En un artículo anterior vivimos el final de la Gran Alianza entre las potencias occidentales y la Unión Soviética tras concluir la Segunda Guerra Mundial, y nos quedamos en puertas de un suceso de gran tensión entre los que hasta entonces fueron aliados contra el nazismo. Este hecho, de gran relevancia histórico-militar, fue el llamado “bloqueo de Berlín”.
La cuestión alemana fue duramente denunciada el 20 de marzo de 1948 por el Mariscal Vasili Sokolvsy, representante soviético en la Comisión de Control de las cuatro potencias que gobernaban el territorio. Un gobierno ”supuesto”, pues en la práctica cada autoridad intentaba crear en el ámbito de su gestión estrategias de alineamiento de sus propias políticas nacionales –el modelo comunista en la parte soviética, y el modelo occidental en las zonas ocupadas por americanos, británicos y franceses) La dureza verbal del representante soviético fue respondida con igual magnitud por parte de los representantes occidentales.
Comenzaron entonces a surgir los primeros incidentes: sólo diez días después de la acalorada discusión, un tren expreso con cientos de militares y civiles que iba de Frankfurt a Berlín fue detenido por las fuerzas soviéticas, exigiéndoles documentación a los americanos. Éstos se negaron por considerar que no estaban sujetos al control soviético, produciéndose una fuerte tensión, al verse sometidos los militares occidentales a valorar si convenía enfrentarse con las armas o decidir el regreso. Optaron por regresar, pero a este hecho siguió el hostigamiento de los soviéticos con respecto a todo tipo de comunicaciones occidentales con Berlín, que se tornó finalmente en el total impedimento de acceso de pasaje y mercancías cuando la zona occidental realizó una reforma monetaria, que marcaba una división aún más evidente entre las dos partes de Alemania.
Identificación de las zonas ocupadas por las fuerzas occidentales y soviéticas. Fuente: Wikimedia Commons
El punto culminante de estos incidentes lo marcó el general estadounidense Clay, amenazando con un enfrentamiento bélico: “Los soviéticos tratan de ejercer una presión decisiva, pero no pueden sacarnos de Berlín sin una guerra”. El mando americano inició entonces preparativos militares con la intención de abrirse paso por la fuerza, pero el gobernador militar británico se opuso por considerar que el conflicto armado, tal vez a gran escala, sería inevitable.
Se planteó entonces, cómo hacer llegar los suministros y personal a la zona de Alemania ocupada por el mando occidental sin enfrentarse directamente con los soviéticos, los cuales dominaban la franja de terreno que debían cruzar. La solución tenía que llegar pronto, pues estaba en juego la alimentación de la población bajo su responsabilidad, además de la gestión ordinaria de esa parte de la ciudad y su defensa militar.
El 25 de junio de 1948, tras desechar en principio el general Clay, por inviable, la idea de la aviación como medio de transporte de equipo, alimentos y pasaje, se tomó finalmente esa decisión. El alcalde electo de Berlín Occidental, Erns Reuter, recibió entonces del militar americano el siguiente comunicado “No sé si estoy loco de remate, pero voy a intentar alimentar esta ciudad por avión”. En nuestro próximo Boletín veremos cómo se consiguió la increíble hazaña de alimentar a una ciudad hambrienta y con urgentes necesidades de defensa, utilizando sólo el medio aéreo ante la amenaza constante de las fuerzas militares soviéticas.