DESCUBRIENDO RUMANIA: IASI

Los que conocen bien Rumania, dicen que el país, por su riqueza, en realidad, son muchos países. Que si no has visto Iasi, tu viaje no se ha completado, en fin una tierra que cautiva y sorprende, iglesias, palacios, casas señoriales, intensa actividad cultural y comercial acabará por atraparle, sobre todo su laberíntico casco viejo que seduce totalmente al visitante.

Iasi fue la antigua capital de Moldavia y se sitúa a orillas del río Bahlui y a escasos kilómetros de la frontera de la actual República de Moldavia que, tras la desintegración de la Unión Soviética de la que formaba parte como una República Socialista, acabó independizándose. Fue en 1940 cuando Moscú se anexionó la parte oriental del río Prut y cortó la histórica Besarabia, con ello los rumanos se vieron divididos sin explicación y aún hoy esa anacrónica situación se mantiene y en Transnistria [algo que su potente emisora nos recuerda en la onda corta con regularidad] los rusos están en alerta y los moldavos con el corazón encogido.

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Desde el aire, las siete colinas de Iasi nos hacen comprender por qué se le conoce como “La pequeña Roma” y allí encontramos la más antigua de las universidades rumanas. La vida cultural marca el ritmo y apabulla al visitante (tres teatros, casi una veintena de museos, casi trescientas bibliotecas, centros culturales extranjeros, incluso es la cuna del Premio Nobel George Emil Palade).

Su historia se pierde en la noche de los tiempos: más de 200.000 años y al parecer su nombre derivaría de la tribu de los lazigios que anduvo por la región poco antes del nacimiento de Cristo. Los romanos la denominaron Jassiorum Municipium de donde saldría el nombre de la legión que defendería la dacia transalpina (Jassiensis Gemina XIII). En el XV fue cuando se convierte en el punto estratégico de la ruta comercial hacia el norte y en 1565 será la elegida como capital de Moldavia tras el cambio de residencia protagonizado por el príncipe Alexandru Lapusneanu que provocará un desarrollo comercial y cultural sin precedentes en toda su historia.

La reunión de los territorios de Valaquia y Moldavia (1859) y el traslado de la capital a Bucarest harán que la ciudad de Iasi pierda protagonismo y gane en tranquilidad. Allí puede uno subirse en el tren del XIX que es el más antiguo aún en servicio y conserva también el más viejo vagón correo de la historia postal rumana.

Iasi puede dar para una rápida visita o una sosegada dosificación; todo depende de la disponibilidad del viajero. Su casco histórico es suficientemente atractivo como para merecer una buena dosis de disfrute y de tranquilidad en su recorrido. Iglesias, museos, esculturas, casas de cultura, etc., le permitirán hacerse una idea del pasado de esta bella ciudad del nordeste de Rumania. Si tiene tiempo no se pierda un paseo por las colinas, especialmente las de los monasterios de Galata y Cetatuia.

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El sello que nos trae aquí es el dedicado a la Iglesia del Monasterio de los Tres Santos Jerarcas que está celebrando el 375 aniversario. Se localiza en la calle de Esteban el Grande, todo un grandioso trabajo en piedra que cubre la totalidad de las pareces, fue erigido por el príncipe Vasile Lupu y los historiadores aún hoy discuten sobre el estilo del majestuoso edificio que pasa por estar considerado el monumento más representativo de la ciudad y único en todo el país; es una obra que sintetiza la arquitectura moldava y valaca de su tiempo.

Tenemos que destacar sus impresionantes torres octogonales y las bóvedas decoradas con bellísimos frescos. En su interior están las tumbas de Dimitru Cantemir, Alexandru Ion Cuza y Vasile Lupu. Aquí funcionó, en el lejano 1643, una imprenta que editó los primeros libros en lengua rumana. A finales del XIX se restauró la iglesia y posteriormente se le añadió el refectorio de estilo gótico, mientras que una sala (denominada gótica) es en donde se localiza el museo de arte religioso y medieval junto a fragmentos de algunos frescos que decoraron la iglesia en el XIX.

El Patriarcado y el Sagrado Sínodo de Constantinopla enviaron aquí, como gesto de gratitud, las reliquias de la Madre Santa Paraskeva que llegaron al edificio religioso en 1641, justo dos años después de haberse concluido la construcción. Al año siguiente se reunieron los representantes de las tres principales ramas de la Iglesia Ortodoxa (Griega, Eslava y Rumana) que sería conocido como el histórico Sínodo de Iasi.

La Iglesia de los Tres Santos Jerarcas (Vasile el Grande, Grigore el Teólogo e Ioan Gura de aur -Juan Crisóstomo-) fue en donde se colocó el primer reloj público de Moldavia (1654) y en 1882 fue desmontado en su totalidad y llevado a Francia donde se procedió a su total restauración. En 1990, tras la caída del comunismo, se convierte en monasterio y lugar de peregrinación para los intelectuales y eso explica que en su interior se localice la estatua de uno de los más grandes poetas rumanos de todos los tiempos: Mihai Eminescu.

La conmemoración postal del 375 aniversario se hace con dos efectos, el de 8.10 Lei está centrado en una placa votiva donde el sello recoge las torres y la hojita bloque la placa y en la parte superior el arco con motivos heráldicos de la región centrados en el célebre toro coronado que tanto nos recuerda la historia postal de estas tierras del Este de Rumania. En el facial de 14.50 Lei tenemos una preciosa vista desde el exterior. La emisión fue lanzada el 15 de julio de 2014 y tuvo diferentes versiones (Hojita bloque, Ídem de 8+1 Viñeta central sin valor postal y pliegos de 32 ejemplares) fueron impresos en offset y diseñados por Mihai Vamasescu.

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

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