A veces hay que hincarle el diente al peculiar mundo del correo, sobre todo en esta época histórica que nos ha tocado vivir. Nos prometieron mejores servicios cuando nos llevaban a Europa [como si geográficamente estuviésemos en el desierto de Gobi], más competitividad, más claridad a la hora de la prestación de los servicios y respeto para el usuario… lo primero que nos dieron fueron subidas de tarifas [que no de salarios], aumentaron las emisiones, aumentó el valor promedio de los emitidos año tras año [que no su uso postal] y nos sumieron en la oscuridad del pasado cuando las cartas, en diligencia, llegaban antes a su destino.Del reparto diario hemos pasado al semanal [cuando no al quincenal o mensual: todo depende de donde vivas y del «fenómeno» contratado para la ocasión] que, al parecer, va a gusto del repartidor del correo o del que hace las veces de jefe de cartería. ¡Cuánto echamos de menos la figura del antaño Cartero Mayor!: al margen de realizar su trabajo, te atendía. Ahora, están sentaditos en un despacho y «a poner la mano». Los problemas se pudren, no se solucionan.
Con los certificados, las cosas no van mejor, dice, la empresa pública, que los entrega bajo firma y, en caso contrario, te indemnizan. ¡Espera sentado, amigo! Seguro que te saldrán canas para cuando la reclamación sea atendida, con un poco de suerte, hasta te olvidarás que la hiciste [suponemos es el talante instalado en las alturas de nuestro servicio postal: que la gente se olvide, el tiempo todo lo borra y quieren darnos por Ley una «memoria histórica»].
Hace unas semanas explotó el tema en Cataluña, pero eso es agua de borrajas ya que todo sigue igual. Se cambia una figura, se quita un personaje… pero la situación sigue igual. Lo peor es que una serie de organismos (ideados para colocar amigos o adictos al poder) teóricamente dispuestos para defender al ciudadano, como mucho, aceptan los escritos y, cuando te has olvidado del asunto, te contestan con esos farragosos escritos [que no argumentos: pues si les dejas un documento certificado es para que lo entreguen o para que te lo devuelvan si no encuentran al destinatario] en los que poco menos te dicen que eres tú el culpable por utilizar el correo… O sea: los que deben de corregir al organismo que no funciona, acaban lavándose las manos, mientras tanto, hasta desaparecen los rollos de papel higiénico. ¡País!
En ocasiones, si la correspondencia es una citación, notificación oficial, Impuestos, Hacienda, Ayuntamiento, etc., el mal funcionamiento del servicio te puede complicar la vida si el sobre no está cancelado con el matasellos de correos. La maquinaria oficial [para lo que quiere] es imperturbable. Cuando se pone a andar no admite excusas. Ellos, los muy «cucos», si pueden, hasta ese matasellos quieren evitar [supongo es una fórmula para «lavarse» las manos en caso de conflicto].
El preceptivo respaldo de llegada de años atrás ha quedado olvidado en la mayoría de servicios postales del mundo [hay uno que todavía lo aplica escrupulosamente a todos sus envíos: EMIRATOS ÁRABES UNIDOS y en una semana suele ir y regresar un certificado con ese destino en el Medio Oriente]. Cada día es más difícil disfrutar de un sobre con sellos, a eso le añadieron también el de las marcas: nos sustraen una documentación preciosa para la historia postal. Y no deja de ser curioso, circula más correo que nunca, pero hay menos sellos que nunca. Rowland Hill ideó el sistema para evitar el fraude y el correo español nos recupera la figura de los sobres sin sellos, como mucho te aplican un cuño de Correo Pagado en la Oficina y ¡A otra cosa mariposa! Pero no deja de ser curioso que en el buzón te encuentres [el mismo día] toda la correspondencia y entre ella infinidad de piezas que, transportadas y repartidas por el correo, no tienen ninguna señal de su paso por la red postal ¿o ahora se está utilizando tinta invisible?
Otra problemática te la encuentras cuando franqueas con sellos o sobres acifrados (generalmente Tarifa A) que tienen el poder liberatorio del momento en que se usa, no del año de impresión [tal y como algunos empleados lo entienden, ese invento no tiene razón de ser; por fuerza se empeñan en querer valorar el efecto adherido con la tarifa correspondiente al año de emisión; como si el usuario acumulase los sellos -que previamente paga y, por lo tanto, pierden valor con el paso del tiempo, mientras que el correo ya está utilizando ese dinero por adelantado a título de crédito sin contrapartida y, cuando llega, quiere seguir cobrando el céntimo o céntimos de diferencia-].
¡Cuántas veces, al ir a certificar, ese valor ha sido calculado al precio del año en que se emitió y por no discutir ese sistemático «redondeo» a favor de la «caja» lo dejas pasar! ¿Cuándo enseñarán en condiciones a los empleados que colocan al frente de una ventanilla y, sobre todo, cuándo les pagarán como Dios manda? Muchos redondean porque no tienen ni idea de lo que es el sello [increíble cuando les das un billete algo más grande, no saben ni calcular el cambio: me ocurre en la gran ciudad]. Otras muchas veces ponen cara de pocos amigos porque tienen que sumar los diferentes sellos adheridos ¡¿saben sumar?!
Si quieres disfrutar «sólo tienes que certificar» para un destino poco habitual, el último que hice la semana pasada iba destinado a Armenia (El Salvador). No había manera de que entrara el país centroamericano en el ordenador en línea… Tuve que decirle que tenía que poner EL sino no habría manera de que le diera paso… ¡Se ruborizó y se lo achacó todo a la técnica de nuestro tiempo! Por suerte no tuvo que usar calculadora y confió en la cifra que había anotado en cada recibo… ¡Es un placer certificar cartas con 4-6 sellos [todo lo que permite la superficie del sobre] hasta aproximarse al franqueo correspondiente. Es la única forma que tenemos los filatelistas de hacer que el sello se utilice, que circule. Pobres ¡qué matasellado más nefasto les aplican!
Mientras hay países que conservan sus sellos como señal de identidad, aquí nos perdemos por parir inventos y desmontar un servicio que venía funcionando medianamente bien. Nos quieren hacer creer que competimos con el sector privado y los emulamos de la peor manera: ¡Sálvese quien pueda!
IMPRESORES DE SELLOS
No es muy frecuente ver personajes que están detrás del mostrador pero, de cuando en cuando, nos encontramos sellos que nos recuerdan a figuras que, aquí o allá, han traspasado su cotidiano devenir y se han convertido en historia gracias al sello de correos que, una vez lanzado a la venta, nunca se podrá imaginar en qué manos caerá y lo convertirá en objeto de colección, lo documentará, lo expondrá y, con suerte, superará esa familiar obra de consulta que suelen ser los catálogos para figurar en un pequeño trabajo, en un documentado artículo, en la ilustración recurrente de un anuncio o en la invitación para conocer una región bien lejos de donde originalmente se gestó.
Voy a poner como ejemplo la emisión del correo belga dedicada a la Navidad 2006 y que la escogí para iniciar una nueva andadura en la prensa de nuestro tiempo, en este caso Internet. Con esa emisión navideña, que recoge el cuadro de un gran pintor, dábamos salida a Música y Filatelia. Pero, si lo leen, verán que la música era lo de menos, pues la emisión encerraba mucho más: nuestro pasado común, el mundo de la medicina, el arte, la historia medieval, la música de aquella época, la religión… Si les interesa esa nueva ventana sólo tienen que asomarse por http://www.opusmusica.com/ y confío estar mucho tiempo en ese excelente rincón que nos acaban de abrir.
Es una forma de demostrar [aunque no les interese a los prebostes postales] que el sello nos lleva más lejos y demuestra mejor que ningún otro invento posterior, que el pago no sólo se ha hecho, sino que está documentado porque va adherido a nuestro envío. Nos libramos de esa engorrosa etiqueta que a veces encontramos en algunos sobres donde nos dicen «que al venir sin franqueo nos pasemos por la oficina con la cubierta para abonar el porte correspondiente» ¿Cuántos destinatarios regresan realmente para pagar las cartas sin franqueo? ¿Por qué dicen que salieron sin franqueo? ¿Cómo demuestras que tú las entregaste y pagaste lo que te pidieron en metálico?
Pero recuperemos nuestro hilo. Saltemos de continente y vayamos a La Española en donde se fundó Santo Domingo de Guzmán Primada de América hace cinco siglos. Podríamos entretenernos en la historia común, pero el objetivo es traer al artífice final de la mayoría de los sellos del correo dominicano durante el último medio siglo. Se trata de Juan Gerónimo [escrito con G, así que respetamos el nombre igual que aquí tenemos que escribir Letizia con Z] Ferrúa Barruos, pionero dominicano en la impresión de sellos postales que fue honrado con un facial de 10 pesos emitido a finales del 2005 con motivo del Día del Sello.
Ferrúa llegó a este mundo el 16 de abril de 1924 y murió el 3 de septiembre de 1999, era hijo de un inmigrante italiano de profesión litógrafo, fundó la Litografía Ferrúa Hermanos [Gerónimo Ferrúa Damilano que contrajo matrimonio con Josefa Barruos]. Nuestro personaje se crió en el seno de una familia de impresores, donde estaba su padre y varios miembros del clan italiano, entre otros, sus tíos Juan y Antonio Ferrúa.
Juan Gerónimo hizo sus estudios iniciales en la ciudad que le vio nacer: Santo Domingo, continuó su formación superior realizando estudios universitarios en la célebre Universidad de Georgetown (Washington-Estados Unidos) en donde obtuvo el título de Administrador de Empresas. Tras regresar a la República Dominicana, se incorpora al negocio familiar bajo la atenta mirada de su padre y la guía insustituible de sus tíos. Poco después moría su progenitor y es llamado a presidir la empresa que, cuando nosotros visitamos la isla en los ochenta, se localizaba en la parte céntrica de la capital dominicana y, suponemos, sigue allí.
Durante más de cuarenta años estuvo al frente de la empresa como presidente. En todo momento supo actuar dentro de la más estricta responsabilidad [contrasta con escándalos más o menos graves de otras impresoras «públicas» de las que de vez en cuando aparecen piezas y pruebas de impresión que deberían haberse destruido en su momento] que le hizo ser reconocida como una de las empresas más constantes y eficiente en la impresión y provisión de sellos para el correo dominicano con quien habían iniciado la difícil andadura de la impresión hace más de medio siglo.
Los sellos de este país se han ido imprimiendo por diferentes empresas. Hasta 1952, con alguna excepción, el contrato estuvo en manos de A. Tabacolera (Santiago), después pasó a Ferrúa Hermanos, fue entonces cuando compitieron los impresores dominicanos entre sí para hacerse con el -suponemos- suculento contrato, lanzaron sellos cada vez más atractivos, en una época en que la imprenta no permitía grandes alegrías. En aquella época de los cincuenta lanzaron sellos bicolores o tricolores. En los sesenta apareció otro impresor: la firma Padilla (en el XIX generalmente se imprimieron en Alemania y Estados Unidos, entre otras De La Rue, pero la primera emisión del 18 de octubre de 1865 fue realizada por la imprenta de los Hermanos García y son los denominados clásicos dominicanos).
Pero el legado de seriedad y honestidad demostrado por Juan Gerónimo Ferrúa es el que le ha llevado a ser el protagonista del Día del Sello en el 2005 que nos lo muestra al lado izquierdo de la estampilla y, como fondo, la fachada principal de la firma que nutre de signos de franqueo al servicio postal dominicano. En la actualidad la imprenta sigue trabajando bajo los mismos parámetros de seriedad y eficacia que el viejo litógrafo le inculcó a la firma a comienzos del siglo XX.
Son las nuevas generaciones Ferrúa [nuestro protagonista sólo tuvo una hija María Ferrúa Nanson] las que llevan adelante el serio trabajo que les ha permitido sobrevivir en un mundo en que muchos impresores de especies postales los hemos visto desaparecer por obra y gracia de las privatizaciones del servicio postal y el empuje del mercado chino donde, los salarios nos harían palidecer. Algunos chinos trabajan por lo que aquí nos cuesta una cerveza, ¿quién compite con ellos? Pero cuando todo lo tengan copado ¿seguirán trabajando por el mismo precio o nos apretarán las tuercas?
Por lo pronto, politólogos y economistas como Ramón Tamames, avisan que África se está convirtiendo en una provincia China. No deja de ser toda una lección de historia que el continente [estuvo a punto de ser engullido por el comunismo soviético tras el proceso de descolonización] caiga en manos de China que, aunque comunista, no deja de sorprender a propios y extraños, sobre todo por la gran explosión consumista y el alarmante deterioro del medio ambiente en que se halla sumida la Tierra porque allí han ido a parar, entre otras, miles de empresas del mundo capitalista que se habían visto acosadas en sus países de origen: contaminar y destruir en aquella región sale barato, ¿qué harán con toda la quincallería cuando ya no tengan compradores porque el resto del mundo se empobreció? ¿Lo viviremos?
Filatélicamente, eso sí, los chinos están atacando fuerte y son muchos los países que les confían la impresión de sus sellos: debe de salir a precio de saldo. Eso sí, tienen una excelente calidad. Los grandes agentes distribuidores de novedades [a veces son promotores de las emisiones] hacia allá se dirigieron y, aunque es un dato que no suele difundirse mucho, la mano china se ve en muchas de las estampillas que circulan en las administraciones postales de medio mundo.
XXX ANIVERSARIO DE LA PUBLICACIÓN EL SERVICIO POSTAL DE LA REPÚBLICA DE SAN MARINO
Con este motivo se anuncia una muestra filatélica que tendrá lugar el 2 y 3 de junio de 2007. Como su nombre indica será protagonista la historia postal. Por lo pronto se lanzó el primer sello y una viñeta alusiva a la muestra, impresos en hojas de 10+10.
El sello nos muestra al experto Alessandro Glaray, apasionado y especialista de la historia postal y las emisiones de la liliputiense república, nos dejó el 17 de diciembre de 2005 y junto con otro gran conocido entre los coleccionistas del área italiana Franco Filanci [diseña regularmente para San Marino, Italia, Vaticano…] publicó esa obra que es un clásico en la historia postal de la región [editó Luigi Sirotti en 1977]. Glaray fue colaborador habitual de Crónica Filatélica [nada que ver con la española que nos abandonó por uno de esos escándalos poco claros con los que nos obsequian los gobiernos de turno, quizás con un solo objetivo: el pueblo no debe darse cuenta de lo que en realidad se «cuece»] y de Foglio que publica la Unión Filatélica Subalpina.
Glaray era miembro de la Academia Italiana de Filatelia e Historia Postal, fue para la publicación institucional para la que escribió uno de sus últimos trabajos, un estudio pormenorizado de «La oficina de correos del Monte» [Titano o Titán]. Reconstruía las vicisitudes postales desde la época del postillón (XVII) hasta la convención postal con Italia con quien formaba parte para su entrada en la UPU el 1 de julio de 1875, tuvo representación directa a partir del 1 de julio de 1915. Los primeros sellos fueron de Cerdeña (1862), le seguirían los de Italia (1877) y ese mismo año aparecía la primera serie básica, fue el escudo y el Monte. La minúscula república apenas sobrepasa los 60 kilómetros cuadrados y la filatelia es una de sus principales fuentes de ingresos, pero es el turismo es el que asegura la vida cotidiana a los habitantes de la república más antigua del mundo.
San Marino ya detectó en 1894 las posibilidades de la filatelia como medio de obtener divisas «fuertes», comenzó lanzando extensas series que, en determinados períodos acabaron hundiendo el mercado filatélico y el prestigio alcanzado entre los coleccionistas de todo el mundo: lo peor fue que muchas administraciones le siguieron. En 1953 lanzó su primera serie temática mundial, sin conexión alguna con un hecho específico: el deporte sería el detonante de esa prolífica e imparable avalancha que todos conocemos. Hoy tiene una política más coherente, aunque nunca llegó a recuperar el prestigio que había conseguido. Eso sí, en esa década de mediados del siglo pasado, los sellos sanmarinenses tenían un aspecto uniforme, la mayor parte de ellos fueron realizados por Mancioli, Vicini y Franzoni [hicieron más de 300 ejemplares entre 1950-1960].
San Marino, dicen, posee el primer servicio oficial de correos que fue inaugurado en 1607: todos los ciudadanos podían utilizarlo y todos [incluidas las autoridades] estaban obligados a pagar el porte que correspondiese. Fue el primero entre los pequeños estados europeos que lanzó sus propios sellos (1877). En 1894 lanzó los primeros conmemorativos que, además, se convirtieron en los primeros benéficos del mundo según la información oficial, en 1994, con motivo del centenario, se lanzó el que está considerado como el más grande de todos los sellos del planeta.
El conmemorativo para Glaray nos lo muestra en una de sus últimas fotografías, a la derecha de sello aparecen varios sobres con franqueos del período clásico -la primera es una carta dirigida a Bolonia- y en la parte superior vemos un matasellos tumbado. Se imprimió en minipliegos de 10+10 viñetas promocionando la muestra filatélica, diseñados por Franco Filanci, se imprimieron en la firma francesa Cartor, lanzándose 130.000 sellos (13.000 hojitas) que comenzaron a circular el 23 de enero de 2007, el matasellos de primer día está inspirado en la misma fotografía.
SAN ZENÓN EN EL CORREO CHIPRIOTA
Como estamos inmersos en temas de historia y fruslerías postales no nos resistimos a traer aquí una breve nota sobre el patrón de los servicios postales de Chipre [a final de año comenzarán sus sellos a llevar el valor en €]. Se trata de San Zeñón, originario de Cesarea (Capadocia, actual Turquía), el personaje desempeñó un gran papel en los servicios del correo imperial de su tiempo [Emperador Valente, 364-378 d.C.) y, tras su muerte, abandonó el palacio y San Zenón inició una vida de eremita en una tumba, poco antes de morir, en el 416, pidió al Arzobispo de Antioquia que distribuyese entre los pobres toda la fortuna que había heredado.
La Iglesia chipriota celebra su santoral el 10 de febrero y el correo de Nicosia le dedicó una preciosa hojita bloque sin dentar en donde el icono que lo representa no pierde un ápice en cuanto a belleza y calidad; además, han enmarcado -la reproducción no nos permite ver ese detalle- su figura como si de un cuadro se tratase, en donde el color oro resalta aún más su imagen.
El diseño fue de Sophia Malekan y la tirada de 52.000 hojitas de las que 8.000 fueron empleadas para confeccionar los sobres de primer día que se pusieron en circulación el 8 de febrero de 2007, en vísperas de su festividad. Los amantes del tema postal no deberían dejarlo pasar pues será una pieza que tenderá a escasear, sobre todo por sus múltiples posibilidades, temáticamente hablando.
www.mcw.gov.cy/dpsphilastelic@cps.mcw.gov.cy
http://www.aasfn.sm/
aasfn3@omniway.sm
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es