«Hay tantas maneras de leer,
y hace falta tanto talento para leer bien»
Gustave Flaubert
Como continuación de nuestros números anteriores, retomamos la historia literaria de Hispanoamérica en la época inmediatamente posterior a la conquista.
En este sentido, fueron precisamente los Diarios de Colón, las primeras obras de género histórico que se dejaron por escrito. En ellas se narraron lo que veían los conquistadores a la llegada. Los primeros españoles que se establecieron en el Nuevo Mundo continuaron esa labor, pues ante sus ojos se manifestaban elementos que para su cultura eran de naturaleza fantástica o de ficción.
Algunas obras históricas fueron continuadas por soldados, y más tarde por eclesiásticos y humanistas que se asentaron en América para realizar esa labor. Cuando los primeros mestizos accedieron a la cultura de los conquistadores, éstos hicieron también sus aportaciones literarias.
Este fue, por ejemplo, el caso de Gómez Suárez de Figueroa, llamado el «Inca Garcilaso de la Vega», que vivió entre 1539 y 1616.
Alonso de Ercilla, autor de la famosa obra épica de tema americano La Araucana
Suárez de Figueroa fue un importante personaje que surgió durante los primeros años coloniales, hijo de un conquistador y de una princesa india. Se adaptó perfectamente a la corte española, en la cual vivió como un caballero renacentista. Escribió vario libros de relatos históricos: La Florida del Inca (1605), Comentarios reales que tratan del origen de los Incas (1609), y la segunda parte de esta obra: Historia general del Perú (1617). También realizó traducciones de los Diálogos de amor, de León Hebreo.En cuanto a la poesía, el siglo XVI tuvo dos manifestaciones destacables, por un lado las obras renacentistas de autores asentados en las colonias, como fueron Gutiérrez de Cetina, Juan de la Cueva, Eugenio de Salazar o Leonor de Ovando, entre otros; y por otro lado la poesía épica de tema americano, pero escrita sobre todo por españoles, como fue, por ejemplo, la famosa obra de Alonso de Ercilla (1534-1594) La Araucana. Esta obra destaca sobre todos los poemas épicos, y constituye uno de los más interesantes del Renacimiento en lengua castellana. También cabe citar el Arauco domado (1596), de Pedro de Oña (¿1560?-1643), que trata sobre el mismo tema que La Araucana, y las Elegías de varones ilustres de Indias (1588), de Juan de Castellanos (1522-1607).
En cuanto al género dramático, fue desarrollado por parte de los misioneros, que le dieron una orientación didáctica, utilizando el teatro español que en la época de la conquista era muy escaso. Los misioneros utilizaron también las manifestaciones teatrales indígenas como método para ayudar a la evangelización de los nativos, incluso utilizando en muchas ocasiones las propias lenguas de los indígenas.
Por su parte, la prosa de ficción apenas tuvo desarrollo en la época inicial de la conquista, al dictarse normas que prohibían su expresión, por motivo de ser considerada una interferencia en la pretensión misionera, que era evitar que los «verdaderos» libros confundieran o quedaran contaminados por las «historias falsas» de las novelas.