El 4 de abril de 2018 comenzó a circular el sello de 19 coronas que el correo checo lanzaba para honrar la memoria de uno de los grandes investigadores del mundo de la oscuridad, el profesor, periodista y espeleólogo Storch, éste aparece en el interior de una caverna y como telón de fondo una pareja de mamuths que vendrían a simbolizar el mundo de la oscuridad por excelencia. El efecto fue diseñado por Zdenek Danek e impreso en hojas de cincuenta piezas en offset multicolor.
Nuestro personaje nació en Ostromer (cercanías de Horice), el 10 de abril de 1878 (estamos celebrando el 140 aniversario de su nacimiento). Se graduó en la escuela de gramática y el colegio del profesorado de Hradec Kralové, realizaba numerosas escapadas con sus alumnos a la zona oriental y norteña de Bohemia; concretamente se centró en la región de Most y los resultados de sus numerosas investigaciones y estudios serían recogidos por la revista Nová doba.
Desde 1903 Storch vivió en Praga hasta 1938 aunque, por razones políticas, en algún período de su vida vería denegados los permisos para poder trabajar en la administración civil. Tras la II Guerra Mundial, sería nombrado Inspector de Escuela y destinado a Bratislava [actualmente capital de la independiente Eslovaquia tras desmontarse la república checoslovaca a finales del XX]. Se trataba de un hombre versátil y cultivado, algo que el comunismo no siempre premiaba. Como profesor amaba la enseñanza al aire libre, era una de sus actividades favoritas y, en algunos casos, sus alumnos acabaron sucumbiendo al mundo de las profundidades. Uno de sus lugares preferidos para sus clases prácticas en medio de la naturaleza era la denominada isla de Libensky, un rincón idílico en el lecho del río que cruza la capital checa. Impartió clases de natación y esquí y fue jefe de un grupo scout.
Pero, en lo que sin duda destacó, fue en la espeleología; un apasionado y ello le llevó a colocar la especialidad en lo más alto de este peculiar mundo en todo el territorio checo. Realizó y dirigió numerosas investigaciones arqueológicas en Praga y Lobec (región de Melník) unos treinta kilómetros al norte de la capital y en donde destaca un promontorio rocoso sobre la llanura. Dicho sea de paso, allí nos encontramos una modesta región vinícola que da lugar a una fantástica escapada para cualquiera que ande por la zona, de esta manera podrá “chatear” (y no precisamente por Internet). Dicen que sus viñedos, empinados en sus laderas, son la herencia de las plantas que realizara Carlos IV en el XIV y de ahí que los praguenses la denominen “La Rioja Checa”.
El paseante también puede darse una vuelta por el osario de la Iglesia de Pedro y Pablo, allí podrá contemplar, atónito, las diferentes configuraciones hechas con huesos de los desenterrados (fueron centenares los que aquí dieron con sus huesos en la época de la peste del siglo XVI). La ciudad, que abrazó la causa husita, resultaría arrasada en la célebre Guerra de los Treinta Años (impresionante el monumento en la Ciudad Vieja de Praga consagrado al famoso líder Jan Hus).
A Storch también le podemos buscar un hueco en las temáticas del mundo de la enseñanza, la prehistoria, el periodismo, la bioespeleología o los scouts. Murió en Praga el 25 de junio de 1956, el matasellos muestra un hacha de sílex, en el diseño del sobre aparece un mamuth y vemos al personaje impartiendo una lección magistral a un pequeño grupo de alumnos.
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JUAN FRANCO CRESPO
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