Sin duda estamos ante una bellísima y atractiva emisión postal rumana que promete transportarnos a los más bellos rincones de este territorio latino (gracias al hispano Trajano) entre las tierras eslavas y que hoy conocemos como Rumania, un país lleno de encantadores parajes y sorprendentes cascos históricos que contrastan con otras latitudes más cercanas [nuestro propio país, España, está perdiendo su patrimonio ante la desidia o la megalomanía de los que nos gobiernan].
En la serie de hoy dedicada a Maramures, una región que no estuvo directamente bajo el poder del imperio romano y llevó una vida independiente aunque sometida al fuerte influjo de esa etapa histórica que le acabaría marcando históricamente.
La región cuenta con 6.304 km² y tiene algo más de medio millón de almas, su capital es Baia Mare. Se localiza en el norte de Rumania y tiene frontera internacional con al conflictiva Ucrania de estos días, país que también tiene una importante minoría rumana, una de las más grandes antes de la diáspora provocada por el levantamiento de los controles fronterizos tras la entrada del país en la Unión Europea.
Se extiende por la parte occidental de los Carpatos Orientales, eminentemente ganadera, tiene también una gran y potente industria forestal y minera. Recorriendo su territorio uno logra descubrir tradiciones milenarias y construcciones realmente sorprendentes que entusiasman al contemplarlas, una de ellas es su famoso Cementerio Alegre (una de las estampillas está dedicada precisamente a este particular camposanto donde las cruces, grabadas por verdaderos artistas de la madera, narran la vida del difundo y a veces no dejan de aludir al humor).
Recorrer este departamento es como realizar un viaje al pasado y la amabilidad de sus gentes te acaba atrapando; es esa sencillez típica de las personas ancladas en una etapa del tiempo en que nada modificaba el día siguiente y que cautiva al visitante, sobre todo, si va estresado del urbanismo occidental que nos ata y, llegado el caso, nos mata.
En su capital, levantada en el XI por una colonia de alemanes que decidió explotar los ricos yacimientos de oro y plata uno puede extasiarse simplemente observando el devenir de sus gentes. En 1446 la explotación pasó a manos del príncipe Iancu de Hunedoara; fortificada por Matías Corvino, el monarca húngaro Luis el Grande le concedió una serie de privilegios que llegaron incluso a permitirle acuñar su propia moneda [tuvo su ceca en 1569] aunque, personalmente, lo que más me atrae son sus construcciones en madera; realmente bellas sus iglesias plenas de vida que contrastan con la mayoría de las españolas que aparecen la mayor parte del día (o del año en algunos casos) cerradas a cal y canto.
Pero centrémonos en los sellos que puso en circulación el correo rumano el 4 de julio de 2014, fueron cuatro efectos en varias formas de emisión (hoja bloque de cuatro, hoja bloque de cinco y una viñeta o bien hojas de 32 ejemplares). En total apenas 50.000 efectos que contrastan con las millonarias cifras de antaño. Los sellos se imprimieron en offset y el diseñador fue Mihai Vamasescu.
El facial de 2 lei está dedicado a la torre del reloj de la Iglesia de San Esteban que se localiza en el núcleo medieval de Baia Mare, la primera referencia escrita de la iglesia aparece en un documento de 1347, aunque la inauguración de la misma tuvo lugar en 1387. La torre de piedra alcanza los 50 metros y desde ella es posible tener la mejor vista de toda la ciudad, especialmente su casco histórico; fue finalizada bajo el reinado de Matías Corvino en 1468. Se reconstruyó en 1619 y el reloj fue añadido a la construcción original en 1628. Ha sufrido numerosos percances, desde las tormentas a los incendios, ambos fenómenos la han destrozado en varias ocasiones, justo en la plaza está la casa del príncipe Iancu que se levantó también el en XV.
El facial de 3.30 lei filateliza la Cruz de Berbesti que fue realizada en el XVIII y pasa por ser la más vieja de todas las cruces censadas en el condado de Maramures; fue un encargo que realizó la nobleza, concretamente la familia Rednic; representa elementos escultóricos de estilo gótico. Las cruces se levantaban en los cruces de caminos y en el imaginario popular tenían como misión proteger al caminante de los malos espíritus y dispensar un viaje sin incidentes. Los historiadores afirman que este tipo de cruces son antiquísimas reliquias de las milenarias costumbres de los dacios.
El facial de 8.10 lei se dedica a la iglesia de Madera de Sugatag en la pequeña población de Ocna Sugatag que es conocida por su célebre balneario y, sobre todo, sus minas de sal. El edificio religioso fue levantado en XVII, concretamente en 1642 y está dedicado a Pious Paraschiva, está hecha de madera de roble y es un ejemplo típico de las construcciones religiosas de madera tan frecuentes en todo el condado norteño. En 1785 el pintor Visovan Gheorghe realizó un bello icono en donde el protagonista es precisamente Pious. El conjunto fue restaurado entre 1969 y 1970 por la Oficina de Conservación de los Monumentos Históricos, la última actuación se realizó en 1994 reparándose algunas partes de la madera de roble que habían sido dañadas por los elementos naturales.
Finalmente encontramos el valor facial de 14.50 lei que nos lleva al célebre Cementerio de la Alegría en Sapanta [a veces aluden él como el Cementerio Alegre o el Cementerio Feliz, en rumano es Cimitirul Vesel] donde el célebre escultor, pintor y poeta, Ion Patras (1909-1977) junto a algún artista anónimo de la madera, se le ocurrió en 1935 pintar el camposanto en vivos colores donde las cruces de madera se completaban con escenas poéticas o irónicos epitafios sobre los fallecidos, en cierta medida esas grabaciones definen el carácter o la vida del difunto y desde esa época también se conoce el color azul tan característico como “Azul de Sapanta”.
Como colofón recordemos que las iglesias de madera de Maramures están inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y a esa organización tendrán que acudir los interesados que deseen saber más cosas sobre los siempre interesantes y atractivos templos [en la isla de Chiloé me encontré numerosas iglesias de madera que también están en la célebre lista].
JUAN FRANCO CRESPO
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