DESCUBRIENDO RUMANIA: RAGOZ MARAMURES

Nuestro paseo de hoy lo haremos por la famosa iglesia de madera de Rogoz, que estuvo celebrando su 350 aniversario recientemente y que el correo rumano lo festejó con un precioso sello de 8.10 Lei que inició su andadura postal el 27 de septiembre de 2013. Se trata de una construcción única realizada en el XVIII que fue declarada Patrimonio de la Humanidad pero, toda la región de Lapus, es una verdadera joya o uno de esos agradables descubrimientos para el visitante.

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La Iglesia tiene muchas cosas que invitan a la reflexión; por ejemplo, el alero del tejado que protege algunas cabezas estilizadas de caballos. Se dice que la presencia de este noble animal en el edificio es una concesión a la tradición pagana centrada en la protección que daban estos mamíferos ante los espíritus diabólicos.

La construcción no deja de sorprendernos, por ejemplo, la puerta de acceso parece hecha para enanos y uno,  que es de constitución recia, casi tiene que entrar a gatas. Otros te explican que esa era la forma de acceder cumpliendo con la obligación de inclinar la cabeza y que por lo visto incumplían los fieles en demasiadas ocasiones, así que, reduciendo altura, automáticamente, los frailes que la regentaban, sabían que se cumplía ese requisito o te dabas de bruces contra la puerta por muy altivo que fueras.

Cuando el edificio religioso se incluyó en la lista de la UNESCO, la inscripción estuvo acompañada de otras ocho obras únicas, todas construidas en madera de roble macizo y se levantaron entre el XIV y el XVIII. En la lista entraron las de Ieud-Deal, Poienice Izei, Budesti-Josani, Rogoz, Barsana, Suradesti, Desesti y Plopis. La villa donde se enclava fue bautizada como Rogos en 1488 y formaba parte de las propiedades de la fortaleza de Cicei que perteneció a Esteban el Grande, por consiguiente, propiedades de los soberanos y príncipes de la Edad Media. Es uno de esos topónimos que prácticamente ha perdurado en el tiempo, apenas una letra cambió desde entonces.

El edificio de la Iglesia de Rogoz fue consagrado a los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel en 1663; dos años después de la invasión tártara de estas tierras del Valle del río Lupus; es un claro ejemplo del talento y la técnica de uso de la madera entre los trabajadores de la región que crearon verdaderas joyas no sólo de escultura, sino del mundo de la arquitectura que ha sobrevivido al tiempo.

La tradición dice que la iglesia supo aguantar el incendio que provocaron los tártaros y otro más en 1717 cuando otras diez iglesias de la región se convirtieron en cenizas [parece que los bárbaros la tienen tomada con los recintos religiosos, en la INCIVIL del 1936-39, en Cataluña, dicen las estadísticas que más de 5.000 edificios de estas características fueron pasto de las llamas, lo curioso es que esa destrucción se la achacan al régimen franquista cuando en realidad su entrada triunfal por la Diagonal de Barcelona en 1939 significó el cese de aquella orgía de destrucción y sangre; al parecer nos encanta rehacer la historia y, si se puede, endilgar “al otro” todos los desmanes; así nos va en esta maltratada piel de toro por parte de los terrícolas que en ella habitan].

Otra de las genialidades de sus constructores fue la idea poligonal de la antenave, que precede a la rectangular nave principal, con sus siete caras. El exterior fue decorado con motivos pre cristianos y la planta del edifico es totalmente asimétrica. Piramidal y con una torre cuadrada conocida como la torre del reloj abierta; tiene columnas y arcadas, en la entrada occidental, una impresionante cruz ocupa prácticamente toda la totalidad de la pared.

En el interior el visitante descubre una serie de pinturas (iconos) que se realizaron en 1785 por los maestros Radu Munteanu y Nicolae Man [algunas de las inscripciones en la nave y el altar sugieren que la iglesia fue levantada por Grigore Man y su esposa] que están inspiradas en el Antiguo y Nuevo Testamento.

En el domo hay representadas escenas del Génesis (Adán, Eva, la tentación de la serpiente, la expulsión del paraíso, etc.) En el icono de la Virgen María y el Niño Jesús aparece la inscripción 1787; sobresalen los bellos acabados de las aureolas y la serenidad de sus rostros. En 1834 un pintor desconocido repintó el techo de la antenave y el domo como un intento de integrar la totalidad de las pinturas del recinto y que, por suerte, tuvieron un mejor resultado que el culebrón del Ecce Homo de Borja que hace un par de años fue la comidilla del verano por el destrozo realizado.

En 1960/61 se realizó una reconstrucción integral y se aprovechó la ocasión para cambiar la totalidad del suelo de madera que era la parte más castigada por el paso continuo de los visitantes. El edificio recuperaba todo su esplendor y monumentalidad, sobresale precisamente por su armoniosa simplicidad, un hecho que demuestra la genialidad de los artesanos rumanos en su concepción de las formas en aquellos años del XVIII.

El sello fue diseñado por Razvan Popescu, se imprimió en hojita bloque de seis efectos; también hubo pliegos de 32 ejemplares, la tirada apenas superó los 15.000 sellos.

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

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