Muy cerca del famosísimo Puente de las Cadenas de la capital húngara, se localiza este fastuoso edificio de la Academia de Ciencias, sin duda el más importante e impactante de toda la plaza que da cobijo a la institución. Se trata de un inmueble levantado entre 1862 y 1864 en estilo neorrenacentista siguiendo los planos del arquitecto Stüler.
La Academia fue fundada por el reformista Istán Széchenyi a principios del XIX. En su interior, uno se encuentra con varias cosas de interés, entre ellas, los frescos, magníficos de Károly Lotz, el coqueto Museo de Retratos Históricos, la biblioteca o el bello y funcional Salón de Actos. Justo delante de la Academia se localizan las esculturas de Ferenc Salamon (historiador) y Gabor Szarvas (lingüista).
El sello conmemorativo tiene un facial de 500 florines, fue diseñado y grabado por György Pálinkás en calcografía [no se imprimían sellos con esta técnica en Hungría desde 1998, el correo globalizado y desregularizado, en su afán de reducir costes –pero la realidad consigue lo contrario- quiere rentabilizar al máximo todo lo que toca y destruyó, también aquí, las bellas obras de arte que solían darse en este tipo de impresión] que utilizó una técnica mediante láser que acabó acortando el tiempo de elaboración de una estampilla de estas características y que podría ser la solución para los pocos países que tienen todavía sellos de calidad [seriedad filatélica, lamentablemente, cada vez queda menos y parece como si los “cucos” se hubieran instalado en la posta a nivel planetario]. La Academia parece recogida con todo su esplendor y se imprimieron 155.000 efectos, un alto número si comparamos con otras emisiones recientes del operador postal húngaro, comenzó a circular el 10 de noviembre de 2015 y las hojas fueron de 50 ejemplares.
El edificio, inaugurado en 1865, fue todo un acontecimiento en su época cuando se hizo revivir el neorrenacentismo; apenas un lustro antes se iniciaron las recolectas para disponer de los fondos necesarios para iniciar su construcción, cuya ejecución final, la realizó el arquitecto real de Prusia, Friedrich August Stüler.
Las esculturas de la fachada fueron obra de Emil Wolf y los relieves los confeccionó Barrabás Holló, éste acabó jugando un importante rol, algo habitual en la época, al incorporar numerosas alegorías, tanto en la fachada como en el interior del inmueble que todavía tardaría varios años más en ser completado en su ornamentación. Todos estos detalles interiores llevaron más de tres décadas de constante e incesante trabajo, sobre todo las que podemos contemplar en el salón de ceremonias; los frescos, como ya citamos más arriba, salieron del genio de Károly Lotz, un pintor de vital importancia para conocer la historia húngara de su tiempo y los paisajes son creación de Antal Ligeti en la Sala de las Asambleas.
Como colofón a la centenaria institución, el 1 de enero de 2012 la Academia Húngara de Ciencias fue declarada monumento histórico por el National Heritage Institute y el inmueble catalogado para su protección y mantenimiento para las generaciones futuras.
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