Fue en la segunda mitad del XIX cuando se produjo el período de adaptación de las normas del país [recién lograda la independencia] al modernismo europeo del momento, entre estas reformas estaba el ámbito religioso que inició Alexandra Ion Cuza y continuó Carlos I, ello convirtió a Rumania en un estado moderno basado en los principios de los demás países europeos de la época.
La Unión de los principados [Valaquia y Moldavia] tuvo lugar el 24 de junio de 1864 mediante un Decreto Constituyente de la autoridad sinodal; en 1866 se adopta la Constitución y en 1872, a través del desarrollo legislativo, se producía la normativa para la elección de los metropolitanos y los obispos del Santo Sínodo y la Autocéfala Iglesia Ortodoxa Rumana. La dualidad sería confirmada el 25 de agosto de 1885 en Constantinopla, fue sancionado el correspondiente edicto por el Patriarca Joaquín IV [1884-1886] y el resto de los metropolitanos presentes. Con ese “corpus legal” la Iglesia Ortodoxa Rumana obtenía el derecho a su autogestión y la independencia jurisdiccional respecto a cualquier otra iglesia rumana, siendo por tanto igual en derechos y obligaciones en el terreno dogmático, canónico o litúrgico.
Tras la I Guerra Mundial, Rumania recuperaba las históricas provincias de Besarabia, Bucovina y Transilvania dando lugar a lo que se conoció como la Gran Rumania [1 de diciembre de 1918], de manera natural y espontánea, dicen los libros históricos, los habitantes de esas tres provincias reunificadas se integraron en la Iglesia Ortodoxa, hecho que daría lugar a la primera reunificación de los cristianos en la historia de los ortodoxos rumanos, ello aumentó el prestigio de la institución con el resto de Iglesias Cristianas en todo el orbe.
El tiempo y la evolución histórica seguiría su curso y el 7 de diciembre de 1924 Nicolae Iorga publicaba su artículo buscando “La necesidad de tener un patriarcado propio” que dio lugar días después a la iniciativa del Metropolitano de Suceava [Pimen Georgescu, 1909-1934] de enviar un documento proponiendo la creación del mismo [lo recibieron Nectarie-Bucovina, Curie-Besarabia, Lucian-Roman, Roman-Oradea Mare, Nicolae-Cluj e Ilarie-Constanza]. El 4 de febrero de 1925 se celebraría el Santo Sínodo al que acudió como invitado el Ministro de Asuntos Religiosos, Alexandra Lepadatu que representó al gobierno; de manera entusiasta y unánime se establecía el Patriarcado Rumano y la cabeza visible sería Miron Cristea [1918-1939] que en ese momento era el arzobispo metropolitano de Valaquia.
Tras las debates de rigor se inició la etapa con un programa destinado a dar contenido a la nueva realidad; el último punto de ese acuerdo aludía a la construcción de una Gran Catedral para la salvación de las almas y sede del Patriarcado y, hoy, casi un siglo después, podría llegarse a concluir una de las joyas de la arquitectura religiosa bucarestina, aunque los proyectos estaban prácticamente redactados desde el ya lejano 1878 cuando se hablaba de la misma pero los elevados costes aparcaban el proyecto que sería retomado tras el cese de las hostilidades en la I Guerra Mundial pero sólo sería posible tenerlo completado en el tercer cuarto de siglo [XX] ya que tampoco la etapa comunista facilitó las cosas al clero [fue una de las grandes víctimas en aquella etapa de falsedad histórica que trató de borrar la fe allá en donde el marxismo echó raíces y fracasó con su materialismo mesiánico que ahora reverdece en algunos rincones de Europa por obra y gracias de los maleducados hijos de papá que, una vez más, tratan de embaucar a las masas para volver a vaciarles los bolsillos y sumirlos en el más negro oscurantismo].
Llegamos al 2011, entonces se decide iniciar los trabajos de construcción de la Catedral de la Salvación del Pueblo, el lugar escogido será la montaña del Arsenal en Bucarest [digamos, de paso, que este emplazamiento ya se barajaba desde el XIX]. El proyecto trata de una monumental edificación de 38.000 m² [120 metros de largo, 70 de ancho y 120 de altura] que tendrá capacidad para acoger a 5.000 fieles y será conocida como la Catedral de la Nación Rumana, tendrá dos patrones: Día de la Ascensión [o Día del Recuerdo como se le conoce en Rumania] y San Andrés [Protector del país]. Con ello se cumplirá un viejo sueño que culminará más de dos milenios de cristianización en estas tierras de Europa Oriental.
El sello nos muestra el proyecto (5 Lei) y la cúpula-escudo patriarcal en la hojita (8.10 Lei). El diseño fue obra de Mihai Vamasescu y comenzó a circular el 15 de julio de 2015 (Día del Sello Rumano) en hojas de 32 ejemplares, minipliegos de 8+1 viñeta y hojitas bloque (2×5 Lei y 1×8.10 Lei), en conjunto apenas sobrepasan los 15.000 efectos [de la hojita bloque de 8.10 Lei sólo se hicieron 100 juegos].
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es