Viene de la 1ª parte
Santa María de Guadalupe, Patrona de Extremadura
El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es Patrimonio de la Humanidad
Está regentada por una Comunidad de la Orden Franciscana
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Arte en Guadalupe: Museos y Salas
Portería y Claustro de la Mayordomía
El acceso al monasterio se hace por la antigua portería, construcción del siglo XV, cargada de piedad e historia. Forma parte de este sector el Claustro de la Mayordomía, pequeña pieza de destacada belleza, por su recogimiento y su traza monacal antigua, del siglo XV, reformada en el siglo XIX.
En este claustro tiene su entrada la antigua Sala Capitular, planta baja del Pabellón del Capítulo y Librería, construido en el siglo XV, bajo la dirección del maestro Gonzalo Fernández. Ofrece esta artística sala pinturas gótico-mudéjares en sus bóvedas y en sus muros, que enaltecen el recinto, uno de los más bellos del Real Monasterio.
Museo de Libros Miniados
El Museo de libros miniados está instalado en una nave de la galería norte del Claustro mudéjar, casi contigua al Museo de bordados.
La adecuación de la nave a museo es obra promovida por la Comunidad franciscana, coofinanciada por la Junta de Extremadura y la Comunidad Europea, con proyecto del arquitecto Tomás Curbelo Ranero en los años 1997-1998.
Los libros miniados que alberga forman una incomparable colección de 107 ejemplares confeccionados en piel en los Talleres de escribanía e iluminación, pergaminería y encuadernación del Real Monasterio, que funcionaron en Guadalupe durante los siglos XIV al XIX.
Entre los libros corales, de tamaño mayor, 86 en total, se exhiben otros de menor tamaño, como dos Pasionarios del siglo XV, miniados sobre vitela y el famoso Libro de Horas de Prior, iluminado en el siglo XVI, maravillosa y fascinante producción del Renacimiento, varios colectarios y diurnales.
Claustro Mudéjar
Forma un edificio casi cuadrado. Fue construido en el siglo XIV durante el priorato del padre Yáñez (1389-1412). Tiene dos plantas de forma irregular, con arcos desiguales típicamente almohades. Un pretil con arcuaciones caladas recorre la planta baja. En el centro del jardín alza su elegancia un airoso Templete, de planta cuadrada, lo más típico y genial del gótico-mudéjar de este monasterio, erigido en 1405 bajo la dirección de fray Juan de Sevilla.
Posee este claustro, raro ejemplar en España, varias piezas de gran mérito:
– La capilla y sepulcro del padre Gonzalo de Illescas, junto a la puerta claustral de acceso al templo, labrado por Egas Cueman en el siglo XV.
– La capilla de San Martín de traza gótica, primitiva sala capitular del siglo XV, con pinturas al temple, restauradas en 1988.
– La Glorieta de Lavatorium, con alicatados de vidriados alizares, del siglo XV.
– Una colección de lienzos barrocos, originales de fray Juan de Santa María, monje sacerdote de monasterio, muerto en 1670, restaurada en los años 1996-1997.
– La portada plateresca de una suntuosa escalera, del siglo XVI.
– La Capilla de Santa Cecilia, pequeña sala, de traza mudéjar, aunque el retablo y estatua son de estilo barroco, del siglo XVII.
Museo de Bordados
En el antiguo refectorio monacal, pieza del siglo XV, al lado del poniente, del Claustro mudéjar, está instalado el Museo de Bordados con una maravillosa colección de ornamentos y telas ricas. Al servicio del culto hubo en Guadalupe durante los siglos XV al XIX un taller de bordaduría, en el que monjes y seglares confeccionaban con perfecta maestría ornamentos sagrados y otras piezas destinadas a las funciones litúrgicas. Esta rica colección, quizás la más genial de las artes suntuarias del monasterio, es, en parte, producto del taller guadalupense y, en parte, ofrenda de insignes bienhechores.
Baste mencionar algunas piezas, como el Frontal rico, de suntuosa hermosura, bordado por fray Diego de Toledo en el siglo XV y enriquecido dos siglos después con perlas, aljófares y piedras mayores; el Frontal de Enrique IV, con escenas marianas; el Frontal de San Jerónimo, con bordados de fray Francisco de Sigüenza, del siglo XVII; el Frontal de la Pasión, del citado fray Diego de Toledo, armónica combinación de trozos de telas antiguas; la Casulla de los Reyes Católicos, la Casulla del Condestable, ambas del siglo XV; la Capa barroca de fray Cosme de Barcelona; la Capa rica, de Jerónimo Audije de la Fuente, del siglo XVII; el Terno de la Emperatriz, confeccionado en el siglo XVI, obsequio de Isabel de Portugal, esposa de Carlos I; el Terno Rico, obra de Pedro López, uno de los mejores bordadores seglares; el Terno del Tanto Monta, conmemorativo de la toma de Granada, bordado en el siglo XVI, de una capa de brocado, donada por los Reyes Católicos; la Hazaleja del Radix Jesse, atrilera del siglo XV; y por último, una Manga de cruz procesional, obra clásica de Pedro López y su ayudante Cuéllar, del siglo XVI.
Museo de Esculturas y Pinturas
En espaciosa sala, obra arquitectónica del siglo XV, antigua¡ ropería del convento, con entrada por la galería Este del Claustro mudéjar, está instalado este Museo, inaugurado el 1 de septiembre de 1988.
Entre las pinturas expuestas, que son muchas y todas ciertamente merecen el puesto que ocupan, se destacan las siguientes:
Tres lienzos del Greco: Coronación de Nuestra Señora, San Pedro y San Andrés.
Tres lienzos del Greco: Coronación de Nuestra Señora, San Pedro apóstol y San Andrés apóstol; Ocho lienzos pequeños, de Francisco de Zurbarán; Tabla de Bautismo de Cristo, atribuida a Juan de Flandes, pinturas de 1498; lienzos del Nacimiento de Cristo, de Diego Correa de Vivar, conocido por Juan Correa, de estilo renacentista italianizante; Tabla, de tamaño mayor, con el Nacimiento de Cristo, del siglo XVI, restaurada en Guadalupe en 1987; adoración de los Reyes Magos y Anunciación de María, tabla atribuida a Adrián Isembrant, de finales del siglo XV; Cristo crucificado, espléndida tabla del siglo XV, restaurada en Guadalupe en 1987, atribuida a Nicolás Francés; Ecce-Homo, pintura sobre cobre, siglo XVI; Tabla Confesión en la cárcel, de Francisco de Goya, pintada en 1812, donada a la Comunidad franciscana en 1962; Cobres, del entorno artístico de Rubens, representativos de la Última Cena del Señor y Lavatorio de pies a sus discípulos; Lienzo de la Coronación de Nuestra Señora, de Juan García de Miranda, 1735.
Entre las esculturas, sobresalen por su belleza las siguientes piezas:
Grupo escultórico del Calvario, de Egas Cueman, siglo XV, estilo gótico, escuela flamenca, restaurada en 1987; Cristo Yacente, de Egas
Cueman, siglo XV, restaurado en 1987; Grupo escultórico de María, San Juan y María Cleofás, esculturas unidas en una pieza, de estilo gótico, escuela flamenca, siglo XV; San Sebastián mártir, escultura atribuida a Egas Cueman; Cristo crucificado, en marfil, atribuido a Miguel Angel; Cristo crucificado, escultura en marfil, estilo renacentista, siglo XVI; Cristo crucificado, también en marfil, escultura barroca, siglo XVII; Ecce-Homo, pequeña escultura, de medio cuerpo, en madera, siglo XVII, estilo barroco, donado por Pedro de Mena; Virgen Madre, sedente, preciosas imagen en alabastro, de Egas Cueman; Virgen filipina, escultura en marfil, siglo XVII; Niño Jesús triunfante, atribuido a Francisco de Rivas, siglo XVII, barroco, escuela sevillana, restaurado en Guadalupe en 1988; Inmaculada asunta, escultura en madera, siglo XVII, de estilo barroco; Nacimiento de Cristo, grupo escultórico, de estilo barroco, escuela napolitana, siglo XVII y otras piezas de notable mérito artístico.
Se conjugan perfectamente en este Museo las técnicas modernas con las peculiaridades antiguas de las obras expuestas, con perfecta visión, por separado, de cada una de las pinturas y esculturas.
La Sacristía
Antesacristía
Dentro de la parte baja de la torre de Santa Ana está construida la antesacristía, bella estancia de arquitectura gótica, decorada de espejos y cuadros, destacándose tres lienzos de Juan Carreño de Miranda con figuras del rey Carlos II, de su esposa María Luisa de Orleans y del cardenal Savo Millini, que regaló estos lienzos en 1683. Exhibe también un hermoso lienzo de la duquesa de Aveiro, Guadalupe Lancastre y Cárdenas, el Martirio de San Lorenzo, lienzo de Luis Tristán, y la Piedad, réplica de Annibale Carracci, siglo XVI.
Cuerpo de la Sacristía
Espléndida estancia, edificada durante los años 1636-1645, de planta rectangular, quizás la pieza más armónica del santuario. La nace está dividida en cinco bóvedas de medio punto, sostenidas por pilastras de orden toscano.
Exhibe en sus bóvedas y muros pinturas al temple de indiscutible mérito artístico, obra barroca de Manuel Ruiz y fray Juan de la Peña.
Fue Francisco de Zurbarán el pintor más insigne de esta Santa Casa. Ocho lienzos con escenas monacales, pintados en Sevilla durante los años 1639-1645, muestra el cuerpo de la sacristía: fray Diego de Orgaz ahuyentando las tentaciones; Aparición de Jesucristo a fray Andrés de Salmerón; Retrato de fray Gonzalo de Illescas, obispo de Córdoba; Misa milagrosa de fray Pedro de Cabañuelas; Enrique III de Castilla ofreciendo a fray Fernando Yáñez el Arzobispado de Toledo; Visión de fray Pedro de Salamanca; fray Martín de Vizcaya distribuyendo limosna a los pobres, y fray Juan de Carrión, despidiéndose de la Comunidad antes de morir.
Capilla de San Jerónimo
El cuerpo de la Sacristía acaba con la capilla de San Jerónimo con la forma una sola pieza. Sigue el mismo decorado de la sacristía que aumenta su belleza.
Ocupa el testero un retablo, decorado con columnas estriadas, o dividido en dos cuerpos. Preside el altar una estatua de San Jerónimo, de terra cotta, atribuida a Pedro Torrigiano, siglo XVI.
Tres lienzos decoran esta capilla: en el ático de retablo, La Apoteosis de San Jerónimo, en el lado derecho de esta capilla, Las Tentaciones de San Jerónimo y en la parte izquierda, Los Azotes de San Jerónimo, todos del mismo Zurbarán, pintor extremeño de Fuente de Cantos.
En el centro de la capilla, pendiente de la cúpula, está el Fanal de Lepanto, que Juan de Austria arrebatara a los turcos. Felipe II lo envió a Guadalupe en 1577.
Actuó como arquitecto del conjunto: antesacristía, sacristía y capilla, fray Alonso de Ávila, carmelita descalzo.
El Relicario. Tesoro de Nuestra Señora
Esta capilla, dedicada a San José, es un elegante ochavo, rematado en cúpula. Fue construida en la última década del siglo XVI, según los planos del Maestro Nicolás Vergara y decorada con pinturas barrocas en los siglos XVII y XVIII
Acumula en su recinto los mejores objetos artísticos del tesoro de la Virgen. Es grato mencionar los siguientes: Seis estanterías con relicarios: 34 en forma de brazos, 17 en forma de busto y otros muchos de distinta estructura. El escultor granadino Antonio Morales es autor de dos brazos, de doce bustos y del grupo escultórico de San José y el Niño, que preside el altar; la Arqueta de los Esmaltes, bella producción gótica de repujado metálico, del siglo XV, obra de fray Juan de Segovia, orfebre del monasterio; un Lignum Crucis, de estilo gótico, labrado en plata sobredorada con piedras, perlas y esmaltes de colores. El pie es obra de fray Juan de Segovia. Fue donado por Enrique IV; Varias Custodias, de plata y pedrería, de distintos estilos, Varias Coronas de la Virgen y el Niño. Fascina entre ellas por su riqueza y arte la Corona rica de la Coronación canónica, hermosa filigrana de oro, perlas y piedras preciosas, labrada por Félix Granda en 1928; tres de los mejores vestidos de la Virgen, piezas de inigualable mérito artístico, enriquecidos con perlas y piedras preciosas de inmensa riquezas.
El decorado de esta bella estancia, con pinturas al temple en bóvedas y muros, fue restaurado en los años 1987 y 1988.
Camarín
El Camarín de Nuestra Señora es una espléndida torre. En su planta principal está el recinto del mismo camarín, capilla en forma de rotonda, decorado con magnificencia. Obra acabada del barroco, diseñada por el arquitecto madrileño Matías Román, ejecutado por el maestro Francisco Rodríguez, terminada en 1696. El decorado, abundante y sugestivo, fue completado durante los años 1736-1741 con hermosas pinturas al temple en muros por Pedro José de Uceda, pintor hispalense.
Las oquedades de cada uno de los cuatro pilares están ocupadas con estatuas barrocas de ocho mujeres fuertes: María la Profetisa, Débora, Jael, Sara, Ruth, Abigall, Esther y Judit, símbolos bíblicos de María, la Madre del Señor, atribuidas al escultor Pedro Duque Cornejo y Roldán.
Lucca Giordano, pintó por encargo del rey Carlos II, los nueve lienzos, que decoran la estancia, con motivos marianos: Inmaculada Concepción, Natividad, Presentación, Desposorios, Anunciación, Visitación, Huida a Egipto, Familia de Nazaret y Asunción de María.
Contigua a esta estancia -de la que forma parte-, está la edícula con el trono de la venerada imagen, que preside el santuario.
Información procedente del Real Monasterio de Guadalupe |
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