DESDE MI PUNTO DE VISTA. ¿QUO VADIS CORREOS?

Felicitaciones para nuestro [flamante] servicio postal que no para de deteriorarse, parece que lucha contra sí mismo y día tras día nos ofrece un ejemplo de lo que no debería hacerse. Es público para lo que les interesa, ¿sólo para cuando hay que recurrir a los presupuestos? La realidad es que desborda incluso las previsiones más optimistas. Hace años ya señalé también la deriva de LA POSTA ESPAÑOLA (incluso alguno de los “mandamases ya jubilados” escribieron libros y artículos sobre el caos en que se encarriló el servicio).

Suscribo todo lo escrito en EL ECO en los últimos números y aún se queda corto. Yo vivo en una de esas oficinas que iniciaron el sistema “sin sellos” y, como filatélico, dejé de acudir al correo a comprarlos. Trato de “agenciarlos” cuando voy a la capital o bien en los estancos (a veces llegan “algunos” que nada tienen que ver con la básica y me guardan un pliego que luego empleo en mi correspondencia). El problema viene cuando vas a Correos para completar el franqueo: ahí te quería yo ver amigo Sancho. Hasta no hace mucho se lograba solucionar el problema buscando alguna estafeta capitalina que tuviese “estampillas de valor variable”, entonces procuraba agenciarme 500 ejemplares de un céntimo… ¡Cómo se enfadaba el empleado de turno! Pero,  para eso están, para satisfacer las demandas de los “clientes” [qué bien queda ese lenguaje -que ahora dicen- políticamente correcto].

Cuando ese sistema se desterró [y comenzaron los problemas contables porque ya no cuadra nada] y se volvió al sistema de la “Guerra”, con los célebres cuños de FRANQUEO PAGADO EN OFICINA, nos igualábamos con países tercermundistas que hacían funcionar su correo como buenamente podían o a aquellos con conflictos bélicos que a veces empleaban el sistema citado.

Seguramente los prebostes postales se estaban preparando para la que nos venía encima, dejaban de suministrar sellos como dios manda a todas las oficinas y las cartas con sellos se han convertido en una reliquia, pues a veces, las pocas que llegan, incluso lo son con los mismos arrancados [aunque no importa, Tarragona ya en 1894 se quejaba de que en CORREOS les quitaban los franqueos a los sobres]. ¡Quién lo iba a decir! Estamos en el siglo XXI, comunicaciones electrónicas instantáneas y los certificados filatélicos llegan a la oficina y se pasan meses PENDIENTES DE ENTREGA, aunque vas allí y por mucho que diga la web institucional, el certificado en cuestión ni ha sido entregado, ni se ha devuelto a origen. ¿Dónde están los envíos filatélicos?

Parece que el cesado en la administración postal por las irregularidades postales se había convertido en un Houdini de primera. Pero es igual, Correos sin enterarse, porque el Sr. Vázquez Asenjo no descansaba en sus escritos para “tapar” lo que en cualquier momento se sabía acabaría sucediendo. Así que a finales de marzo ya saltó a la prensa, aunque lo tienen todo más “tapado” que el sellado que se pretendía realizar sobre la plataforma petrolífera del Golfo de México. ¿A quien quieren “resguardar” con tanto secretismo en la posta española? Han caído más “jefes por similares hazañas” pero costará trabajo y seguiremos padeciendo lo que ya señalaba en tan lejana fecha la revista filatélica tarraconense de la que recientemente se hizo eco LA VANGUARDIA, con un encarte dedicado a esta provincia catalana que padece todos los inconvenientes de la capitalidad y ninguna de sus ventajas.

Los sellos son cada vez más escasos; los que franqueamos con ellos, aún lo somos más. Así que, parece, la dinámica es la desaparición. Pero lo peor no es eso, sino la “anormal y escasa” cultura de servicio que prima entre los que hoy se dedican a trabajar en LA POSTA. Los pocos funcionarios son especie a extinguir. Antes teníamos reparto diario. Ahora puedes darte con un canto en los dientes si tienes servicio una vez a la semana [mejora tras poner en conocimiento las estadísticas pormenorizadas del reparto en mi zona, eso sí, he observado que algún día que estoy en casa, el motorista del correo viene sólo a mi buzón, deposita el “paquetón“ de correspondencia, da media vuelta y desaparece de la urbanización]: pero las tarifas han ido incrementándose desde que se inició esa peculiar semi-privatización a la “española”, al mismo tiempo, el servicio perdía calidad [aunque nos ofrecen publicidad “de lo buenos que son” hasta en la tele, será por aquello de que el que no sale en la pequeña pantalla, no existe].

El prestatario del servicio universal -tramo hasta 50 gramos-, ¿realmente los restantes operadores respetan esa premisa? Ni ellos se lo creen. Han invadido, incluso, esa parcela reservada, en exclusiva, al servicio público. Nadie se rasga las vestiduras, aunque los “privados” hayan apretado al Consejo Asesor Postal para que Correos aplique el IVA. Curioso. Los que se saltan a la torera la normativa exigen “apretar” el cinturón, sin duda para arañar aún más cuota de mercado [no entraremos a comentar la política del tripartito que impone multas millonarias a Correos porque no “se emplea” como mínimo el catalán].

¿Pero realmente podemos ser tan necios como para permitir el desmantelamiento de la UPU? Pues, va a ser que sí (como dicen los críos de hoy día). Lo han puesto [al organismo postal supranacional] contra las cuerdas y hay demasiados “ignorantes” dispuestos a secundar la llamada, sobre todo en cada nueva hornada de contratos. Ya se sabe: hay que seguir las directrices de algunos sindicalistas de medio pelo, ¿alguien “no salió escaldado” de la inmensa “volatización” del patrimonio de la Mutualidad Postal? Pregunten a los viejos de la casa, a esos que acabaron de jubilarse y les explicarán cómo los “trileros” les birlaron de manera “sana” y “alegal” su parte alícuota de jubilación.

Pero lo peor es que los privatizados no paran de acumular deuda. Un ejemplo: el Royal Mail que era la joya de la corona, se empeñaron en sacarlo fuera del control público. Se eliminaron miles de puestos de trabajo, se infringió un dolor inmenso a miles de personas y las tarifas prácticamente se duplicaron desde entonces. ¿Creen que el servicio mejoró? Bueno, eso es lo que siempre nos cuentan, pero puede probarlo usted mismo depositando una carta para el Reino Unido [mejor para una localidad que no sea próxima a Londres] o bien depositar una carta allí. Las tarifas siguen subiendo (casi un 10% en 2006, aunque hasta el 2010 no podrán superar los 36 peniques, correo de primera clase, o sea: no podrán aumentar más del 3% en los años que quedan, antes hubo lustros sin subidas e incluso la rebaja de algunos servicios). Hoy el agujero creado es de infarto, cifras que marean, en su web se informaba de la petición al gobierno británico de ayudas para enjuagar las millonarias pérdidas (4 billones de libras para las pensiones y 1,2 billones para modernización), ¿pero no lo habían modernizado nada más tomar las riendas? Lo peor: determinados organismos “puentean” al otrora poderoso servicio y tienen firmados contratos con agencias de transporte de medio mundo… ¡Por supuesto todo mucho más caro y más lento: después de todo, para eso están los impuestos! ¿O no?

Los ejecutivos siempre se escudan en lo mismo: no es rentable llevar el correo hasta el lugar más apartado del país [otra falacia más, hay infinidad de lugares en las islas a donde no llega el Royal Mail, de ahí los célebres correos locales -Local Post-] que emiten sus estampillas y llevan las cartas hasta el primer lugar donde opera el Royal Mail en donde se franqueará el envío con la tarifa del momento. Si antes generaba beneficios, era eficiente y universal -mucho más barato- ¿por qué ahora nos “dicen” que hay pérdidas?

En fin. Hemos caído en manos de cuatro vivos y a la que nos descuidemos, acabarán cobrando los sellos más caros que en las filatelias. Comenzaron tímidamente, pero cada envío ya se nota “el mordisco” al abono. Es cierto: antes tenía una media de 30 series por emisión para atender los compromisos de cambio internacional, poco a poco los corresponsales se fueron cansando de coleccionar España ante la constante escalada de emisiones y el aumento del facial sin ninguna justificación. Sólo nos faltaban los “sellos a la carta” [curiosamente las agrupaciones filatélicas que deberían de velar por la filatelia se han lanzado a “saco” y multiplican los beneficios sin que nadie se rasgue las vestiduras]. Ahora sólo tengo tres series en abono. Las colas de 3-4 horas cuando llegué a Barcelona en los años setenta, hace tiempo desaparecieron los días de emisión que, frecuentemente, no nos ofrecen los sobres de primer día y nos cuelgan el “Vuelva usted otro día”. Por supuesto, ni se le ocurra ir a certificar un sobre cancelado en el Servicio Filatélico, pues el empleado de turno le dirá que esos sellos ya están “usados” y que hay que pagar la tarifa completa… ¿Cómo hacemos si el SF no nos admite el certificado? Pues nada nos han dejado también sin nuestras piezas de primer día circuladas o, a lo sumo, puedes certificar sin que estén matasellados en el SF… ¡Vamos: atraco, tras atraco. Luego en las exposiciones se quejan, los jurados, de que los envíos son más “reales” si han circulado por correo. ¿Quién es el guapo que los consigue hacer circular? Aunque, si lo consigue, seguramente serán más de favor que los mismísimos matasellos que realiza el servicio postal cuando activa las estafetas. ¡Ah! Es una cosa de modernidad, ellos no disponen de máquinas para pesar y, por lo tanto, no pueden activar el lector de dichos envíos y entrarlos en la red postal electrónica. En el Servicio Filatélico de Barcelona, el único empleado que atendía el servicio “cazaba moscas”, ignoro si esto es lo que queda de la otrora excelente ventanilla que no se cansaba de matasellar correspondencia en los famosos primeros días que daban la vuelta a la Oficina Central]. ¿Por qué será? 

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *