El día mundial del libro y los derechos de autor se celebra el 23 de abril, mundialmente, desde 1996, simbólicamente se honra a la literatura universal por coincidir en esa fecha en el año 1616 la muerte de Miguel de Cervantes, Garcilaso de la Vega y William Shakespeare, en 2016 tendríamos por tanto el V Centenario de su desaparición y nos imaginamos se irá perfilando el programa y los eventos para enaltecer la literatura en los más apartados rincones del orbe pero, sobre todo, en los lugares que formaron parte de la vida de los citados autores. También se han dado otras coincidencias literarias posteriores, entre otros: Maurice Druon, Haldor K Laxness, Manuel Mejía Vallejo, Vladimir Nabokov o Josep Pla.
La institucionalización de la fecha fue consecuencia de una vieja costumbre catalana que celebra el día de Sant Jordi [la rosa y el libro son los objetos más preciados ese día en Cataluña, pero la fiesta se ha ido universalizando y ya la celebran incluso en el Imperio del Sol Naciente]. La UNESCO recogió en su Asamblea General la propuesta para rendir el merecido homenaje a los hombres de las letras al tiempo que incitaba a todos a disfrutar del grato placer de la lectura, también a descubrir el papel que la literatura ha tenido como medio para el progreso social y cultural de la humanidad y, el año pasado, según el Director General de la institución parisina Koichiro Matsuura, participaron más de un centenar de países en ambos hemisferios.
El derecho de autor es la herramienta que, en cierto sentido, posibilita que el autor de una obra obtenga un merecido justiprecio por su trabajo al tiempo que se le protege ante la piratería. De esta manera se intenta que los países miembros de la convención respeten los términos y persigan a los infractores de acuerdo a la Convención Universal sobre los Derechos de Autor (UNESCO, París, 1952) que trata que la obra salida del ingenio humano, que alimenta el intelecto, no sea barrida por un comercio injusto e indiscriminado; aunque a veces tengamos que preguntarnos si realmente se está protegiendo al autor o a la industria de las artes gráficas pues hemos conocido autores que no han visto ni un centavo por sus libros y han sido vendidos por centenares.
El mundo editorial, de una u otra manera, al encarecer el producto -cada vez se está convirtiendo en un artículo de lujo- ¿no estará minando ese mismo pilar que trata de proteger? Por otro lado, son muchos los autores que se ya conforman con pagar las ediciones de su bolsillo ante las draconianas condiciones que, a veces, les imponen las editoriales o los críticos literarios. Tampoco parece que el aluvión de textos políticos en nuestras corruptas democracias faciliten el tránsito a la buena lectura. Cuando se dilapida el presupuesto público en imprimir propaganda, que contribuye a engrosar las cuentas de las imprentas de amigos y amancebados, tampoco se hace un favor al mundo del libro.
La IFLA (Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias) se fundó en 1927 en Edimburgo (Escocia); la conferencia conmemorativa del 75 aniversario tuvo lugar en 2002 en la vecina ciudad de Glasgow. Actualmente cuenta con más de 1700 miembros en más de 150 países; desde 1971 la sede central se localiza en Holanda, gracias a las facilidades que dio La Haya a la institución cultural. La idea fundamental de la IFLA es facilitar a los bibliotecarios de todo el mundo un foro en el que cambiar experiencias, cooperación, investigación y desarrollo en todo lo relacionado con el mundo del libro y la biblioteca. La Librería Editora Vaticana ofreció, para el aniversario, un descuento del 15% y el obsequio del sello conmemorativo.
Del 20 al 27 de agosto de 2009 tendrá lugar en Milán el 75 Congreso de la IFLA con el patrocinio del Ministerio de Cultura, la Región de Lombardía y el Ayuntamiento. Milán se impuso con claridad en el 72 Congreso celebrado en Seúl ante las candidaturas de Florencia y Lisboa. El Congreso vuelve a tierras italianas en donde hace 80 años se realizó el primero de ellos [Venecia, 1929] y en Roma tuvo lugar en 1964. En cierta medida es el reconocimiento a la calidad del sistema bibliotecario italiano.
La IFLA tiene un estrecho contacto con la UNESCO; mantiene 47 secciones organizadas en ocho divisiones (grupos profesionales), cuatro actividades principales y seis grupos de discusión unidos a una sección que patrocina y expande la defensa de la libertad de expresión a nivel planetario. En el 2000 apareció el «Manifiesto a favor de las bibliotecas escolares»; en el 2001 las reglas básicas, pero casi una década después [como tantas veces] poco se ha hecho en esa materia, a pesar de las honrosas excepciones de siempre.
La biblioteca escolar continúa siendo una quimera y basta darse una vuelta por una de nuestras escuelas y ver lo que el sistema destina a esa partida. Eso sí, en ocasiones llegan paquetes con materiales inapropiados para los niños de primaria y sólo producen sonrojo ante la falta de tacto de los responsables últimos que ignoran una realidad: los críos no necesitan voluminosos obras de consulta [que hace años que las tienen y prácticamente nunca las abren] sino centenares de obras infantiles [los populares cómics o tebeos] que serían la mejor fuente, si queremos que los críos de primaria se apasionen con la lectura a temprana edad.
Faltan autores de literatura infantil y juvenil que sean capaces de escribir sin necesidad de someter a nuestros discentes a una inenarrable tortura [o el mortal aburrimiento]. No deberíamos olvidar que la biblioteca escolar proporciona información e ideas que serán fundamentales para la sociedad del mañana. ¡No basta con el entusiasmo de los profesores que a veces se entregan a esa tarea fuera de horario, sino que se requiere un cúmulo de compromisos por parte de quienes tienen el imperativo de la enseñanza! Los chicos, con su imaginación y constancia harán el resto. La biblioteca ha de ser atractiva y no el rincón abandonado que se toma para alinear los libros en las estanterías a veces obsoletas y destartaladas.
Los sellos que han inspirado este trabajo han sido los emitidos por los servicios postales vaticanos. El facial de 0,60€ está dedicado al día mundial de libro y de los derechos de autor celebrado el 23 de abril de 2009; sobre un fondo azulado la cúpula de la basílica de San Pedro y el Codex Vaticanus en forma frontal y abierto. El facial de 0,85€ es para el Centenario del Instituto Pontificio de Estudios Bíblicos (7 de mayo de 2009), nos ofrece unos cuantos ejemplares (incunables) en tres estantes y uno de los copistas de la época en plena tarea de translación de textos. Finalmente, el de 1,40€ está dedicado al 75 aniversario de la IFLA, la Biblioteca Apostólica Vaticana y el congreso de Milán; nos muestra la fachada principal sobre un texto medieval manuscrito. Los tres faciales llevan el escudo vaticano y el diseño fue obra de Maria Carmela Perrini, la impresión se realizó en offset por la firma irlandesa BDT con una tirada de 200.000 ejemplares para cada motivo, todos ellos se pusieron a la venta el 20 de mayo de 2009 en minipliegos de diez efectos y 200.000 ejemplares de tirada.
El Instituto Pontificio de Estudios Bíblicos fue fundado por Pío X el 7 de mayo de 1909 mediante la Vinea electa, como un centro de altos estudios de la Sagrada Escritura con carácter privado, esencialmente centrado en la Biblia, su sede está en Roma y también tiene como misión promover eficazmente la doctrina y estudios de la Iglesia. Cuenta con una filial en Jerusalén que sugirió Benedicto XV en 1919.
El Instituto está encomendado a la Compañía de Jesús, tiene como misión formar a docentes y desde 1911 expide el diploma de capacitación como profesor al que finaliza los estudios. Fue Benedicto XV el que concedió a la institución la posibilidad de extender títulos de bachillerato y licenciatura (15.08.1916) y Pío XI lo extendió al doctorado (13.09.1928).
En sus instalaciones se localizan también las de la Biblioteca Bíblica especializada; edita Biblica (trimestral desde 1920), Verbum Domini (mensual en sus orígenes en 1926, en la actualidad es de periodicidad bimensual), en 1932 incorporó «Orientalia, Nova Series» a la que dos años más tarde le seguiría «Analecta Orientalia».
La Biblioteca Apostólica Vaticana se localiza en el Palacio Apostólico, sus orígenes se remontan al Scrinium de la Iglesia que, a finales del siglo IV, fungía como archivo y biblioteca. En el XIII, época de grandes convulsiones y enfrentamientos, se perdieron los archivos papales y la biblioteca.
Actualmente se toma como fecha moderna de la fundación la que inicia Nicolás V (1447-1455) en el Palacio Apostólico. El primer Cardenal Bibliotecario fue ordenado en 1548 por Paulo III, el cargo lo ejerció Marcelo Cervini (1501-1555) como Bibliothecarius I (1550-1555) y el actual es Raffaele Farina, es el número 46 en toda la historia de la institución.
Sixto V (1585-1590) fue el que ordenó al arquitecto Domenico Fontana la construcción de la sede actual, está compuesta por tres departamentos: Manuscritos, Estampados y Gabinete Numismático, todos ellos con los correspondientes presupuestos y laboratorios que dan servicio a una de las bibliotecas más ricas y modernas del mundo, desde ella también se gestiona la Escuela de Biblioteconomía del Vaticano.
La concreción del Archivo Secreto Vaticano se realizó con Pablo V (1605-1621) y León XIII (1878-1903) abrió al público el legado allí conservado, poco después se instauró el laboratorio para la restauración y conservación de los tesoros acumulados. Durante algo más de un año estuvo cerrada (II Guerra Mundial) y en los años cincuenta se procedió al microfilmado de la mayoría de los manuscritos con el exclusivo fin de evitar su paulatino deterioro, ese material se localiza en la Biblioteca Pío XII (San Luis-Missouri-Estados Unidos). La modernización continuó con el prefecto Leonard E Boyle [1985] cuando se realizó la catalogación electrónica de los fondos vaticanos que sobrepasan los 150.000 ejemplares manuscritos, más de un millón de estampados, casi 9.000 incunables [65 de ellos pergaminos], 300.000 monedas y medallas, etc.
Finalmente, el cardenal argentino, Jorge María Mejía presentó el sitio web en octubre de 2002 gracias a la colaboración que en su día ofreció la Hewlett Packard. Las estanterías, si estuvieran alineadas, llenarían más de 90 kilómetros; en la Biblioteca trabajan medio centenar de empleados.
http://www.bav.vatican.va/ http://www.ifla.org/ http://www.un.org/ www.portal.unesco.org/culture/es http://www.vatican.va/ http://www.vaticanstate.va/ | JUAN FRANCO CRESPO |