gestores que en esos momentos estaban al frente de la Joya de la Corona. A mi me despediréis, pero a vosotros os dejo el marrón y todavía se están riendo en «guaraní» por aquellos contenedores postales que les llegaron mal encaminados y no salen de su asombro. Una cosa es que te llegue una carta mal encaminada, otra cosa es que te llegue todo un flete completo. De la guisa hasta el Foreign Office tuvo que intervenir, porque no es lo mismo reencaminar un sobre de 20 gramos a tener que hacerlo con todo un cargamento aéreo. ¿Le harían pagar al responsable, o sea: al que pone la mano por llevarse una tajada, pero que nada quiere saber cuando hay un contratiempo?
Por supuesto, los habitantes de esa isla británica, tan famosa por su célebre estación de radiodifusión [inicialmente de la BBC, pero que también se alquila o emite para otras estaciones en estos momentos] y por la base norteamericana para los seguimientos de las naves desde Cabo Cañaveral], se quedaron sin sus preciados presentes navideños y muchas de las mercancías llegaron caducadas. ¡Historia postal, bien moderna! Y así nos va. Otras veces se volatizaron y se acabó el entuerto, pero seguimos siendo europeos.
Efectivamente, los grandes usuarios [generalmente esas mismas empresas que se dedican al negocio del correo paralelo o privado] siguen disfrutando de unas reducciones o «comisiones» [como diría Maragall] que hacen sonrojar a cualquiera. Por ejemplo, hasta 100 gramos suelen pagar en el Reino Unido 44 o 31 peniques [primera y segunda clase respectivamente] menos de lo que un ciudadano de a pie paga por su carta normalizada de 20 gramos de peso ¿y aún no se explican el por qué la gente dejar de utilizar el correo tradicional? El problema no es el precio, sino la sensación de tonto que te queda ante los argumentos, infantiles y engañabobos que te aplican estos caraduras trajeados y encorbatados que nunca se han manchado los dedos con el tampón de la oficina.
Un apartado de correos tampoco se queda atrás en esa carrera, de 170 libras pasa a 185. Aplique el IVA y a lo tonto verá que prácticamente ya son 50.000 de las antiguas pesetas [otra argucia que se emplea para hacernos creer que todo es barato y acorde a la realidad que vivimos, como si las 166 pesetas que nos hicieron pagar por cada Euro en su momento fueran una minucia, en ese cambio ya nos hicieron pagar los «bata blanca» de Bruselas, el primer traje nuevo y sin darnos cuenta, fue nuestro primer «corralito». ¿Qué harán con nosotros cuando ya nadie tenga un centavo y, además, esté hipotecado por tres generaciones?] Por supuesto, entonces, el del bigote tan contento porque nos dejaba en «manos de los mercaderes y quitasueños continentales».
Por supuesto, las indemnizaciones siguen siendo inmovibles. 46 libras para cualquier tipo de envío confiado al correo bajo recibo. Del resto, como en todo el mundo, si te vi, no me acuerdo. Y, para demostrar que cuidan al más desfavorecido, en la Navidad del 2012 prestarán el servicio con las tarifas del 2011 a todos los pensionistas o desempleados que, previa presentación de esa condición en las oficinas del Royal Mail, podrán adquirir hasta 36 sellos [tres carnets] de tarifa reducida para la campaña de felicitaciones navideñas que allí inician el 6 de noviembre. Todo un detalle. ¡Thanks!
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El récord de esta Historia Postal Moderna. El oficial encargado de la correspondencia del HMS LANCASTER la sella el 1 de noviembre –ignoro dónde estaba el navío en esos momentos- y como toda la correspondencia militar, es tratada por la BFPO y después entregada al Royal Mail en su centro de Londres. En este caso el matasellos indica el 19.XI.2007, aunque el año apenas se visible. El resultado es que dicho envío aparece en la correspondencia del destinatario el 16.03.2012. ¡Nada menos que cinco años! ¿Tal vez porque no figura Spain? En el argot postal la E ya es suficiente para saber el país de destino ESPAÑA, aunque claro, los que se hicieron con el entonces lucrativo negocio del correo británico despidieron a miles de expertos funcionarios, lo “modernizaron” y gracias a sus “eficaces programas privados” el correo en el 2012 ya anunciaba pérdidas millonarias de un billón de libras esterlinas. En el reverso aplicaron una viñeta azul advirtiendo que los 44 peniques de franqueo no cubrían la tarifa y el retraso se le achacaba a ese hecho. ¿De verdad la tarifa del 2007 era más elevada que ese franqueo? ¿Era necesario retenerla? ¿Por qué no se tasa el envío como se había venido haciendo en lugar de retenerlo durante un lustro? Pero, como diría Sancho: ¡Cosas veredes: tenemos más derechos! ¿De qué nos sirven ante los desmanes de empleados que [en muchos casos] apenas saben donde tienen la mano derecha y mucho menos geografía? |
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es