Creado por la Ley 3.932 del 12 de diciembre de 1911, con el nombre de «Museo de Bellas Artes», el ahora llamado Museo Nacional de Artes Visuales, ha recorrido un largo camino marcado por las transformaciones del edificio que, a casi 100 años de su creación, terminaron convirtiéndolo en el más importante museo de arte del país. Poco queda hoy del local primitivo en el cual se guardaba un acervo de apenas 234 piezas, extranjeras en su gran mayoría.
El flamante Museo empezó a funcionar en el ala izquierda del Teatro Solís, pero al año siguiente se le asignó una nueva sede y pasó a ocupar un pabellón construido a fines del siglo XIX para sede de una Exposición de Higiene, en el mismo lugar que ocupa actualmente en el Parque Rodó de Montevideo. Desde aquel modesto galpón en el cual se instaló en sus comienzos hasta la realidad de hoy, se sucedieron numerosas e insuficientes reformas del edificio, algunas de las cuales lo mantuvieron clausurado durante largo tiempo como, por ejemplo, en un lapso de casi once años (1952-1962).
A pesar de las reformas, las deficiencias del local no podían disimularse. Durante décadas, según las distintas épocas a las que el investigador se remita, es posible encontrar informaciones periodísticas que hablan de «abarrotamiento de pinturas instaladas en lugares sumamente inflamables, ya que los tabiques que separan las salas son de madera…» . En otro momento se recordará que «la conservación de las obras se torna sumamente dificultosa por la falta de un adecuado depósito». Se insistirá en el hecho de que «las obras se amontonan en desorden y humedad». O que «las goteras del techo y la humedad (…) amenaza con el desprendimiento de las paredes». Incluso se mostraba una especial preocupación por el estado de «piezas de gran valor, como los grandes cuadros de Blanes». Y hasta se señalaba que los problemas térmicos insolubles obligaban a cerrar el Museo durante los meses de verano. De ahí que la necesidad de su traslado a un local más adecuado fuera un tema casi permanente durante muchos años.
Finalmente, la reforma substancial que comenzó en la década de los años setenta le dio al Museo un impulso renovador que resultó decisivo. A este paso fundamental, se vinculó el nombre de Clorindo Testa, artista y arquitecto, responsable de la última gran transformación, del mismo modo que en la década de los noventa se unió el de Leandro Silva Delgado, paisajista uruguayo que hizo escuela en España, para la creación del jardín que se encuentra al frente del edificio, el primero concebido por él como tal en nuestro país. Gracias a su obra se transformó substancialmente el predio baldío que durante muchos años los vecinos habían utilizado para practicar deportes, en particular el fútbol.
El impulso de las grandes exposiciones temporarias, una novedosa política que, sin embargo, ya se practicaba en los más importantes museos del mundo, también nacida en la década de los setenta -y que continúa con gran ritmo hasta hoy- logró despertar un inusual interés del público montevideano debido, entre otras cosas, al valor de los artistas que se presentaban, y al hecho de que se lograron espacios concebidos de acuerdo a los más modernos requerimientos de la museología. Entre las retrospectivas dedicadas a artistas nacionales, cabe mencionar, simplemente como ejemplos, las de Joaquín Torres García, Rafael Barradas, Carlos González, Leandro Silva Delgado, Antonio Frasconi, José Gurvich y Amalia Nieto.
La retrospectiva dedicada a Torres García, un homenaje a propósito del centenario de su nacimiento, realizada en 1974, fue apreciada por más de 400.000 personas. Por su parte, en 1988 se inauguró la muestra «Torres García, época catalana (1908-1928)», una exposición que salió por primera vez de España, integrada por pinturas, frescos y fotografías del maestro en su estadía en Cataluña. A su vez, la restrospectiva dedicada a Rafael Barradas en 1972, fue la primera con ese carácter y logró presentar más de 500 obras. También fue visitada por una gran cantidad de público, estimándose que pasaron por el Museo más de 430.000 personas.
La política de ampliación ha sido desde entonces una constante que no se ha detenido y que ha permitido triplicar el área total del Museo. En 1986, por su parte, se construyó en el piso superior una nueva sala dotada de las condiciones técnicas más modernas, creándose de esta manera un espacio ideal para la exhibición de obras a un nivel comparable al de los grandes centros culturales extranjeros.
La construcción de un lugar más adecuado para la Biblioteca especializada que cuenta con más de 8.000 volúmenes, y la isla de edición que incluye un Departamento de Video equipado con elementos técnicos de última generación, así como la sala de actos y conferencias con una capacidad de 174 asientos, tanto como la construcción de depósitos apropiados, son sólo algunos ejemplos más de la adecuación del Museo Nacional a los nuevos tiempos. Su acervo, consistente en alrededor de 6.200 obras, incluye los nombres de los grandes maestros del arte nacional (Blanes, Barradas, Figari, Sáez, Torres García, Cúneo) y los de aquellos artistas que en la actualidad continúan aportando su valiosa obra a la rica tradición plástica del país.
La lista de los artistas extranjeros cuyas obras fueron exhibidas en el Museo Nacional de Artes Visuales, como consecuencia de la nueva política de impulso a las muestras temporarias, se ha enriquecido, entre otros, con los siguientes nombres: Paul Klee, Augusto Rodin, Alexander Calder, Pablo Picasso, Marc Chagall, Henry Moore, Joan Miró, Arnulf Rainer, Henry Cartier Bresson, Goya, Piranesi, Giacomo Balla, Jannis Kounellis, César, Rufino Tamayo, Diego Rivera, José Luis Cuevas, Jesús Rafael Soto, Fernando Botero, Santiago Calatrava, etc.
Entre las exposiciones temporarias que mayor impacto provocaron en el público, cabe recordar la proveniente del Vaticano, denominada «La fe y el arte», realizada en 1998. Esta muestra resultó la más visitada (650.000 personas) desde la creación del Museo, superando el récord de 540.000 visitantes que había tenido la muestra de Rodin en 1971. Otras exposiciones visitadas por una cantidad desacostumbrada de público, fueron Surrealismo, Arte en el Cielo, Lautréamont, Jesús Rafael Soto, etc.
La actividad permanente desarrollada en la Sala de Actos y Conferencias, con la presencia de artistas, pensadores y teóricos, uruguayos y extranjeros, contribuyó todavía más a acercar una corriente nueva de público al Museo. En esa misma dirección ha apuntado la realización de ciclos de videos sobre arte y artistas contemporáneos, tanto como la exhibición de obras que no se encuentran habitualmente en las salas de distribución comercial, muchas de ellas presentadas por primera vez en Montevideo.
La Dirección del Museo fue ejercida desde su fundación por el pintor Domingo Laporte (hasta 1928), luego por el pintor Ernesto Laroche (hasta 1940), el escultor José Luis Zorrilla de San Martín (hasta 1961), el arquitecto Muñoz del Campo (hasta 1969) y por el crítico de arte, Angel Kalenberg hasta el 15 de junio del 2007, que la Lic. Jacqueline Lacasa asume como nueva directora, presentando el programa 2007 y 2008.
Información procedente del MNAV de Uruguay |