250 ANIVERSARIO DE NOLSOYAR PALL

¿De qué madera están hechos los héroes nacionales que, resisten, imperturbables, el paso del tiempo?

Con esta pregunta nos introduce el correo feroés en uno de esos personajes básicos  para entender la historia de este pueblo insular y sus grandes navegantes. Dicen las leyendas que cualquier feroés conoce la historia de este personaje que vino al mundo en 1766; justo al año siguiente abría sus puertas un comerciante danés en la capital insular: Niels Ryberg, tenía como objetivo evitar las restricciones comerciales que provocó en la región la revolución americana [hoy vemos que seguimos anclados en la misma política, si hay problemas, lo primero que eliminamos es el comercio, caso 2016 en la ONU y el boicot contra Pyongyang, o sea: la población civil a pasar penurias mientras que los promotores ponen a buen recaudo sus inmensas fortunas, levantadas a sus pueblos, en los opacos paraísos fiscales] y del enfrentamiento bélico entre Francia e Inglaterra.

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De esa manera Ryberg se abría al mundo y se creaba un gran monopolio comercial que marcará a los habitantes de las islas que hasta entonces realizaban pequeños cultivos de subsistencia, pesca costera, caza o recolección de huevos en sus escarpados acantilados donde anidan miles de aves, especialmente frailecillos. Los feroeses comenzaron a ir más allá de sus habituales rutas, uno de ellos sería nuestro intrépido personaje filatelizado ahora y que durante algunos años cubrió la ruta Feroe-Dinamarca y acabará enrolándose como oficial en navíos daneses y americanos que le llevarán a recorrer el globo terráqueo en aquello que mejor sabía hacer: navegar.

En 1798 era capitán de la flota comercial del monopolio real del momento, se casó, tuvo una hija y, poco después, moría su esposa. Al año siguiente de ese luctuoso hecho volvía a contraer nupcias y se instalaba en lo que actualmente conocemos como Klaksvik [entonces Biskupsstad] que pasa por ser la segunda ciudad más importante de las islas gracias al comercio que en aquellos momentos se desarrollaba y que significó una inusitada explosión económica que rápidamente devolvería la prosperidad y las sacaría del letargo.

Pero nuestro hombre de mar había saboreado la agitada vida viajera, así que Poul Poulsen Nolsoe tampoco se acababa de adaptar a la tranquilidad del hogar y la cotidianidad en una sociedad insular bastante estática. Digamos que estaba cantado que el acceso a los otros mares, la libertad que encontraba en sus viajes, la aventura, le acabarán arrancando el espíritu de navegante y comerciante que recorrían sus arterias vitales. Buscó socios y se hicieron con un barco para trabajar la pesca en aquellas ricas latitudes norteñas y entonces también se lanzaban al comercio con la zona continental a pesar del monopolio de la corona.

En 1804 dará un salto cualitativo cuando se hace con un navío que había naufragado en Valva (Suduroy) y, tras los correspondientes arreglos realizados en Vágur, junto a sus hermanos, acaban transformando el pequeño navío en un tiempo record [tenía unas medias de 14,5 metros de largo, 4,4 de ancho y 2,5 de profundidad]. El 6 de agosto, después del período de secano, se lanzaba al agua el Royndin Frida e inmediatamente comenzaban su primera singladura pesquera, al año siguiente transformaban el navío en una ligera goleta y con ello pasaban a ampliar también su radio de acción.

Tratar de ir más allá chocaba también con los funcionarios reales del momento, serán muchos los contratiempos entre Poul, sus hermanos y la administración. Pero si algfo distingue a los hombres de mar es la tenacidad y entonces tratarán de romper el encorsetado monopolio danés que tenía los derechos exclusivos para el comercio insular y la metrópoli. Incluso las pequeñas exportaciones estaban sujetas a los ineludibles derechos reales. Sigue su lucha y sus primeras derrotas en 1805 fueron sendos transportes de carbón feroés hasta Bergen (Noruega) y Copenhague, pero tenía que regresar en lastre por los fuertes aranceles que sufrían los que intentaban cambiar las cosas.

En 1806 realizará un viaje realmente comercial tras finalizar la pesca primaveral, cargaban con tejidos, pesca salada y aceite de foca junto a otros productos locales que no aparecían registrados en las listas de materiales protegidos por las estrictas leyes aduaneras, aunque las dificultades no cejaban, los funcionarios enviaros sus quejas a la capital del reino y recibirá la prohibición de carga para su retorno. Entonces trata de romper ese nudo gordiano e incluso a veces declarará que viaja a otros puertos para evitar la controversia y las prohibiciones. Rápidamente sería acusado de sobornar [corromper] y contrabandear, hasta que fue condenado, pero acusado ahora de haber violado la ley de cuarentena [ya sabemos que cuando alguien quiere “engancharte” te engancha: el sistema tiene recursos para hacer la vida imposible a quien goza saltarse las normas] y la multa de 735 rixdeles, una fortuna en su época, tampoco le arredró. Nunca pudo ser probada su conexión con el mercado negro, pero se intentó por todos los medios que no rompiera las estipulaciones comerciales.

Así que continuó su vida, incluso se convierte en un gran poeta y en el bienio 1806-1807 escribió una célebre balada difamatoria que sobrevivió a su tiempo, nadie se acuerda de los estrictos funcionarios, pero todos los feroeses conocen la composición poética de La balada del pájaro, toda una osadía sobre sus infatigables adversarios, los funcionarios que, como cuervos [hoy les llamamos buitres] de mal agüero, no le dejaban volar.

En junio de 1807 vuelve a Copenhague junto con una delegación insular con el firme propósito de arrancar en la corte un período de prueba comercial libre con productos no tasados por las aduanas danesas y que le permitieran no estar lastrado con la losa de plomo que significaban los altos aranceles. La guerra franco-británica, la neutralidad de Dinamarca, etc., harán que el príncipe heredero no esté en palacio y la delegación feroesa habrá de seguir viaje hasta Kiel (Holstein-Alemania). Hay suerte y el viaje de regreso, finalmente, será con carga, temporalmente ha conseguido la victoria frente a los estrictos aduaneros reales de Torshavn. La guerra, sin embargo, acaba provocando el amarre de la flota danesa, algo que provocará fatales consecuencias entre la población de Feroe que dependía ya del suministro regular de determinadas materias. Es lo que sucede cuando tu automantenimiento se “esfuma” y entonces los especuladores de turno te “estrujan” hasta la última gota.

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Tras las capitulaciones, nuestro héroe logra una autorización del almirante inglés que le permitirá cargar y regresar sin impedimentos a su tierra. Su cargamento acaba descargándose en la más sureña de las islas: Suduroy. Fue una época dura, la región se verá sacudida por piratas y corsarios que incluso acabarán destruyendo las frágiles fortificaciones y los depósitos de mercancías reales saqueados sin piedad.

Su navío fue interceptado y decomisado siendo su puerto de amarre el sueco de Gotemburgo [actual Suecia], la excusa: no reunía condiciones de navegabilidad y los nubarrones del hambre acabarán extendiéndose sobre todo el archipiélago. Nolsoe se pone en marcha, contacta con dos almirantes británicos, viaja a Londres y con la ayuda del cónsul danés en la capital británica logrará que le autoricen a comerciar con sus islas. El Consejero del Ministerio de Comercio le acaba entregando la Estrella del Norte que llevará víveres de urgencia para la desabastecida población.

En diciembre/enero (1808-1809) zarpaban desde el Reino Unido por última vez: acababa de iniciarse la singladura que lo convertía en leyenda: el navío y toda su tripulación desaparecerán en las turbulentas aguas del Atlántico Norte, Nolsoe entraba así en la leyenda que prácticamente todo feroés que se precie te cuenta a poco que logres romper el hielo con aquellos escurridizos habitantes de unas islas poco conocidas en estas gélidas latitudes. El sello conmemorativo inició su validez postal el 26 de abril de 2016, fue obra de Archibald Black, grabados Martin Morck, impresos en talla dulce y offset, facial de 24 coronas para la tarifa vigente de 51-100 gramos de peso destinadas al continente europeo.

 

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

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