Pocos ignoran hoy que la conquista del cosmos se iniciaba a mediados del siglo XX, donde la entonces Unión Soviética, cuando se lanzaba el primer ingenio humano en busca de otros horizontes y que con ello comenzaba también una nueva época de grandes progresos, especialmente en temas de medicina y telecomunicaciones que, en ese siglo XXI, no dejan de avanzar, vaciarnos los bolsillos y dejando en la cuneta también a muchos ciudadanos y países que no pueden sufragar los ingentes costos de una tecnología que invade hasta el más amagado de los rincones del orbe gracias al posicionamiento y la detección automatizada de tu QTH a poco que lleves un “móvil” abierto en el bolsillo.
Pero, para llegar hasta aquí, fueron necesarias ingentes cantidades de recursos –generalmente públicos- que destinaban las grandes potencias y ahora los beneficios más inmediatos se los llevan las grandes corporaciones con las nuevas tecnologías que están batiendo, en retirada, la vida social y sumiendo a las nuevas generaciones en un aislamiento que les impide, a veces, relacionarse con sus coetáneos y hasta ignoran las más elementales normas de educación y cortesía; lo “fabuloso” es que mucha gente piensa que por el hecho de “pasar la yema de los dedos sobre la pantalla táctil” las criaturas de nuestro tiempo son “muy inteligentes”; confundiendo, es obvio, el automatismo con el intelecto. ¡Vamos bien!
Pero centrémonos en el cosmos y en la preciosa hojita bloque realizada por el correo de este país del Este de Europa [de paso, digamos que en su momento se intentó erosionar su sistema político, pero parece que no lograron convencer a suficientes incautos como ha sucedido después en Ucrania] para rendir tributo a sus cosmonautas que iniciaron su bautizo en la era espacial en el entonces espacio de la Unión Soviética y el tercero ya en la primera década del XXI, dentro de la Rusia de nuestro tiempo.
La hojita lleva tres personajes, la imagen del satélite sobrevolando Bielorrusia sería el cuarto efecto en esta preciosa especie del correo que inició su uso postal el 12 de abril de 2014. El diseñador fue Ivan Lukin, se imprimió en papel plateado y multicolor con la tarifa N y una tirada de 15.000 hojitas [otro detalle que hay que tener en cuenta por la gran familia de filatelistas, de tiradas multimillonarias estamos llegando a apenas unos miles de ejemplares y, a pesar de todo, el mercado no repunta: una vez más se cumple la máxima, ¡qué fácil es deshacer!] bloque realizadas en la Empresa Estatal Bobrnisk Integrated.
Los tres cosmonautas son Pyotr Klimuk, nació el 10 de julio de 1942 en la villa de Komarovka (Brest), fue integrante del vuelo cósmico en tiempos de la URSS, era el primer bielorruso que viajaba al cosmos, realizó tres vuelos espaciales y alcanzó la graduación de coronel-general de aviación. Dos veces fue honrado con el título de Héroe de la Unión Soviética. Es un reputado científico en el complejo tecnológico, y de la Academia Rusa de Cosmonáutica; asimismo es miembro de la Academia Internacional de Astronáutica.
Vladimir Kovalyonok, nació el 3 de marzo de 1942 en Beloye (Minsk), se trata de un cosmonauta retirado e integrante del programa cósmico soviético desde 1967; comandó en tres ocasiones y alcanzó también el grado de coronel-general de aviación. Dos veces honrado como Héroe de la URSS, también de la extinta RDA [antes de la reunificación alemana] y de Mongolia. Prestó grandes servicios en el campo de la ciencia militar y es miembro de la Academia Rusa de Cosmonáutica.
Oleg Novitskiy nació el 12 de octubre de 1971 en Cherven (Minsk), realizó las pruebas correspondientes en el Centro de Entrenamiento de Cosmonáutica de Rusia en 2006. Formó parte de la tripulación de la Soyuz en la misión de octubre 2012 hasta marzo 2013, su graduación dentro del escalafón militar es de coronel y ha sido condecorado con varias medallas al servicio de la Fuerza Aérea.
Una serie más para los amantes del cosmos pero de una posible utilización en varias temáticas, especialmente las telecomunicaciones, cartografía o satélites. Pulcra emisión y bellísima presentación que nos hace pensar que todavía hay esperanzas para la filatelia y esta emisión nos enorgullece ante la estulticia de los ignorantes de nuestro tiempo que prácticamente han desterrado el sello de las oficinas de correos y la mayoría de la correspondencia que llega a las casas aparece con el anodido “Franqueo Pagado en Oficina” y, en muchísimas ocasiones, sin ninguna trazabilidad con lo que tampoco son genuinas piezas para integrar en la historia postal de nuestro tiempo. Después vemos que incluso los responsables de la POSTA se atreven a pontificar sobre el tráfico postal e ignoran los más elementales de los principios, como fue el caso de ua persona que se quejaba de la tardanza del reparto en el matutino barcelonés LA VANGUARDIA y el “flamante” responsable del Correo Público le despachaba una respuesta más digna del Doctor Tebussem que de un empleado en el correo… Es evidente que el que contestaba no tenía ni la más remota idea de quién reparte qué… porque decía que los sobres repartidos por el correo llevaban todos la cornamusa en el rectángulo superior derecho del envío…
¡Yo recibo correspondencia repartida por la competencia! y, efectivamente, a pesar de que esos sobres son para uso del correo público, la realidad es que la empresa de la competencia los reparte aunque, eso sí, raramente aparecen marcas de su trazabilidad o, a lo sumo, un código numérico que no coincide con los que aplica el correo. Evidentemente, a veces caen sobres de estas empresas en mi buzón que no son míos y, como el único servicio que tiene buzones es el Correo, pues los dejo en un clásico buzón y ya se las arreglarán… Soy consciente que ese no es el camino ¿pero qué hago con un sobre mal depositado y que corresponde a la otra punta de la ciudad? ¡Ah!, es verdad, la competencia apenas reparte un día a la semana, así que gracias a los prebostes de Bruselas, ahora tenemos competencia y funcionamos peor que cuando el correo se repartía en burro. A esto le llaman progreso y todos tan contentos.
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es